Por Carmen Berenguer*
Crédito de la foto www.editorialcuneta.com


Me pongo a salvo.

13 poemas de Carmen Berenguer



La revolución de la mary popíns


la tarde
se cruza en la Plaza Italia
me pongo a salvo
nadie me mira
se camina
celeridad vacía
vislumbrando
la muchedumbre
esta muchacha me lleva el hombro
en la botillería atormentados
cantan a esta divina bacanal
alcohol para vivir
borradas
hinchadas
más allá
de esta calle
más allá de una diosa
la tarde decae
hacia los rincones en tenues luces
se apagan
lentamente las velas
en su cripta
me cobijan
imágenes solitarias
el subterráneo clandestino se aleja
y una nota es arrastrada desde las alturas del guetho
y late
bombea
bombea circular por las vías
torrenciales
roja latente y perpendicular
al laberintico modo de sentir

el centro

viernes fiesta en la ciudad
sus notas me hacen vibrar y bailo
esquivando el delirio urbano
al cruzar arterias sucias
y una violencia esplendente al tope de cuerpos
cuerpos malandras con cuerpos sudados
ciudadanos y civiles erguidos
ni un asomo de lentitud
ni pararte a mirar este cruce bárbaro
veloz hacia la alameda iluminada
la mundana travesía
hirviendo como olla de fierro negra
candente
al llegar a la estación central
las rejas iluminan rajada la multitud
y las bocinas del trafico
revientan los timbales
al transeúnte pálido
entra
sin justificación alguna
hay pelea en la esquina de Bustamante
embromados
acabronados
se cruzan las bicicletas y patinetas
se besan el culo un reconocimiento
al amparo agrega acústica
hay ases desde el paraíso
refulgen en esta punta de diamante
su vuesa mercé
en las delicias alamedas
ella
abre como orificio pagano
sus voluptuosos labios
y entra la punta del completo en la lengua
en la lacre pantalla led
hay fieras y es viernes
fiesta!
en ese sueño atravesado
viendo al nobel al dylan bob alan thomas poe
y sentí un poeta en llamas
era eso
su promesa
su disyuntiva revuelta
su ocaso volcado
en una palometa
es su fondo
lo que perdimos
queriendo atrapar ese solaz de tiempo
con el fin de hacer un paneo de imágenes para borronear las nubes, bob
en un mayo francés
es 2018
cruzando la Plaza Italia en bicicleta con guy deborde
la mary popín de la sicodelia
una pantera negra se atraviesa
volamos por el aire
despiertan las hienas
molestan a las leonas
los monos carteriando
al ruido de una motochorro atravesando
es viento polar
esa partida contracultural bob que se te achaca ‘nunca nadie puede decir que lo que escribí es un portavoz de algo’


Una muchacha Cherokee


Vecina sin nombre vecina ronca en la noche
Vecina se enoja en lengua Cherokee y vecina maldice en lengua Cherokee
Vecina ama en Cherokee
Arrulla al hijo
le abrocha un botón en sus tareas hogareñas de sus lechosos inviernos
Entreparéntesis es una Cherokee de pelo negro azabache azul y ojos mimesis
Mamá Cherokee fuma hierva
Y hace movimientos bucales y sale la loba del bosque
A lo lejos se le oye silbar el viento
donde anidan sus pájaros en el silencio nevado de su lengua Cherokee
Adahy su hijo duerme
y le escucho a través de sus modernas paredes del departamento del Hawkeye Drive
Vecina Cherokee es hippie en el año 69



Iowa 69

Crónica del American Air

Volar entre las nubes es un
triste estado para una poeta romántica
devota del paisaje de la poesía chilena
Sin esta ciega cacería actual del ojo que nos consume
desde la revolución que produjo el primer vuelo poético en Altazor
a este súbito júbilo provocativo de navegar por el ciberespacio
Es la celebración constante del porvenir
Como es entrar en los aeropuertos internacionales
e ingresar fatídicamente a un espacio laberíntico más tenebroso
que a un videogame o a un simulacro de vuelos intensivos en la noche simulada
La idea del viaje siempre es inquietante
Es toda una aventura
donde se puede cumplir una parte de nuestro imaginario como dejar al voleo lo inesperado
Aquello que quedó rezagado en algún confín de la memoria
Como aquel hallazgo de una siesta en la casa de reposo en Hungría
Lo querido
como si entrara a una sala de cuidados intensivos
No es la historia del tren de ese humo tal ruido  aquel fragmento novelado  la imagen detenida de ese “fade”

