lunes, 4 de mayo de 2015

Diario de muerte

Anita Leporina - Re lindo!



 
Del Diario de muerte de Anita Leporina


Bueno = nada

Ayer el sobre
pesaba más de la cuenta.
Abrí el Topolín al salir del kiosco:
una 22 brillante
re lindo!

Soy una niña, quizás mate a alguien
y me amonesten
con el índice erecto;
después un chupetín al salir del juzgado
re lindo!

Y finalmente el Charlie Circus
o ese nivel de Mario Bros
que quisiéramos que nunca terminara
(palmeras piso y un cielo
que se atraviesa con puentes colgantes)
re lindo!

Apretada más tarde, en el baile,
con Bazoocas

            de banana
en la garganta

y perfume Paco en mis senos

                        nasales.

La botellita apuntó a un cadáver
que tiene los labios pegados
con Poxipol

-¿Mentira o causa?
-Mentira
-¿Quién es la más bella de este reino?
-La abuela,
a la que visitamos drogados cada domingo
re lindo!

No me acuerdo bien cómo se contrata
a un inmigrante y se rellena un culo.
Desaprobé el final: Narcotráfico I.
Después compré la fotocopia de Dios,
subrayé la verdad con resaltador amarillo
y me saqué un diez
re lindo!

Ahora a dormir, mañana viene
a buscarme temprano el transporte escolar.
Hay un chico gordo con aparatos
que llora cuando lo insultamos
Gotitas de sangre,
guardapolvo blanco
re lindo!



:-)

hoy
en el colectivo
un viejito, en short,
con vitiligo
las piernas flacas
(dos antenas blancas)
me dijo:
"si me tocás el gusanito
que tengo adentro
del pantalón,
te regalo caramelos".
Tenían como un relleno
de jugo de frutilla
bastante rico.


Mi segunda palabra
Papá instaló su nuevo DVD
y rompió el Home Theatre

Papá cortó el pasto
y mutiló a la tortuga
(era un domingo)

Papá fue a tirar la basura
y se abrió la frente de un golpe contra la mesada
(recuerdo especialmente el tajo
con vaguedad la sangre
que seguro brotaba y brotaba)

Papá quiso cambiar el cuerito de la canilla
y rompió el caño que inundó la casa
(porque brota también el agua)

Papá dijo "No lleves nada"
y la maestra pensó que yo era idiota
(era el primer día de clases de primer grado
y al ver las mochilas llenas de otros niños lloraba)

Papá podó el rosal
y después se dio la antitetánica
(arañacitos en las manos y un enfermero estafador)

Papá le pidió al afilador que afilara dos cuchillos
y le cobró doscientos pesos
(ese señor
que pasaba con la armónica,
ahora ya no pasa)

Papá armó

el árbol de Navidad en noviembre
con luces intermitentes conectadas a dosveinte
(¿fue la estrella de Belén
la que chamuscó el pesebre?)

Papá manejaba en la ruta
y atropelló a un venado
(aunque era un perro, yo recuerdo
la cornamenta contra el parabrisas).

Pero
cuando para comer hay salchichas
salchichas solas, salchichas sin nada
papá va hasta el kiosco
y me compra la mostaza.



20-12-2011

Voy como
a levantarme
y tirar abajo
las torres
gemelas.

Ayer pasé con el colectivo:
quitaban
las vallas
del ministerio
-estamos cada vez más lejos.

El gas y los hidrantes
-¡nos cagábamos
de risa!- a los tiros
nos corrían.

Pañuelos como rojos en la cara
no veíamos bien
bien
cuando partían las piedras
de nuestra mano a la ventana
del balcón
del ministro.

(No darse vuelta ni a oír
el final de vidrios rotos!)

 



Los mexicanos (poemas de Día de muertos)



A punto de alborotar (un tarde tranquila en Coyoacán)

Ayer canté "Gimme the power"
abrazada a un gran
hawaiano de Chiapas.

-Dónde dejo sus petacas, guapa?
-Si quiere puede probar
nuestros frijoles charros,
o tomar alguna botana
quizá una torta de jamón y
palomitas de maíz

(Camarero,
el jugo de toronja
para mí
sin bichito).

