sábado, 30 de mayo de 2020

Cuando vengan por nosotras

Marcela


Chary Gumeta




Marcela,
cuando vengan por nosotras
sacudiremos el polvo de los recuerdos
sin cerrar los ojos
para que queden grabados en la retina. Recordaremos los días de fiesta
cuando los demonios nos daban de beber
licores infernales. Y cómo hasta el suceso menos gracioso
nos hacía reír a carcajadas. Cuando vengan por nosotras
detendremos el tiempo,
nos abrazaremos fuertemente
y por primera vez
nos diremos la verdad,
hablaremos de la lluvia que moja el pasto
y del silencio que éramos
cada vez que destruíamos las palabras. Cuando vengan por nosotras,
amada Marcela,
nos acordaremos de nuestra complicidad
y de cómo el exilio no nos destruyó el corazón. Ya reunidas
nos daremos cuenta
que hemos sido asesinadas.



M
A
R
C
E
L
A

Marcela, del libro TAMBIÉN EN EL SUR SE MATAN PALOMAS. Editorial La Raíz Invertida, Colombia, 2019.

Chary Gumeta (Chiapas, México, 1962) Poeta y Promotora Cultural de Arte y
Literatura. Ha publicado libros de poesía y de investigación histórica regional. Sus últimas publicaciones en México son: una antología personal que reúne
seis de sus libros titulado COMO PLUMAS DE PÁJAROS (Coneculta Chiapas
2016) y LLORAR COMO LA LLUVIA (Literatelia, México 2019); TAMBIÉN EN
EL SUR SE MATAN PALOMA (Editorial La Raíz Invertida”, Colombia 22019). Sus textos publicados en la antología VOCES DE AMÉRICA LATINA (editorial
MediaIsla, EEUU, 2016) son parte de la cátedra de Literatura en la Universidad
Hunter College of New York.. Fundadora del fanzine YOMORAM
JAYATZAME (Mujeres Póetas). Actualmente es Coordinadora del Festival
Internacional de Poesía Contemporánea San Cristóbal de Las Casas y del
Festival Multidisciplinario Proyecto Posh.

Caí sobre las espinas de la vida

"Poema contra los poetas", de Suniti Nanjoshi


Caí sobre las espinas de la vida
sollocé, sangré,
pero, ¿con qué propósito?
Hubo una vez una poeta
que se creyó ruiseñor
y otra que pensó
que ella era una rosa
-encantadora, quizás,
y ciertamente capaz, pues había encontrado al menos,
una manera de soportarlo.
¿Habrían sido más poderosas las vísceras
del ruiseñor
(como objetos emblemáticos)
Tirados en el suelo
de una habitación en la que entres, y luego
te alejaras,
sorprendida y maravillada?
Ah, la rosa no tiene sangre,
está blanca de dolor,
y el ruiseñor se lamenta
otra vez en los bosques.
Pero existen otros animales
más ordinarios.
No son literarios.
Son dueños de su dolor.












Traducción de Ave Barrera y Lola Horner. Edición de Paraíso Perdido. Copiado de acá https://books.google.com.ar/books?id=Xe_ADwAAQBAJ&pg=PT101&lpg=PT101&dq=suniti+namjoshi+poes%C3%ADa&source=bl&ots=OXY-cR3rEU&sig=ACfU3U1OBFPLicT0kJn_4qUblIKaLPNYyQ&hl=es-419&sa=X&ved=2ahUKEwiyg4vHvNzpAhXmIbkGHdYuB6wQ6AEwDnoECAoQAQ#v=onepage&q=suniti%20namjoshi%20poes%C3%ADa&f=false

martes, 5 de mayo de 2020

Pero tengo, en cambio, esta lengua raquítica

Poema

Lilith

Por Emilia Carabajal
¿Por qué, Padre, si me consagraste hembra,
Si me alzaste del polvo para que fluyera entre las cosas
Y coronase todos tus delirios,
Por qué, digo, me ultrajaste así?

¿Por qué me privaste del aullido?
¿Por qué me arrebataste la ferocidad que me encumbraba?
¿Por qué me negaste todas las raíces y me secaste los cauces del instinto?

¿Te agrado, acaso, así,
bípeda depilada,
Caricatura de la bestia magnífica que podría haber sido?

¿Por qué me privaste del aullido?
A mí correspondía
Un rugido estrepitoso
De hembra desbocada
Ávida incluso en el vacío

Pero tengo, en cambio, esta lengua raquítica

¿Te complace, acaso, oír mi voz domesticada, extranjera del vasto aquelarre del sonido?

