IDA VITALE
Estar solo |
Un desventurado estar solo,
un venturoso al borde de uno mismo. ¿Qué menos? ¿Qué más sufres? ¿Qué rosa pides, sólo olor y rosa, sólo tacto sutil, color y rosa, sin ardua espina?
(1953)
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Este mundo
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Sólo acepto este mundo iluminado
cierto, inconstante, mío. Sólo exalto su eterno laberinto y su segura luz, aunque se esconda. Despierta o entre sueños, su grave tierra piso y es su paciencia en mí la que florece. Tiene un círculo sordo, limbo acaso, donde a ciegas aguardo la lluvia, el fuego desencadenados. A veces su luz cambia, es el infierno; a veces, rara vez, el paraíso. Alguien podrá quizás entreabrir puertas, ver más allá promesas, sucesiones. Yo sólo en él habito, de él espero, y hay suficiente asombro. En él estoy, me quede, renaciera. |
Obligaciones diarias |
Acuérdate del pan,
no olvides aquella cera oscura que hay que tender en las maderas, ni la canela guarneciente, ni otras especias necesarias. Corre, corrige, vela, verifica cada rito doméstico. Atenida a la sal, a la miel, a la harina, al vino inútil, pisa sin más la inclinación ociosa, la ardiente grita de tu cuerpo. Pasa, por esta misma aguja enhebradora, tarde tras tarde, entre una tela y otra, el agridulce sueño, las porciones de cielo destrozado. Y que siempre entre manos un ovillo interminablemente se devane como en las vueltas de otro laberinto. Pero no pienses, no procures, teje. De poco vale hacer memoria, buscar favor entre los mitos. Ariadna eres sin rescate y sin constelación que te corone. |
La palabra |
Expectantes palabras,
fabulosas en sí, promesas de sentidos posibles, airosas, aéreas, airadas, ariadnas. Un breve error las vuelve ornamentales. Su indescriptible exactitud nos borra. |
Cuadro |
Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión, un festín de luces y sombras, la apariencia del viaje en la inmovilidad. Tensamos un blanco campo para que en él esplendan las reverberaciones del pensamiento en torno del icono naciente. Luego soltamos nuestros perros, azuzamos la cacería, la imagen serenísima, virtual, cae desgarrada. |
Reunión |
Érase un bosque de palabras,
una emboscada lluvia de palabras, una vociferante o tácita convención de palabras, un musgo delicioso susurrante, un estrépito tenue, un oral arcoíris de posibles oh leves leves disidencias leves, érase el pro y el contra, el sí y el no, multiplicados árboles con voz en cada una de sus hojas. Ya nunca más, diríase, el silencio. |
conclusión y relámpago |
Virrey caracoleante, Mayo duro
dice conclusión y relámpago y cierra las puertas últimas del verano. En tardes lejanísimas del anterior otoño tendrá el cielo textual, usual, sin dianas, puesta dorada y triste la sábana del tiempo. Destraillado, el perro de la vida busca circularmente y harta desolación hay en su olfato. |
Renacentista |
Aún sigue siendo así: icáricos,
caedizos y respectivo mar uno del otro. Desde las barcas y las plantaciones trasmiten partes de rescoldo último, doblan señales de pasión y muerte los exentos, y fervorosamente huyen del aire altivo de la quema. Los que allá siguen gravitando aducen sus propias leyes, su sagrado fuego, tocan intactos su certeza y ríen. |
Amanecer solo |
La rosa noroeste se repliega,
la rosa sur se exime. Todo ser, todo ardor abren sus biombos nítidos. Gritos da el aire sin respuesta cuando la soledad azuza perros carniceros y una mano en el chirriante límite aproxima los restos. |
Para bajar a tierra |
Se calza uno las botas de la lluvia,
los ojos de la lluvia y el pesimismo del posible granizo, acepta la encandilada taza de la mañana, barrunta el barro, el frío contra la piel caliza, urde planes contrarios, apostrofa y desmanda, supone el ronroneo del poema cobijado en la cama, como un gato. Pero transige poco a poco, baja, y entra al campo del radar de la muerte, como todos los días, natural, tautológicamente. |
Recreativa |
Suponiendo que estamos en el fondo
de un pozo imaginario; que ese pozo tiene altura, brocal, más allá cielo para alguien que lo alcance; y dando por sentado que tiene un contenido en esperanzas yertas, averígüese el tiempo que habrá de transcurrir para que quien está en lo más hondo de él llegue hasta arriba. Formúlese la respuesta en sueños viables, fines laberintos, ilusiones volátiles. Calcúlese también la energía perdida cada vez que se vuelve a tocar fondo. |
Trastienda |
Cielos veloces de Montevideo,
estratos de oro y de laurel, halados por la más alta red, tibios lilas lentísimos cocientes de su luz multiplicada, pasan y nos envuelven y nos entretenemos con su gracia, como una mano juega entre arenas que guardan la eternidad en la que no pensamos. Entretanto, el pegaso peligro relincha ferozmente. |
calco por transparencia |
La tarde nítida,
