Cuando alguien muere en Bolivia
lunes, 24 de marzo de 2025
Voltean también la mesa
sábado, 8 de febrero de 2025
Territorio de sus huérfanos
Milagros King (1975 – 2014)
“(queda entre nosotros)”, 2006, su único libro, presentado por Paulina Vinderman, con contratapa de Graciela Perosio, su mamá, también poeta. Sin reedición.
Se conocen, además, dos poemas inéditos (“Justiniano” y “El fresno”).
*
[Sin título]
Dejando la
ciudad,
9 de julio
es una suma
de varias decadencias
calladas,
de colectivos
decrépitos.
Retiro, territorio
de sus huérfanos.
La autopista indiferente
en cierta falsa placidez.
Debajo, la extensión de
techos,
chapas,
cemento,
ladrillos
y demasiados
carteles
para
algunas almas
que intentan
habitar las
estructuras
inexplicables.
*
Justiniano
Otra vez me quedo
con la luz sobre mi escritorio
y de madrugada.
Esta vez llueve fuerte, pienso,
y el viento sobre la calle Yatay
me hace temblar un poco
si salgo a este balcón mojado.
Y no sé si la batalla es adentro o afuera.
O da lo mismo.
Ahora volver a los libros y todos estos
papeles, papeles.
A estudiar el arte en épocas de Justiniano.
Y no sé si la batalla es adentro o afuera,
Da lo mismo. Digo, dije.
Él tenía que reconstruir un Imperio caído.
No tenía menos problemas que yo.
Pero tengo que ordenar estos papeles o dejar de pensar.
Debe de haber algo importante y me quedo mirando
aquella foto del mosaico que se llama “Invierno”.
Como sea, batallas, digo, dije.
Pero otra vez los ojos de Justiniano desde el mosaico.
Si vuelven a mirarme esos ojos
voy a abrir la puerta del balcón,
Voy a dejar que el viento entre desde la calle Yatay.
Voy a hacer volar todos los papeles, todos los papeles.
Iré a dormir un poco, creo.
Mañana es martes y los martes suelo reconstruir Imperios
e ir al supermercado.
*
El fresno
Y la verdad es que me siento vieja.
Ya podría dejar de soplar el viento
sobre ese fresno de afuera,
de afuera y se sabe que hablo
de la calle y se sabe, ¿o no?,
que de las batallas hablo siempre.
Nosotros somos los que la tenemos clara
hasta que sopla un poco de viento.
Y ahí estamos, juntando cadáveres.
Ya no disimulamos más lágrimas
tras los versos del minimalismo y se sabe
en que llega un punto en que hasta a nosotros
nos suena ridículo y vaya si se sabe.
Y la verdad es que todos nos sentimos viejos, ¿o no?,
Nosotros, los de después de la batalla,
que vinimos a juntar las pertenencias de los muertos
para entregarlas a los familiares.
Y la verdad es que no creímos nunca
y por eso nos la creímos.
Aunque ya no nos sirve de nada.
Y ahora a dejar de escribir.
Y ahora a seguir juntando esos cadáveres de la calle
que si no por Buenos Aires no se puede transitar.
La verdad es que ya podría dejar de soplar el viento
sobre ese fresno de afuera.
viernes, 7 de febrero de 2025
Peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos
Elogio de mi hermana
Mi hermana no escribe versos
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría
versos.
Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.
En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
ni recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus ropas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe versos,
pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.
Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus viajes
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.
Wylslava Simboska.
lunes, 20 de enero de 2025
Las llamas alucinantes de la pesadilla
No conocen mi rostro nocturno
Mis ojos como cabellos ávidos de espacio
Mi boca color de sangre desconocida
Mi piel
Mis dedos perlados de placer
Guiarán sus pestañas hacia mis orejas mis omoplatos
Hacia el paisaje abierto de mi carne
Las gradas de mis costillas se estrechan al pensar
Que su voz podría llenar mi garganta
Que sus ojos podrían sonreír
No conocen la palidez de mis hombros
En la noche
Cuando las llamas alucinantes de las pesadillas reclaman
El silencio
Cuando los muros blandos de la realidad se estrechan
No saben que los perfumes de mis días mueren en mi lengua
Cuando llegan los astutos blandiendo cuchillos
Cuando sólo queda alto mi amor
Cuando me hundo en el lodo de la noche
Joyce Mansour, nacida Joyce Patricia Adès (Bowden, Inglaterra, 25 de julio de 1928-París, 27 de agosto de 1986) escritora surrealista egipcia.
miércoles, 1 de enero de 2025
2025
Sucia: repasá esta colección de poemas y poetas que vamos armando acá con besos y arena. Mi amor siempre con vos.