-Desea un periódico para leer
durante su vuelo, señorita?
-Tiene de esos con
cadáveres mutilados en la portada?
Gracias.

El autobus de bart y lisa
pasea por la ciudad y aparca
frente a la fuente de sodas.

¡Hermosos mexicanos!
Hablan el idioma de los sueños
de todas las fantasías animadas.

Me atacan deseos de ir
a los abrazos por la calle

un asalto de besos
en la cara de esos chaparros
de los chilangos,
de los jarochos y oaxaqueños
besar sus manos,
cuello hombro alguna oreja

pero no quisiera que
el ritmo mexica de las aceras
se altere
por la irrupción
de una loca damita
que oye
el nombre real de las cosas
cuando le sube el volumen
a los doblajes.



Compañías
 
Son las 5 am en México DF
es de noche aún y está sonando
el teléfono celular.

Es la patria
que me llama
quizá.

Me levanto y atiendo.

Golpea las puertas
de mi sueño mexicano
un mensajero multinacional:

Movistar
en plena madrugada
me recuerdas
y me amas
y quieres que
conozca los nuevos beneficios
de un plan
que espera por mí
más allá
del canal de Panamá.



Otra tarde en el DF
Para llegar
al parque de diversiones
"Chapultepec Mágico"
tuve que caminar mucho
y tomar el metro
luego el omnibus
por último un taxi.

Estaba cerrando
y no pude entrar.

"Hay cosas peores
en esta vida -dijo el taxista,
con un sabio cabeceo señaló
a un vagabundo que dormía
en la vereda
o estaba muerto-

ahora la llevo al metro porque ya es tarde
para que ande caminando por ahí sola,
güerita".

Con las rodillas en el asiento
me volví
hacia la ventanilla trasera.
La montaña rusa
se veía ridícula,

tan sola y sinuosa

a lo lejos.




Is the real thing


Hoy tomé una Coca-cola
como el Chavo del ocho
en ese capítulo en que el Señor Barriga
invita a la vecindad
a unas vacaciones
en Acapulco.


Me pregunto si
la felicidad es
una sensación definitiva y discreta
como un estornudo
o más bien
algo en grados
y ambiguo.


Bebí la lata
en un taburete dentro de la piscina
yo la clienta del bar acuático.


Ahora
la idea de pedir
"una torta de jamón"
me excita sexualmente
No. No me excita, sino que-
Sí, me excita.



En el bar de una playa mexicana

El norteamericano de al lado toma Corona y come nachos con guacamole. Lleva un pequeño perico al hombro, una niña mendiga lo mira fascinada.

A veces el lorito caga en el plato y el señor debe tirar su nacho. Alguien cuenta hacia atrás en inglés y saca una foto. El norteamericano sonríe: le falta una de las

paletas. Usa malla roja, es gordo y el sol del trópico viene castigando su piel tan blanca.

Un poco lo amo, creo. Miro su ombligo raro: con una línea vertical que lo parte en dos y un botoncito arriba. Como una vagina que este hombre tiene en medio de la panza. "La revolución la haremos los hombres que somos" dijo Lenin.

De tanto en tanto la mendiguita suspira. Me parece que ya somos dos las que amamos a este señor.

Anita Leporina (Ana García Orsi) nació el 26 de abril de 1986 en La Plata. Escribe poesía, narrativa y textos dramáticos. Difunde su obra a través de performances. Es egresada de la carrera de Letras y desde 2009 admistra el blog www.nonatadechernobyl.blogspot.com