llena de tientos firmes —trompeta, telegrama, jirones de Girondo— reserva entre sus drupas la tristeza. El otoño presagia traslados, traslada los presagios, gasta sus espléndidos velos en rituales oscuros. Todo ortigas, se obstinan cenizas jeroglíficas. Sólo el amor detiene las paredes veloces, suspende el derrumbe. Por transparencia se ve el fuego devorar las más altas cortezas en los jardines escalados. Sobrevive un gorjeo, brújula tersa. |
Venturas naturales |
Contra las presunciones, sol insiste,
fuera, no dentro, incandescente informe no rector. Otros días su luz es una endecha, una plática suave. Casi como si fuésemos musgos o hierbas de semilla o árboles frutales el día segundo de la creación. Como si fuese simulacro el fin del paraíso. |
Verano |
Todo es azul,
lo que no es verde y arde, I.N.R.I. —igne natura renovatur integra— en este aceite grave del verano; cae el que pesa el vuelo de los pájaros y blasfema del pájaro sin vuelo, cae la excrecencia verbal = la agorería = el trofeo, la joya sobre la vieja piel de siempre. Quien se sienta a la orilla de las cosas resplandece de cosas sin orillas. |
Respuesta del derviche |
Quizás
la sabiduría consista en alejarse si algo vibra a nuestro movimiento (porque la horrible araña cae sobre la víctima) para ver, refleja como una estrella, la realidad distante. De ese modo la situación florece a nuestros ojos —o pierde uno a uno sus pétalos— como una especie vista por primera vez. Y juzgaremos triste, vano zurcido que nada repara, el dibujo trivial de nuestro gesto, improbable amuleto contra la emigración de las certezas. |
Perspectiva |
En primer plano pliegues,
joyas, rostros, flordelisados jinetes usurpan con noticias humanas el velo de la nube en el cielo, el lejano ciprés, las colinas, los ríos como cintas al final de la fiesta. Hacia la perspectiva, la superficie se vuelve transparente, diseño esmaltado que deleita el ojo, tabla de tentaciones por donde la mirada corre a más, a la invisible fuente de lo visto. Un hombre busca puertas hacia eludir la contingencia que de este lado de la tela acecha, empeñado en ganarse un lugar que no preferirá el onagro ni habitarán terrores; llama detrás de ese infinito, intenta, deslizando esperanzadas lentes, descubrir y acercar lo que se esconde, lo que debiera estar sosteniendo el milagro. Y sólo encuentra el límite otra vez y la pregunta. |
En Quevedo |
Un día
se sube del polo al ecuador se baja de los plumones de paraíso a la artesa de sangre donde cae la cuenta más certera por quedarse excavando en Quevedo querube de odios nítidos luciferinos bríos cómodo en las cuatro postrimerías del hombre muerte juicio infierno gloria. |
Homenaje a Magritte |
Desde el cielo un jinete
galopa hacia los bosques, una amazona cruza florestas que la cruzan. La llave de los sueños es la llave de los campos es el recuerdo de todo viaje es los territorios metafísicos. Desde el pecíolo de una hoja salen seriadas estratagemas para sortear espantos, símiles fieles, aproximaciones del candor y del mojado, laborioso miedo, como un león que vuela entre laureles y trompetas, un peñasco levanta en vuelo su castillo, una manzana invade el cuarto de lectura; lo que en nuestra memoria tantaliza cubre los cielos de tormenta, derrumba barricadas misteriosas con una luz toda discernimiento. Los ojos fértiles crean procesionales días, atardeceres que filtran en el mundo visible pabellones de espacio desfasado. Nubes Magritte serán veloces para siempre. |
Tramos |
A cada paso,
lenta como marea, la inconstante escalera derrumba sus peldaños, lo que ascendía, desciende y así vamos, maniquíes de Escher, arriba, fondo |
La cacería, ¿infinita? |
Islas:
tanta claridad es misterio. Túneles las traspasan, dédalos dinamitados para renacer de sí mismos, laberintos con toro y sueños y teseo voraz del mito y ariadna que un día inicia la para siempre eterna lectura de la verdad que, fabulada, circular en las aguas escapa, fija a la orilla de un comienzo, de un cerrado infinito cerrado. |
Paisaje de la estrella |
Si ese pasado
volando desde distintos puntos de partida llegase a serenísimo vals si pudieran acordarse la fascinación del fragmento el golpe de la montaña mágica las fulminantes azoteas en el triunfo de las tribulaciones la gota de laúd y luego noches descubrimientos fines todo el torrente de las desposadas metamorfosis cuando juntos recogiéramos el azoro que numera los años uncidas las felices ocasiones acaso el miedo el duelo hasta un eterno crepúsculo flores finales. |
Pena capital |
Dudamos por el cielo,
y asomados a su ceniciento diafragma vemos bajar su polvorienta, patética corona sobre la miseria del hombre, su harapo placentario, por igual, sobre el pobre, infinito, y sus pocos señores. Y es lo único justo. |
Alameda |
Contra las invisibles estrellas
—su memoria como una fresca vía de la noche—, contra su luz aniquilada, la falsa, brillante red de lumbres prendida de los muros altísimos. Cabría equivocarse como en sueños. De pronto, saliendo del esplendor oscuro del jardín, casi a tus pies, corrió la rata fría, real, más nítida que el hoy, duramente borroso. |
Jardín de sílice |
Si tanto falta es que nada tuvimos.