Mientras te mueves en una vía
lentamente
Aquí, al entrar al aeropuerto
la imagen
desaparece antes de pasar a policía internacional
borrándose hasta mi decir ¿Cachay?
Ese lapsus apegado a la lengua
Y allí comienza la odisea del sueño de mi viaje
de la utopía del viaje
Porque de una vez y para siempre
me encuentro en una frontera sin fronteras
inevitablemente
en la existencia real de perder todos los derechos
que fueron escritos en el derecho constitucional Art. XX de un remoto país
Aquí
pierdo la total compostura
trajinada
revisada
manoseada
a pie pelado
con los zapatos en la mano
sin nada apelando a mi suerte
Aquí
Es el comienzo de la pérdida de mi seguridad
Al entrar a cualquier aeropuerto del mundo globalizado
Me siento desnuda en este espejo mirando al otro
que soy yo misma
Envuelta en unos códigos cada vez más previsibles
Y si por ventura
mi cuerpo emite alguna señal de metales
todos piensan
aunque sea por un segundo
que eres un bandido
un narcotraficante
un asesino
un ladrón
En síntesis
un perseguido por la ley
Y siento
las persecuciones
los miedos
las pesadillas
en el tormento de vivirlas de una sola vez
Y en segundos una ráfaga en el inconsciente me paraliza
como coneja
con ganas de echarme a correr
desesperadamente
como si fueras el delincuente que siempre soñaste no ser
Y nos disponemos
A pasar a esa llamada sala
la sala de espera
que hay en todas partes
en todas partes donde he esperado al puto dentista
con esa música que adormece los sentidos
que he escuchado en el supermercado y en todas las salas de los hospitales
manicomios
casas de tortura
con hartas tiendas y cafés
a hacer como si
Como si toda tu miserable esperpéntica vida
dependiera de una espera más
Y que silenciosamente
como una borrega humana
apenas
en tonos audibles
pudiera oírte como la expresión de todas las prohibiciones de la comunicación

Hablar bajo
Murmurar en el salón de espera
para que la ansiedad y la angustia
se exacerben en un mutismo enervante
Cuando llega el vuelo
estoy drogada con la musiquilla de esas pobres esferas
y pueden pasarme por encima
que seguiré escuchando esa musiquilla preparada
para ser transportada
Pero antes
te ordenarán la entrada de acuerdo a tu numeración
no subirán primero los niños
o los viejos
sino
aquellos señores de corbata ancha y maletín que entran ufanos en clase ejecutiva
y van por delante y se sienten superiores
porque pueden arrepatingarse a destajo
estirar el cuerpo
ser servidos como príncipes modernos
Y al pasar por sus asientos anchos
confortables
donde puedes pearte con holgura
vuelves a sentir congoja
Porque estarás pegado al vecino
como si fueran gemelos en la barriga del avión
en posición fetal
sin posibilidad alguna de estirarte
Pensando
en un estado de idiotez entregada al destino
quizás hasta orgullosa de ser alguien que tiene
la posibilidad de mover el trasero por el mundo
Estás en sus manos
en un artefacto que debe vencer la gravedad de la tierra
Entonces, cuando el motor pone toda su potencia
y sientes toda la fuerza del avión
en tu cuerpo
al llegar a los 30.000 pies de altura o más
pasando por la algodonera de nubes tocando el techo
en las espesas corrientes de viento
con la angustia que estás deslizándote gracias al aire

Encerrada en posición fetal
sin poder moverte
sin posibilidad de fuga
La ansiedad te envuelve de nuevo
deseando ardientemente:
fumar
succionar
aspirar
Y me siento una beba gorda en la sala cuna del avión
con hambre
mucha hambre
necesidad de afecto
por una mirada conmiserativa
de la bruja de la asistente
quién me tirará unos platillos
hechos en serie multiinternacional
recalentados en el microondas
que sabe al sabor híbrido del siglo XXI
al sabor transgénico del porvenir
Porque después del sabor a todo y a nada de la comida
Macrobiótica
viene a cumplirse otro de mis deseos reprimidos
darle rienda suelta a
la compra liberada de impuestos
Allí toda la libertad del mundo al entregar tu sello plastificado y dorado
entre las compras del Duty Free
enloqueces libre por las bagatelas
para los labios
el perfume
en un estado de consumo interior
me viene repentinamente un deseo de cagar

cagar en el vuelo
mojonear el aire
soltar el esfínter
como una regordeta bebita chilena
antes de dormirme en posición fetal
boqueándole las babas al gemelo de viaje

_______________________________________________________________________
Siento un verdadero pánico a volar a las alturas a la velocidad a la oscuridad a los autos a la turba a los
buenos a los vientos a los rayos al sueño a las escaleras mecánicas a los elevadores a cruzar


La poeta Carmen Berenguer

Mala piel


Piel que pora no podría ser otra piel de durazno negro;
pigmento oscuro no otro, más que oscuro, no otro.
Crin sufroso el sayo que lo cubre y tizna.
Si aquél blanco horadara negro piel o la negrura espesa
el corazón tensara rojo piel blanca y por blanca virgínea
verrugosa la oruga sedara el silencio de aquél vellocino
pigmento de sedas avienta la oruga.
Su brillo opacara así
empolvando las estrías que trepana la cintura hacia lo velloso;
lamé cerrara y abriera hondo.
Pígmea su lamé bellosida plateara la sien;
guante sintético
de la mano que el guante esconde vacilante al tacto
de la cintura drapeada; cincha salvaje cimbra el talle
piqué blanco; borde el punto
y piensan pezones
más arriba
antes del cuello bibeteando cintas
cincha
acordona las tetas ralas;
pilchas sujetas.
Piqué
colorean cruces
ensedado natural a lunares salmón en la distancia lunar
refajo crepégeorgette saya bajo sostenedor del cuero
que acorpiña la tetada;
satén a rayas
pespuntean tajos
y más abajo en medio de las piernas antes de la melenada labial;
relieves sayos
piernas nylon rellenas;
puntos idos
hilos
hilados;
dedos uñetas recortan los aderezos pielares
nacientes lunas
relevos verde lumiere
musgo
humedece la noche zigzagueante breteles en la sima
carnada rolliza fajeada
en pieles algas
focas cocidas zurcen el cuero y viste a la que suspira por los desperdicios
un rosario de conchas anillando
el ruedo
y más arriba
enmarañando torsos bogan
sumos de cochayuyo yodado;
teje verde luche
aquello que transparenta la enagua
y perfúmea
lo que la ahuyenta
colgajos de trenzas anudan la colonia
de changos
y siglos turban chascas
cuelgas de lana.
El colero amanta las crenchas
y flotan en el doblés ligadas a la espalda
el broche; colitas de cuelgas
albacoran
gangocho carnal; flote de perchas.
Y arriba
arquea el escote y apunta a los huesos
arneando la saya de duras aletas
crespan   crespas
aquellos párpados; nido de estrellas.
Y más adentro
se viera bajo un telón grácil
sueltas las charquis
danzan  dancen
mugrón de oídas por la oreja silbe
trigal de espigas;
pingan jocosas botón de rosas;
pétalos carnos    besos de bofe
cuelgan mollejas mudas    nuden
lentejuelas vuelen
ligadas;
cueros de cocodrilo a ras serpientes
cascabeleen piernas nonato.
Botas de vaca abriguen la zorra y hebillen huinchas.
Zarpe la espalda de la esclava,
trajeada de foca cosidos botones de astracán
blanqueadas nalgas sajadas
rapen la nariza
y suban los ojos con tirantes por las orejas tejidas; pelos de silicona.
Manos revoladas estiran la estética
y hormonas pegadas en el culo
Arpan  arpen
doblando recortes de sobras;
hierben hierban
ácidos
y engasten los pómulos.
Y en lo profundo por la piel
piren piran
la rastra facial; papiro de pieles
peldefebre sin escote
manga mangen
porcelana hendida en las grietas mapas
mapean pieses
flacas   flecan.