Ilustración Mar Rivero


Leporina (relativo a la liebre) - JP Rodríguez

Se llama también leporino a los labios hendidos por defecto de nacimiento. La poeta se llama Ana García Orsi, lo que nos hace sospechar que el seudónimo Anita Leporina tiene que ver con su voz poética dividida en dos. Por un lado se puede ver la actitud naif propia de una niña preadolescente. Por el otro nos da una visión de mujer que se hace cargo de las decisiones que toma y que, sabiéndose ya adulta, es poseedora de algo a lo que a los hombres les interesa acceder. En el poema Bueno = nada que pertenece a la serie Diario de muerte se puede ver, ya desde el título, esta réplica del habla adolescente, donde la ambigüedad está a la orden del día (soy una niña, quizás mate a alguien / y me amonesten / con el índice erecto). Una suerte de nena que tuvo su verdadera educación sentimental en los kioscos, en los videojuegos y en la televisión, que es conciente de que lo que se hace mal puede ser castigado, pero a su vez, juega con su inimputabilidad. La partición en dos de la voz también se hace presente en lo erótico infantil que poseen muchos versos (apretada más tarde, en el baile, / con Bazzocas / de banana / en la garganta), en donde se la ve manejando una situación sensual a su antojo y por momentos se la ve como una obediente niña que nos hace creer que no sabe muy bien lo que está haciendo, pero se deja llevar por el adulto para sacarle algún provecho, para obtener lo que ella quiere (“si me tocás el gusanito / que tengo adentro / del pantalón, / te regalo caramelos”. / Tenían como un relleno / de jugo de frutilla / bastante rico). La niña de este diario muestra una maldad propia de los cuentos de Silvina Ocampo y propia de la realidad, donde se los saca de ese lugar idílico que se le reserva a los pequeños y nos muestra que ellos tienen su propia monstruosidad (hay un chico gordo con aparatos / que llora cuando lo insultamos). Todos estos son efectos del pasaje de la niñez hacia la adultez que va sufriendo la protagonista de estos poemas y nos muestra que este es el tópico al que hace referencia el título de esta serie: la muerte de la niña que da paso a la mujer (gotitas de sangre / guardapolvo blanco). El yo poético ya puede ser acusado por sus acciones y la poeta por sus versos. Se hace cargo de su posición política y pasa facturas a ese padre que siempre la caga, pero que se redime hacia el final cuando llega con algo reparador, cuando llega con la mostaza para el panchito. La poeta toma su posición política desde su poética, como así también, desde la temática a la que hace referencia en 20-12-2011 que desconcierta desde el título: desde los primeros versos se hace presente en el lector la revuelta de diciembre de 2001, (también se hace referencia al derrumbe de las torres gemelas) pero esta fechado diez años después de esos días donde todo hijo de vecino podía sentirse un revolucionario con el mero lanzar de piedras y el vestir de pañuelos rojos sobre las fauces, todo en medio de una atmósfera lúdica (¡nos cagábamos / de risa! a los tiros / nos corrían).
Con Los mexicanos (poemas de Día de muertos) el yo poético ya es el de una mujer y la infancia llega a manera de recuerdos. Asocia la manera de hablar de los mexicanos a esas voces animadas que salían por el televisor durante su niñez. Estas voces son más reales que las que escucha por las calles que ella quiere alborotar, o mejor, la realidad es más verdadera a medida que se asemeja más a las voces de los doblajes de las series que veía cuando niña (una loca damita / que oye / el nombre real de las cosas / cuando le sube el volumen / a los doblajes).    
En Compañías se hace evidente la soledad de la turista, solamente recibe mensajes de su compañía telefónica. Pero es una soledad que se disfruta, un disfrute propio del cuerpo en estado vacaciones y hasta se sube la apuesta: se muestra cariñosa hacia esos beneficios y planes nuevos y los toma como ciber-afecto. Estos poemas mexicanos nos van dando un panorama de una ciudad lejana, con sus sabios taxistas que nos recuerdan que en la vida siempre se puede estar peor pero a la vez en ese ir y venir constante del yo lírico (y propio de una liebre en fuga que no se deja atrapar) nos hacen ver que la felicidad por momentos no se puede esconder, pero para no levantar sospechas, a veces suele ser mejor hacerse el distraído. Como que la dicha es algo que a nosotros no nos va a ocurrir, como que no podemos vincularlo ni con viejos de flacas piernas, ni con hawaianos de Chiapas, ni con norteamericanos bebiendo cervezas en bares flotantes.
                                                                                                               Juan Pablo Rodríguez
 

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