EL GUANACO
Gastón Ortiz Bandes
En saliva te di mi descendencia.
Popol Vuh, II.3
Estoy feliz.
Estoy embarazado y no de un bebé
humano sino de un guanaco
que tras breve, suficiente, veterinaria crianza
arrojaré de mi seno a la cordillera.
Después de tantos y tantas que murieron
en los experimentos incontrolables del amor,
aprendí por fin a dar vida conmigo mismo,
a repoblar la naturaleza yo solo.
Por eso mi cesárea será
un harakiri, con nomás la luna llena
y la intemperie, para que nazca
mi guanaco de varón
hijo del dolor, que ya camina
sobre un charco amniótico de sangre,
por un corte de helada soledad,
un latido indemne.
Me cosí mal, con viento
que traía disparos de caza
y arroyos con veneno de la técnica del siglo.
Pero unos yuyos se acercaron
y entre cantos me ayudaron.
Y así, después de la teta lo vi
ir a jugar con los otros guanacos del valle,
divinos, igualitos a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario