sábado, 5 de octubre de 2024

Cuando era yo de a ratos compartíamos el establo de los días

Pamela Neme Scheij 


me destiendo

de la soga en el balcón
y me visto
acomodo los brazos
el escote
aplaco con el roce de la palma
mi vientre cazador
me convierto en mí
en la casa saturada de silencio
donde mi cantito se choca
contra las cosas y nadie
reclama mis caricias
ni mis palabras
ni mis piernas rápidas
cuando era yo de a ratos
compartíamos el establo de los días
ahora que el mar me azotó
tengo ojos
camino descalza por mi casa
la que abrí cortando el aire
espero la llegada de mi hija
para convertirme en mí
también espero su partida
para convertirme en mí
enciendo las luces precisas
como en un teatro
que suene la música
o los pájaros
o el maullido de los gatos
masticando las hierbas
de mi pensamiento
colecciono los papelitos
que encuentro sobre la mesa
debajo del sillón
húmedos en el baño
i love you
y todos los corazones
en birome azul
que mi hija aprende repitiendo
su dibujo insiste
eso que late en mí
cuando me convierto
en la madre admirable
valiente y fuerte
que su hija detesta
por momentos
aún sostengo un mundo
con el borde de mis uñas
estoy aprendiendo
a construir columnas de vapor
para aquietar mi fuerza de trabajo
riego las plantas por las noches
leo poemas sola en alta voz
llego bailando al ascensor
lavo los platos una vez por jornada
solo una vez por jornada
saboreo miel a cucharitas
me acuesto boca arriba
como un muerto
y espero el sueño
celebraré pronto una tarde
todas las pequeñas costumbres
que me invento alzarán la mano
y pedirán amistad a la que fui
la niña de uniforme escolar
la madre en cuatro patas
que parió enchastrándolo todo
la amante que muerde otra piel
la chica que escribe
con la grasa de la cocina
esa tarde un nombre se disparará
por las ventanas abiertas
escapará
una verdad roja y brillante

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