sábado, 7 de noviembre de 2020

Algunos girasoles crecen en el centro de mi casa parecen no necesitar del sol

 JULIA ERAZO DELGADO


tréboles de cuatro hojas

 

tréboles de cuatro hojas ascienden al cielo

arropan mi cuerpo desnudo

lo guarecen de la lluvia de las tormentas solares

 

alguien dice mi nombre me llama a través del bosque

 

pero yo he dejado todas mis pertenencias olvidadas

para sufrir la vida de los árboles

para clavar mis raíces como dedos sedientos buscando otras manos

 

solo los tréboles de cuatro hojas pueden ascender al cielo

trepar por mi cuerpo desnudo

cubrirlo guarecerlo dejarlo ser sin nombre

 

el bosque productor de ecos distantes se calla

 

 

 

 

hambre

 

soy la cena

 

un solo cubierto en mi mesa

 

 

 

 

espantapájaros

 

deseas

una jarra de té hirviente sobre la mesa

encuentras una estela de polvo y polillas

 

deseas

un timbre que anuncie visitas halagüeñas

no hallas la puerta ni la ventana

 

deseas

una copa con bebida fresca

un desierto te ha dividido los labios

 

los lugares que no te conocieron te reclaman

las esquinas que te vieron pasar no te conocen

 

alguna vez apareces

cargando tus bronquios secos

 

alguna otra

tu alma de espantapájaros

tu crucifixión

 

ha claudicado la velocidad de tus palabras

la novela de aventuras que inventaste

 

has muerto

 

 

 

 

nicotina

 

un cigarro gira en la noche

luciérnaga

mancha fosforescente en el jardín

 

ciegas alimañas entre los árboles

sus dulces voces

sus cuellos y párpados en tensión

 

deciden cazarme a dentelladas

rayan mi rostro mis manos

se enfrentan con el veneno de mi piel

 

destila un amor muerto

 

 

 

 

fantasmas

 

algunos girasoles crecen en el centro de mi casa

parecen no necesitar del sol

 

miran mi rutina de absurdas lecturas

giran su cuello desde el sofá rojo hasta la cocina 

 

vuelven a dormir

 

 

 

 

palabra

 

tus poros tus caras tus fracturas

tus azules tu granja de lunas

tus cigarrillos tus tacones

tus abrigos sin mangas

tu invierno descalzo

tus uñas torcidas

tu hipotermia

tus cristos

tu polvo

tu luz

 

 

 

 

AROMA 

 

a Josué, recuerdo de agua

 

ocurren las horas los días

una tormenta

el hambre la sed

 

no estás

 

sabanas africanas

la aurora el ocaso

 

una leona

tras una cálida presa

 

aspiro tu aliento

guardo la flor del baobab

 

a pesar de las sombras

la caza se consuma

 

 

 

 

ÁNGELES 

 

a Juan Xavier, José y Josué

 

en una ronda bailan los niños

 

el primero una moneda al aire

echa la suerte

aviva volcanes a punto de extinguirse

 

el segundo una moneda que rueda por el suelo

roza el mundo

se forja sobre el pavimento

 

el tercero una moneda de agua

se escapa

mas regresa en tardes de lluvia y de llanto

 

 

 

 

RUTINA

 

una noche sin luna

sin estrellas

el aura

 

fugaces pájaros la rondan

 

algo nos llama a cenar fuera de casa

fuera de la piel

 

el invierno ha terminado

sangran nuestras alas rotas

 

 

 

un farol alumbra la vuelta

 

 

 

 

felicidad

 

una flor bordada

 

llena el espacio

ahuyenta las distancias

 

aún en el tambor

en el vacío

en la nada

 

aún hilo

en la rueca que da vueltas

 

 

 

 

imagen

 

la vida un palomar

 

plumas negras

gráciles

deformes

 

volando en todas las direcciones

 

 

 

 

el agua espejismo

 

la luna y las estrellas miran el agua de la tierra

 

el agua abre sus ojos sobre la montaña

se desborda como un vestido de encajes

cubre el vientre del planeta

 

el cuerpo de un hombre es de agua

aún quedan algunos  pozos de los que beber

la sed nos alcanza velozmente

 

el agua de la tierra mira la luna y  las estrellas

 

 

 

desiderativo

 

leer el horizonte

 

aferrar las raíces a los ojales de la tierra

 

dialogar con la vida

 

construir una transparente vecindad

 

en medio de la comarca de su oquedad

 

 

peligrosamente frente al abismo

 

 

enorme mar de piedras y fósiles

que no alcanzamos a humedecer

 

 

 

 

ruido salvaje

 

el invierno sepulta tus huellas irremediablemente

 

una araña recupera sus hilos sueltos 

unos pies corren descalzos por la casa

 

no quedan rastros de ti

solo un poco de azúcar derramado sobre la mesa

 

 

 

 

fantasmas

 

algunos girasoles crecen en el centro de mi casa

parecen no necesitar del sol

 

miran mi rutina de absurdas lecturas

giran su cuello desde el sofá rojo hasta la cocina 

 

vuelven a dormir

 

 

 

sentido profundo

 

la trampa no se sabe satisfecha

 

su vientre descansa

 

cueva oscura invadida de ecos

 

un revolotear de alas

un arrastrarse por terrenos lodosos

un hablar en otras lenguas

 

la trampa traga saliva

 

espiral de placeres

 

refrescan su garganta unas gotas

que deforman el río

 

aspira el atardecer

el silencio del color que cae

 

empieza a desear ser barco y no trampa

ser viaje y no jaula

ser viento y no vacuo frenesí

 

la vida canta sin embargo

alrededor de ella

 

el recuerdo de un halcón caído

la acompaña

 

 

 

aroma

 

                              a Josué, recuerdo de agua

 

ocurren las horas los días

una tormenta

el hambre la sed

 

no estás

 

sabanas africanas

la aurora el ocaso

 

una leona

tras una cálida presa

 

aspiro tu aliento

guardo la flor del baobab

 

a pesar de las sombras

la caza se consuma

 

 

 

cadalso

 

un buen día

 

un hombre saca sus redes

pesca su sed

 

vuelve a llenar su redoma

 

sus pasos desdibujan el camino

intenta asirlo con las manos

 

un buen día 

 

ellas aprietan su cuello

 

 

 

espantapájaros

 

deseas

una jarra de té hirviente sobre la mesa

encuentras una estela de polvo y polillas

 

deseas

un timbre que anuncie visitas halagüeñas

no hallas la puerta ni la ventana

 

deseas

una copa con bebida fresca

un desierto te ha dividido los labios

 

los lugares que no te conocieron te reclaman

las esquinas que te vieron pasar no te conocen

 

alguna vez apareces

cargando tus bronquios secos

 

alguna otra

tu alma de espantapájaros

tu crucifixión

 

ha claudicado la velocidad de tus palabras

la novela de aventuras que inventaste

 

has muerto

 

 

 

Datos vitales

Julia Erazo Delgado (Quito, 1972) es periodista. Ha trabajado en la cátedra universitaria. Dirigió el centro cultural Galería Imágenes (1997-2000). En la actualidad colabora en el Periódico de poesía del Municipio de Quito. Sus textos han aparecido en importantes revistas ecuatorianas y extranjeras y en antologías de la lírica ecuatoriana actual. Es coautora del libro La voz habitada, Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo (Quito, 2008). Ha publicado el cuaderno de poesía Imágenes de viento y de agua (2008) y el libro Verbal (2008). Ha representado al Ecuador en eventos poéticos en Ecuador, España, Venezuela y Colombia.

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