Gabriela Mistral
Ahora
hay que pagar la consumición del tiempo, sin demora, gastado el arrebato en andar por un jardín de sílice. Aramos otra vez el mismo surco para fertilidad de la desdicha, y la letra, el silencio van entrando con sangre. Años vendrán para pacer palabras como pastos oscuros, echar a arder pequeñas salamandras, todos los exorcismos, apenas memoriales donde hubo un aire libre, ya no lugar común, que nadie en el miedo de las encrucijadas sueña o lee. Vagos vagones cruzan hacia un pasado que pulveriza las raíces, que alisa el luto y nos despide. |
Zoon politikon |
Il nʼy a de paix quʼau-dessus des
serpents de la terre. Max Jacob
Quisieras escribir al margen de combustiones
y escalofríos, malezas que ametrallan y testimonios del fracaso de toda magia, remediando azogues roídos para que del otro lado del espejo se llegue a los jardines sin tormenta ni astucia, donde el té circular y los amigos íntimos lejanos. Quisieras convertir los pantanos en manantiales de limpio berro, izar la historia, red reptante donde tropiezas y te cubres de presagios amoratados. Pero sigues por arenales de sofocación hasta ningún fin, a vararte en el horror prometido. La espalda, triste signo, acata tablas dictadas entre truenos y violencia. Quisieras estar naciendo en edad de razón. |
Estilo |
Pasa el vértigo de ajenas
corporaciones emplumadas para fiestas o iras de la selva. Pasa el dialecto. En tanto, el hilván hondo de la lengua lee en jazmín diminuto o en arena, deja el hervor tentante e imagina las simples, que relucen, espumas de la última ola. Y se encaja otra vez en el cóndilo, en lo exacto de la fatalidad. |
Residua |
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce a un gris residuo en la memoria. De los antiguos viajes quedan las enigmáticas monedas que pretenden valores falsos. De la memoria sólo sube un vago polvo y un perfume. ¿Acaso sea la poesía? |
Mariposas |
Altas,
en el poco cielo de la calle, juegan dos mariposas amarillas, crean sobre el seriado semáforo un imprevisto espacio, luz libre hacia lo alto, luz que nadie ha mirado, a nada obliga. Proponen la distracción terrestre, llaman hacia un paraje —¿paralogismo o paraíso?— donde sin duda volveríamos a merecer un cielo, mariposas. |
Montevideo-Nota bene |
Siempre hubo quien
y siempre faltó cuando mientras enseres, aleluyas, aulas olvidan la lección, el latigazo de las postrimerías. Se postulan precarias precauciones para la nula lite. ¿Qué porvenir, posdata enrarecida, rastra rasgueada, mísera rapsodia? Mejor será que el coro, el decir retazado, el mudo grito contra la gangrena, principiar donde otros concluyen, concluir donde otros principian. ¿Quién tiende mesas para la gracia de inútiles migajas? Hay sueños corredizos para pocos. Usa la espada de cortar lazos, proposiciones. Principia donde otros concluyen, concluye donde otros principian. |
Historia |
Subíamos corriendo la larga escalera.
Apenas si mirábamos posibles detalles laterales, sorpresas de una ventana abierta al mundo tras los vidrios, reflejos, sedimentos del que subiera antes. Velozmente cruzamos la inútil pausa del rellano, abandonadas rosas menos que naturales, los ramalazos del siempre ciego cielo a su modo indeleble. Subíamos, subíamos por lo idéntico sólo que hacia cada vez menos luz, hacia pozo más hondo. |
No llores vanamente tu fortuna |
No llores vanamente tu fortuna*
Las escaleras turbias suben a la esperanza del amor, descienden a raudales de soledad, miseria, a esa sombra en la que viejo, te gustará sentarte, graduándola: entreabrir un postigo, apagar o encender una vela, otra vela, para alumbrar la seda de una frente, el cigarrillo consumido a medias, epílogos, epílogos. No entiendes esas grandes cosas inmóviles, egipcias, y prefieres vivir sobre un burdel, cerca la iglesia, el hospital. También tu voz bajó por escaleras, llegó a la sombra, al cáncer, durante el largo viaje tuyo a Ítaca, a nosotros, al milagro sencillo: eres el derrotado, el triste, el solo —no importa de qué tribu— que trueca el duelo en canto. |
* Constantino Cavafis. |
Un fragor y la muerte |
Alrededor de la palabra se ha reunido la nieve*
y todo heladamente nada canta y el oscuro silencio es un fragor y la muerte inerte tela la palabra lívida mortaja la blanca palabra cadáveres. Septiembre 19 de 1985 |
* Paul Celan. |