 

Y Dios creo a la diosa del Eros del siglo xx


Un día me hice este moño que vi en una película de la Brigitte Bardot
era un nuevo moño iluminando los años sesenta
en mi despertar sensual.
Es un moño tubular de lado con horquillas
unos mechones en el rostro
mechas sueltas
un desorden
unas lianas enrizados
locos adornos sensuales y libertarios.
Viendo cine europeo y gringo aprendí
el fulgor de los espejos.
Tomar el pelo en tus manos
y hacer como si estuvieras realizándote.
Luego mirar tu rostro y encajarlo en la cabeza
usando sutilmente las horquillas.
Y como si pensara en ese recogimiento
vas reafirmando el rostro indígena
tomando un manojo al derecho
otro al izquierdo
lisos y ondulados como la diosa del eros
peinarse
era una forma de
dialogar en torno al rostro
consciente que no era solo
un deseo efímero de parecer ella
creada por dios.
Quién me habría creado a mi? El dios Lautaro?
Hacerse un moño es un arte
una estética del objeto pelo
en el contorno de tu simetría de ojos
pero me había acostumbrado a que
no todo lo que veía existía
prevaleciendo mis descomposiciones
en mi nariz  ñata
mis ojos orientales rompiendo una necesaria armonía
en mis mejillas altas redondeadas
me espejeaba unos labios a veces triste
sonriente
mis orejas solícitas al sonido
mi cuello desaparecía en el cuerpo
según su compostura
mis manos eran únicas en lenguaje remedo
de congojas
mis labios se juntan son amigas
mi cintura y
Narciso
frente al espejo
De súbito cae esplendente un manojo de pelos
sostengo en mi mano un tiempo de brisas
un invierno de temporales
una lava intensa desde el volcán
un verano de sol en el monte.

Y un día te conocí sentada en las gradas de la universidad tragándonos
se quedaron pegados mis pelos negros en tu abrigo
intespestivamente nunca más nos separamos
ni pa miar
ni pa comer
nos alejamos
cesábamos hasta llegar a la esquina
y abrazados y calientes veíamos imágenes e historias universales
‘tan cerca y tan lejos’
que me instaban a corregir mis mechas
a la par de los años de representaciones de imágenes del primer mundo en el que reparaba mis dilemas de ser y dejar de ser la muchacha
que lloraba mirando el velador creado en el siglo XVIII para alumbrar con velas este paraíso.


Oda a mi huerto de pelos


Ahora recojo unas puntas y las junto a las otras y no he cepillado ni peinado solo mojadas mecha a mecha las enhebro y las levanto con un soplo de vida
como manto de olvido por el brazo herido y manca levanto al vuelo las puntas y las engarzo con flores de coliflor y serpenteados de tomates chicos simulando un huerto en mi cabeza en una escena de arte de chacra cubre mi tiznado porvenir
Al otro día revuelvo los lazos de cabello y me asoman albahacas y hierba buena y solo levanto la parte de atrás y la aprieto con una aldaba de apio
Soy me digo: la mujer de la peineta morada que almidona la tristeza como si yo pudiera hablar altisonante o yo quisiera sumarme a la tradición de la palabra
como si mi palabra fuera la palabra hecha verbo y fuera dueña
de mi cabellera y la manejara a mi antojo
en una manada de hojas verdes
en mis negras hebras
no estoy obligada a escuchar palabras
de un pequeño dios que me ahoga con ingredientes sempiternos
ahora suelto una cascada invertebrada relumbra de luciérnagas intermitentes engarzando el torrente de puntas de colores para colgarla en un espino

performance de mi huerto


Ruinas


La noche no es la noche ideal
romántica de los cantos versallescos
o trinos de pájaros en algún amanecer
La noche de la novela triste es cuando sus luces
se apagan y aparecen las sombras criminales
en las esquinas de los bares de las casas
a los pies de la cama debajo de las sábanas
en los colores de los muebles en la opacidad
de las tablas detrás de los cuadros arriba del armario
en los rincones de la escalera
en este libro
en medio de estas páginas
en el temblor de tu sonrisa en ese espejo del baño
en el cepillo del pelo en el olor de tu traje
en el cubierto de la mesa en la cajita de música
en el calcetín; broche de una noche antigua
en la maleta
en la página del medio
en el candor en la maceta de flores;
detalles del tejido
y el pañuelo a rayas en el sillón Bauhaus
en el cuadro de Frida Kahlo en el retrato de revistas viejas
en los platos de comida en el charquicán y el luche
en los juegos de luces pascueros en los vasos de vino
en la ponchera en el apiao y pajarete   en el chaleco azul
en el anillo en el collar de un cuello en los aretes
en las páginas sueltas aquí mismo
en el hilo del medio
en el piso de la cocina en la heladera
en la silla de paja en el jarro del café
en la azucarera en la mermelada
como si arriba en la cucharita del té
crochete del estío en la biblia latinoamericana
en el cantar de los cantares en el libro de Job y Jeremías

