VAPORES ACOGERÁN AL GUERRERO DESNUDO
Condujérame la mano que me conduce por el paisaje de la tierra, fuera también un rostro, y me mirara, y en tal rostro mis ojos viera, mis propios ojos (vapores acogerán al guerrero desnudo) en la lejanía la mirada, extensión de caminos sueltos, polvosos, apenas sonoridad del ave, del árbol aquel que desde sus tiernos años se yergue, esbelto, grácil con el viento, el mismo árbol de mis ojos en la lejanía, pero ya, de su semilla esparcida en rodal de luz, emergiendo portentoso, en cruz hacia lo alto y la mirada suelta trepara suavemente por sus brazos y la extensión llegárase hasta las piedras blancas, hasta las piedras negras y hasta el asedio de los hombres a los 4000 metros y desde allí, magnífica su obra, en la garganta del cielo, viera al sol colarse, cobriza dádiva, en la profundidad de lo azul
GRAN CIUDAD
He visto, al fin, una gran ciudad: voraz, tormentosa, amante terrible. He visto al hombre desnudo en ella, atosigado, criminal, cerniéndose sobre otros, chirriando dientes, adosado a sus paredes, monumentos, espiando en las iglesias vacías. Y este tumulto, sin embargo? Qué llevan todos en sus miradas que los une, que los compacta contra el tiempo o los latigazos de la tormenta? Cómo es posible que no giren como plumas en el vendaval? Atornillados a raíces, sus suelas adheridas a la brea. Oh! Es apenas una hebra de acomodo espiritual lo que los preserva. Y ese hombre desnudo, catástrofe, el desencajado, ese llamado Gran Ciudad u Horror, el más limpio, el que no entendía el llamado de los otros, el que perdió la silla en el juego, el último, el primero, el que masticaba las preguntas, ese a quien todos hubieran adorado como al Ángel si no hubiera sido pérdida de tiempo, soltar la hebra bendita y por todos glorificada; ese que se paseó desnudo ante los escaparates y las tiendas, ese, después de todo, era el des-tinado a las furiosas descargas, al colorido, al escándalo de los elementos. La multitud, al atisbarlo, se horrorizaba y cambiaba el rumbo: desorden! desorden! Ese hombre era el desorden de sus vidas. Oh! Qué puede un hombre solo, realmente solo, sino abrirse las entrañas y contemplar en ellas, aturdido, las magnificencias, las matanzas, el eterno abismo y sobre todo, esa apenas hebra que cohesiona a la gran ciudad.
ESTE PEQUEÑO BARCO CON SU TIERRA A CUESTAS
En esta misma casa
De cuya navegación me ufano
En el secreto movimiento
De mis células más íntimas
En esta misma casa
Estática
Que construí con la pasión
De quien va a montar su primera obra
El techo de los pobres
El techo de los ricos
El de quien al fin agacha la cabeza
Y entra al mundo
En esta misma casa inserta en una selva
Antes solo Sirio brillando algunas noches
Y en la que florecen los acantos al llegar octubre
En esta misma casa
Y entre sencillos actos repetidos día a día
Como enderezar los cuadros de un costado
O bien del otro
Los primeros de Diciervo que colgara entonces
Cuando con ojos de navegante miraba en lo alto
En las hojas de las palmeras
El leve balanceo de las paredes sin techumbre
Y me preguntaba cómo sellar
Ese último reducto de libertad
Que haría de mi casa un templo
En esta misma casa
Que apenas si ha cambiado su apariencia
Es verdad que los hexágonos del piso
Me traen ahora a la memoria
El cielo de las aguas que en el Mediterráneo bañan
Las playas de Tipazá
Es verdad que el adorable pájaro ptitza
Aletea de cuando en cuando entre estas paredes blancas
Siempre blancas
En esta misma casa
Desde la que me gusta contemplar a las tortugas
Devorando los capullos recién caídos de la rosa china
O el feroz combate de las grandes hormigas que luego
Por la noche
Roerán de a poco la pinotea del cielorraso
En esta misma casa a cuyas puertas y ventanas
Los benteveos acuden en noviembre
A depositar su ofrenda de moras duras
En esta misma casa me pregunto
En qué puerto estoy
¿Es posible que este pequeño barco con su tierra a cuestas
De lapachos y palmeras
Teros guardianes
Y la mirada entrañable de algunos perros
Haya navegado tanto que pueda yo decir
Un hijo tengo y no tengo un hijo?
