Poesía mexicana
Soñando con veneno para ratas
Miércoles 27 de abril de 2016
Óscar de Pablo en la tercera entrega de la curaduría de la autora de Carneada. Lo define como a uno "de esos escritores que parecen haber vivido y leído mucho más de lo que podría caber en menos de cuarenta años".
Óscar de Pablo
Notas y selección de Soledad Castresana.
Nació en la ciudad donde murió Manuel Puig, Cuernavaca. Según los registros, en el 79, pero a mí me cuesta creerlo. Óscar de Pablo es de esos escritores que parecen haber vivido y leído mucho más de lo que podría caber en menos de cuarenta años. Su poesía es prima de la de Alejandro Crotto, intuí cuando empecé a leerlo. Y no me equivoqué: el último libro de De Pablo se abre con dos versos de Abejas.
Es autor de la novela El hábito de la noche (2011), del relato histórico El capitán Sangrefría–Conversación con el fantasma de Rosendo Gómez Lorenzo (2015) y de varios libros de poemas, entre ellos: El baile de las condiciones (2011) y De la materia en forma de sonido (2015). Recibió los premios de poesía Elías Nandino (2004), Jaime Reyes (2005) y Francisco Cervantes (2006), así como el de guión cinematográfico Alejandro Galindo (2010). Estudió Ciencia Política en la UNAM, pero no obtuvo la licenciatura. Dice que su formación política, que tiene mucho peso en su poesía, viene de la militancia en un grupo trotskista.
Dejos dos poemas de El baile de las condiciones, que acaba de ser editado en Argentina por Audisea (contratapa de Crotto, otra vez) y que les recomiendo con entusiasmo. Al final, un video de yapa.
ÉRAMOS RATONES,
temblando en un rincón de casa de mi madre, allá en
la casa enorme de mi madre. Mi madre, una
princesa
sin príncipe y sin rey, ya entonces era frágil
como una veladora; su casa era un rincón adentro de
su casa. Dentro, llena de miedo, repartía a sus
dos hijos
vestigios ínfimos de azúcar y de queso. Siempre fuimos
ratones
allá en la casa enorme de mi madre. Los tres nos
ocultábamos en los resquicios, soñando con
veneno para ratas, pues éramos pequeños
e indeseables ratones, allá en la casa enorme de mi
madre.
No sé quiénes serían los verdaderos dueños, de aquella
casa enorme de mi madre. Los verdaderos
dueños de los que había que huir,
no sé quiénes serían, allá en la enorme casa
enorme de mi madre.
Acaso los ratones.
PANFLETO
(fragmento)
Ya llegará el momento de los himnos: memoria
mientras tanto. Mientras tanto salir, interrogar
la senda circular de las voces, los ruiditos
profundos y marinos
de la lengua tezontle; sacarle a la piedrita del lenguaje
ecos inusitados, contener en sus centros el crujir de
las letras, contener la memoria, pero nunca los
pálpitos de sangre, pero nunca el aliento, pero
nunca. Como rezar, hablar, recordar con la
lengua y así llegar a ser
como la almeja toda, toda lengua. Hablar en el papel
y en el sonido, para no quedar fuera de esta
cábala abierta, de este hervidero popular del
habla, este guiso de pobre —olla de sobras—,
canto latente así, pegado al suelo, memoria
rumorosa y subterránea
de los antiguos árboles de canto.
No cantemos aún, pero nunca dejemos
que se apaguen del todo las brasas de la lengua, pero
nunca olvidemos el humano camino
de la voz hacia fuera. No cantemos aún, todavía no:
no ha llegado el momento de los himnos.
En su voz, acá: