VERÓNICA JIMÉNEZ
Nació en Santiago en 1964. Ha publicado sólo en la antología Códices (Santiago ,Red Internacional del Libro, 1993) y en la revista "Licantropía", editadas ambas por el "Grupo Códice" de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, grupo del que participa activamente desde 1992. En dicha facultad estudió la carrera de Licenciatura en Humanidades con Mención en Lengua y Literatura Hispánica, titulándose con una tesis sobre César Vallejo. Actualmente estudia periodismo en la Universidad de Chile. Tiene a su haber un poemario inédito titulado Islas flotantes.
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LA DERROTA DEL MAR
Nosotros que tuvimos que pasar
por tantos puertos llenos de agitación
pernoctando en pequeña lanchas
azotados por la lluvia y por la olas
y que fuimos a un tiempo
alegres ebrios a bordo de cargueros sin destino
y silenciosos marineros abandonados en la bahía
nosotros que algún día soñamos en lechos
extensos como las velas de los barcos
y construimos un hogar sobre el viaje de las aguas
bendecidos por la música del mar en la noche
anclamos ahora en esta oscura rada
como náufragos arrojados a su mala suerte
vomitando espuma, con los pies enterrados en la arena
y la piel herida por la sal.
LOS NÁUFRAGOSA Kurt Folch
Miro el mar desde la ventana
en un día de lluvia
el agua se junta con el agua
luego mis ojos miran desde el centro de la tempestad
una ventana iluminada en la playa
y las olas me arrastran hacia altamar
sólo la boya persiste
II
Tu mano reaparece en la superficie
dos, tres veces, despidiéndose.
Siempre bromeas así, haciéndome llorar.
Volverás a salir cuando te canses
de dormir entre las algas
en el fondo misterioso y negro
de donde salen los viejos remeros
para llevarnos a la playa
a la isla de los náufragos.
EL VINO DE LOS ABSUELTOS
Un chasquido de lenguas atraviesa el cuerpo del huracán
unos compases muerden los muslos de las piedras.
Cofre eras, bolsa de monedas de escaso valor
boca en que se quemaban las hojas secas
que de tanto en tanto emitían alguna señal.
Cofre soy,
y con saliva opaca voy besando los cristales.
Es un rumor el sitio al que se debe marchar.
O es el fondo del espejo de todos los espejos,
el agua, que nos llama con inconfundible temblor.
POSTAL DE PUERTO
El filósofo González Pérez, estibador del sitio número tres, examina con avidez imperceptible los movimientos sensuales de la mar. Cada gota de blanca espuma ha de brotar un gramo de ese gran secreto inmensurable. El rugir de los motores de las barcazas no le impide pensar en todos aquéllos que tierra eran y en tierra nunca se convertirán, porque corrieron un destino innombrable de la mano de rubias diosas, mitad peces, mitad mujeres comunes y corrientes.
ISLAS DEL SUR
En una cabaña, orilla de los rápidos del Baker, el hombre dejó su inútil caña de pescar y se sentó
al abrigo del fuego, mientras la muchacha iba por el vino.
Oye, tú, Pablo, o como te llames, dime de quién es el espíritu que hace saltar la botella de mis
manos para quebrarla contra la pared, inaugurando quién sabe qué cosa.
La luna, una esfera de plata sumergida en el agua, no oye la súplica del hombre que la mira
desde el umbral, porque debe luchar contra la corriente del río para no dejarse ir.
LA COSECHA TE SERÁ PROPICIA
Bien por ti
porque no lo ignoras y puedes decir:
la lluvia es sólo lluvia
vi los cuchillos caer y no fui herido.
Y los sellos cedieron a los gestos
abiertas las exclusas
alguien pretendió que fueras feliz.
Ahora muerde también el pulso ligero de la noche
ojo que blanquea los contornos negros
de toda desnudez, dale reposo.
LEYENDA DE LAS IMÁGENES
Piensa, piensa, piensa
escupe, cerebro, la pócima clara del aserto
date a entender.
Empieza setenta veces siete, nuevamente:
los muertos-náufragos agarrados a su tabla monótona
los individuos vestidos de materia oleaginosa, ojos que no ven
en procesión inacabable -alejarse y regresar-
sólo las cosas me llaman, de ellas soy.
A Germán Carrasco
ÉL ES UN CONSTRUCTOR DE BARCOS
Lo veo andar entre las maderas
atento a la prédica viejísima de los mares.
Marca con un lápiz, clava, cepilla
y cuando termina su trabajo
emocionado por el olor fresco de la brea
cierra los ojos y bautiza
a las pequeñas barcas que se llaman
Susana, Santa Elvira, María Ester
o cualquier otra capitana de sirenas.
HUELLAS EN EL PARAÍSO
Cuando le hicieron el retrato, esbozó una dulce mueca para desagraviar a sus antepasados. No te envilezcas ofreciendo un gesto fiero a los que hablan -se dijo-, que todo lo que digan es anzuelo para arrastrarte o plomo que abra tu pecho. Y se quedó extática, tratando de recuperar, al menos, la silueta solemne del Rehue incrustado en el cielo gris.
Afuera, los cantos, los pasos lentos de los que procesionan bajo la lluvia del Viernes Santo; el apuro de los que empujan para llegar antes a las hostias atravesadas por los clavos del madero.
de Islas flotantes
Tomado de http://www.uchile.cl/cultura/poetasjovenes/poetas/poetasframe.htm