Jugando con los hilos de la luz
Hacer la propia casa y navegar hacia lo alto
Y el corazón que arde
Girando
Girando
Girando
¿Cómo decir esta misma casa y el poema
Solo buscan la piqueta o el silencio evanescente?
¿Cómo hacer del propio barco la navegación
sin perder el rumbo?
¿Del rumbo hacia lo alto el propio barco?
PRECIOSO LIBRO DE AGUA
Tan esperado como un amante
Y le digo amante
Al amado
Que llega, sí, y se enseñorea
De esos efímeros instantes
En que uno escribe
Con la emoción
En la mano
Libro que sostengo
Y que no he leído
Aún
El verbo, el angélico
De los comienzos
El de la madre
Que sella, por empezar
El coraje
De avanzar a cortos pasos
Sobre la hierba que imperceptiblemente
Crece
Cada mañana me asiste
El mismo verbo
El angélico de cortos pasos
Leño que recién enciende
El calor del hierro
En la cocina
Y una madre prepara
La primera comida para sus niños
Lentitud mis manos
Asomándose al verbo secreto
El libro tiembla entre las manos
¿Es el verbo?
Y dejo correr
Entre sus páginas
Un torbellino
De aguas quietas
POÉTICA
Medidas exactas, cortes precisos, un justo ensamblado y he ahí el mueble, listo para su fijación con buenos tornillos y prolijos tapones de la misma madera. O un buen entarugado. Y nada de colas sintéticas sino la de cola de pez, con alguna pizca de ajo, ablandada a baño maría y que luego, con el tiempo, tendrá buena vejez de cristales, fácilmente removibles con alcohol y otra vez cola y mueble nuevo, sin desgajamientos, ni fracturas ni cosa así estúpida, porque un mueble que es de madera, es una versión del árbol que ha de perpetuarse mientras su condición lo disponga y por lo general las maderas de los muebles provienen de árboles de buena índole y maduración, duradera
Belleza no de lo mucho ni de lo poco sino de lo justo, de lo necesario, de la vida. Bello lo que es. Y no entraña esclavitud alguna
Inés Aráoz. Nació en San Miguel de Tucumán, Tucumán, el 9 de enero de 1945. Realizó estudios de música, lengua y literatura inglesa, luthería y lengua rusa.
Algunos de sus libros publicados son La Ecuación y la Gracia, Ed. de la Hoja, Bs. As., 1971;Ciudades, Ed. de la Hoja, Tucumán, 1981 (mereció Mención y Recomendación de publicación del jurado del Premio Bienal de Poesía “Ricardo Jaimes Freyre”, 1981, integrado por los poetas Olga Orozco, Raúl Gustavo Aguirre y Roberto Juarroz); Mikrokosmos, El Imaginero, Bs. As., 1985; Los Intersticiales, El Imaginero, Bs. As., l986 (Mención Especial del jurado del Premio Nacional de Poesía 1984-1987, integrado por Elizabeth Azcona Cranwell, María Elena Walsh, Jorge Calvetti y Santiago Kovadloff); Inés Aráoz-Poemas, Plaqueta 28, Ed. El Lagrimal Trifurca, Rosario, 1987; Ría, El Imaginero, Bs. As., l988 (Tercer Premio en el “Concurso Dodero” adjudicado por la Fundación Argentina para la Poesía); Viaje de Invierno, El Imaginero, Bs. As., l990; Las Historias de Ría, El Imaginero, Miramar, l993; Balada para Román Schechaj, Ediciones del Copista, Córdoba, 1997; La Comunidad (Cuadernos de navegación), Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2006; Echazón y otros poemas, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., noviembre 2008; Pero la piedra es piedra, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., noviembre 2009; Agüita, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., octubre 2010; Notas, bocetos y fotogramas, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., agosto 2011; Rojo torrente de fresas, Editorial Leviatán, Bs. As., marzo 2012; Barcos y catedrales, Selección y Prólogo de María Julia De Ruschi, hilos editora, Bs.As., octubre 2012; Haré del silencio mi corona, Poesía Mayor, Leviatán, Bs. As., noviembre 2013. Al final del muelle, Poesía Mayor, Leviatán, Bs. As., 2016.