“Chile aparece como un inmenso caballo muerto,
tendido en las laderas de Los Andes bajo un gran revuelo de
cuervos”. (Vicente Huidobro)


XII

Isabelina la Divina

Eras, se dice -una muchacha decente-, de buena familia, y de mala fortuna que casó con un proxeneta que la vendió a los truhanes callejeros. Isabelina que trabajaba en una embajada, perdió la razón.
De ahí en adelante fuiste esa muchacha que comenzó a escribir con esa obsesión que tienen sólo los que saben amar. Isabelina se convirtió en el ícono callejero de la urbe santiaguina. Viviendo en las calles, Isabelina escribió sin razón sobre el arte nacional. Isabelina de hombre se convirtió en mujer o ya era mujer. En esas polaridades, el género se perdió. Y hoy Isabelina duerme en la calle, come
En la calle y escribe en la calle.
Así habló Isabelina en las puertas del templo del arte: Yo miro a este el lado del este y allí los veo limpiando las calles del oeste, con una escoba barriendo el semen de la noche anterior. Preciosísima desparrama gotas de cloro, para sacar el mal de noche en el pórtico del prostíbulo. Yo le digo a purísima que le deje esos vómitos a las ratas y baratas, que son las limpiadoras naturalísimas del templo.
Allí va la cristianísima rayando las paredes y cunetas, rayó y rayó y nunca ­más paró, luego llenó de hormiguísimas la ciudad, avizorando el porvenir de las tormentas que llovían y llovían dejando mi guarida anegada.

Por el oriente vienen unos jets lanzando papeles escritos por el oficiosísimo y las gentes recogen los panfletos de lo alto y lloran y sus lágrimas van a dar a su riísimo y su vidísima que me tiene los pelísimos de punta. También la gordísima gorjea al paisísimo lanzando pedos por la voz; cataclismos entusiastas reverberaban y traspasan los ladrillos del museísimo cual gran Caballé.

Los comunistísimos miran desde la casa del escritor a estos asteroides que vienen muy artistísimos con depósitos y hartas vendísimas a envolverles sus heridísimas. Y el artistísimo saca la cordillera desde lo alto de sus cumbres y las repone en el mar para que se vean como espejos rodeando mi guarida. Loquísimos los democratísimoscristianísimosgobiernanconláguísimosylossocialísimosylosradicalísimoselpaisísimo. Los socialísimos ahora son social demócratas porque se fueron a Europa y tomaron cursísimos de manejo y aprendieron a ayudar a los pobrísimos y los estudiantísimos y a los trabajadorísimos del paisísimo. También a las mujerísimas del género y a los homosexualísimos los cuidan de los homofóbicos del paisísimo.

La poeta Carmen Berenguer

XIII


Cómo vas a presentarte ante mí de esta forma tan
impía
tan dulce y sofisticada como la locura
dispuesta a hablar bajo el imperio de los sentidos últimos
de una muerte dispersa
Oh fatua repentina de cabeza laxa
expuesta a la indulgencia de aquél que atraviesa a la deriva
Oh vacua exposición de lo inaudito.


XIV


Hoy es un día más de este milenio y eres una
referencia clásica, por las arterias onomatopéyicas
y sus bellas declinaciones formales, en el siglo reciente.
Un recorte, una silueta, un perfil; cosas,
mi querido artista de la calle un tanto nostálgico
que a nadie conmueve, sólo a los estudiantes
de escuelas privadas que les interesa recoger
algún vestigio del pasado.

Tal vez un cliché para sus dormidos sueños de juventud. Tal vez un deseo
vetusto de olor a margen que alienta un ánimo de alimentar un mito callejero
en un recodo de la ventolera del tiempo antiguo.

Ahí lo ven con su mismo trapo de pollera que ensucia con sus manos de
artista: falda tiznada y su trapero en la cabeza que se usó para alisar el
pellejo de un pobretón a fuerza de lamer el culo.

Igual que ayer, sin más arrugas que diga el tiempo de sus bototos viejos
militares o sus zapatillas imperiales Adidas. Nada, ni más gordo, ni más
delgado, como señorona, después de haber sido bien alimentada.

Sólo el vuelo rasante de nuestra conciencia nos dice, que ha pasado el
tiempo para esta suerte de romanticismo como nuevo misticismo en las
heladas glaciales de nuestra modernidad.

Tal vez tu negocio de ambulante errante, habría hecho pensar que te has
oficializado con puesto legal, porque has desmantelado una mesa y les has
cortado las patas para instalarte en las mismas calles de tu oficio de andante.

Pero las calles son solitarios espejos mudos de la templanza del ovejero
nacional. Y su racionalismo se ve en los agujeros y covachas al margen de
otro margen más violento en la urbe al sur.

Y no hay que preocuparse del arte cebolla, porque la violencia se puede
elaborar en la cabeza del artista, como dos cuchillos gemelos donde se
vislumbra el nuevo paraíso telúrico y ornamental de la ciudad. Los cuchillos
tienen cacha negra.
Con más ambiente a sabotaje, más olor a miserable.



XV


No es bueno pensar que industrializar el cuerpo muriente, hay que venderlo.
Hay que elaborar la estrategia para ponerlo en exposición.
Hay que hacer llorar a la gente, articular las lágrimas, que pueden ser
transparentes como cristales, aunque sea un fetiche más, incluso usado por
siglos. Porque ahora la profesionalización indica que las lágrimas deben
vidriarse a altas temperaturas para darles forma de lágrima acrílica.

Tal vez el minimalismo supere el problema, y así las lágrimas sean ardientes
transparencias que cuelguen como collares plásticos de lágrimas eternas,
sería lo más indicado. Arte cebolla.

Arte posindustrial cuellos transparentes llenos de lágrimas como floreros
acrílicos con pezones colgantes para que aleteen en el mercado del arte y sus
mugidos traspasen los ghettos y las cucharas salten de los cuerpos allá
distantes en los márgenes líneas trazantes donde el corazón se ha vidriado en
el horno.

He vivificado este colgajo femenino, puntas del pezón
como flecos deramadas pobres allá,donde ni el viento llega.

Tal vez Virgilio se levante en la madrugada y corte un puñado de Huillis
para mí y me los venga a dejar en la ventana nacional. Así de bucólica es mi
mañana hoy día. Aquí puedo superar la realidad.
¡Ah! Las cachas negras y filo del arte criminal.


XVI


Soñé que en las hojas del cuchillo se espejeaba la ciudad modernizada, el
Wall Street y los espejos de los edificios nuevos eran la laguna donde
Narciso se miraba. El sol reflejaba al edificio de enfrente y así los espejos de
la ciudad iluminaban mi pesadilla y me vi en ella con la aguja de mi madre
detrás de los animales para inyectarles y perder el miedo a traspasar la piel.
Luego usé el cuchillo y corté la verga de Narciso a ver si su rostro se
transfiguraba en la hoja de papel celofán.



XVII


Me vi en el jardín de los Epicúreos.
Luego en el estar donde mi madre daba unas puntadas.
Desperté sabiendo que mi madre se había ido para siempre.

Tuve un encuentro con mi amigo filósofo, sobre la acritud del tiempo de los
escépticos e invocamos a Spinoza abierto con un cuchillo.
Mi vida está en estas páginas que las lleno de infinitos recovecos.
He conocido el miedo.
Mi amigo es Buda Zen y yo no conozco esa nueva realidad de él.

Entiendo que cada cual busque su refugio en los glaciares.
Las páginas blancas no son lo mismo que la página en blanco, y debajo de
los papeles hay una filigrana con las iniciales de Mallarmé.

Me gusta pensar en algunas posibilidades de la vida, pensar por ejemplo que
Let it be, puede tener esa posibilidad como argumentaba Gertrude Stein.

Sé que esas son las formas de evasión para escapar de la realidad y su villana
indiferencia.

¡Oh Cielos!, yo no conocí la verdadera república
Son tan bellas las caras de las Llamas en el Norte y tan dulces los Pudúes
en el Sur.





*(Santiago-Chile, 1946). Poeta, cronista y artista visual.  Frecuente asistente del bar Jaque Mate. Obtuvo la Beca Guggenheim (1997), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2008) y el Premio a la trayectoria en el Festival de Poesía La Chascona (2017). Ha publicado en poesía Bobby Sands desfallece en el muro (1983), Huellas de siglo (1986, 2010), A media asta (1988), Sayal de pieles (1993), Naciste pintada (1999), La gran hablada (2002), Mama Marx (2006), Chiiit, son las ventajas de la escritura (antología, 2008), La casa de la poesía (2008), Maravillas pulgares (2012), Venid a verme ahora (2012) y Mi Lai (2015); y en ensayo Escribir en los bordes. Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana 1987 (1990) y La mirada oculta (1994).