Gimo a veces
Cuando como quien dice amo
Y remedo entonces un aullido
Pero se vuelca enseguida al engaño de la articulación
Entonces profiero interjecciones aprendidas en la escuela
O nombro a aquel que como quien dice estoy amando
Con sus nombres más superficiales
Que confundo con los de otros
A quienes como quien dice amo a veces también

¿Con qué nombre has de llamarme en el castigo?

Aullaré si un día escupo a uno de los míos
Si después de haberme hurgado con desesperación
Y haber engullido menta y aspirinas
Y haber buscado inútilmente en el papel higiénico un atisbo de mi sangre
Y haberme rebajado a rogarte
Por que mi sangre apareciera
Si después, digo, aun así uno de los míos me creciera y tuviese que escupirlo
Aullaría entonces
Hembra plañidera

Y daría al vástago un nombre de artificio
Que lo confundiría con otros

Y a ti, ¿cómo he de llamarte?
Sabes que guardo en mí tu nombre como un hachazo
Que podría gritarlo hasta que me destierres
Y espantar a tus heraldos en los márgenes de ese exilio

No te asombre que blasfeme
No te indignes falsamente
No reniegues de tu erinia
No pretendas sobre todo hacer de mí tu espejo tranquilo
No invoques como buenas intenciones
La brusca ocurrencia de hacer de tu hembra mejor una cordera
No busques mi piedad, Padre
Tú no eres mi hermano
Ni yo tu guardián

Yo no soy más que un tajo
Arrancado de la tierra
Y amo
Y sangro
Y gimo
Como puedo

¿Por qué me privaste del aullido?

Para extraerles algo que amé

Kyle-Thompson-hombre-cama-playa-tristeza-soledad

Ando por la casa buscando tus olores

José Sbarra (1950 – 1996) fue un escritor, autor teatral, poeta y guionista argentino. Entre sus obras más conocidas se destacan: “Obsesión de vivir”, “Marc”, “La sucia rata” y “Plástico cruel”.


Ando por la casa buscando tus olores como
cuando rastreaba tus engaños.
Busco aromas. Durante la primera semana
encontré un par de medias
y varias ropas que dejaste tiradas.
Las huelo. Las beso.
Al principio lo hacía con vergüenza.
Después empecé a hacerlo con naturalidad.
Ahora
lo hago con
desesperación.
Las aplasto en mi boca y en mi nariz
para extraerles algo que amé.
Sigo encontrando ropas tuyas, pero ya
no huelen.
Contienen apenas el recuerdo
del olor.
Con el tiempo, menos el deseo, todo se diluye.
Foto: Kyle Thompson


https://latinta.com.ar/2019/05/ando-por-la-casa-buscando-tus-olores/?fbclid=IwAR1JzynFWfGlzeiTik9t_Io7B7xRMOBoBB17VFp9T77Y70fF8LidrsjSvBo

Aquí la hierba/Aquí el trigo y la amapola

Emi Carabajal (Ni nardos ni caracolas en feis y saludo lorquiano)

Troyanas



Esta es la tierra
No importa el augurio que los profetas vaticinen
Ni la gloria distante que los dioses nos reserven
Es aquí el suelo
Aquí la hierba
Aquí el trigo y la amapola
Es aquí su oscura firmeza
La humedad fructífera
El rumor de las especias
Aquí la siembra y su canto impostergable
Cuando broten las semillas que nos dio el bosque frigio
Y Cartago se impregne de nuestros aromas
Es esta la tierra
¿Qué adelanta el sino que los vates le consagren
O el periplo que los reyes nos impongan?
Es aquí la piedra y su cerrazón impenetrable
Es aquí la sangre espesa de la arcilla
El oro volátil de la arena
Aquí los niños hundirán los pies en el dúctil corazón del barro
Y aquí nuestras manos fatigarán la cerámica
Hasta dar en el ánfora que la habita
Aquí los hombres más recios han de abrir las montañas
Para extraer frutos subterráneos que doblegarán al fuego
Para crear formas nuevas
Aquí los más piadosos han de surcar los campos
Para enterrar los muertos
Y resguardarlos del mundo
Y sus vaivenes
La tierra es esta
No importa el límite que se dirima en las batallas
O en los acuerdos de los nobles
Es aquí la inmensidad de los trigales
Agitadas crines de un corcel dorado
En que el viento galopa
Aquí el silencio infinito de la piedra
Aquí el brotar irrefrenable de las amapolas
Es grande nuestra tierra
Han de caber todos los muertos
Incluso aquellos con que sembramos el mar
Entonces la dicha irrumpirá en un aire transparente
Y un verde hipnótico nos concederá el olvido
Esta, hermanas, es la tierra
Desoigan las prédicas
Los himnos
Ignoren los títulos con que los sabios la invistan
Son las manos que la siembran
Las que sabrán su nombre