La gata está en celo:
se vuelve sonora.
El maullido se le infecta de consonantes,
le crecen las emes, las ge, dice mamá, dice agua.
Y repite.
amamá
aguaa
aguu
uu
Pierde el equilibrio que la hace de su especie.
Se frota. Se dispone. Se peligra.
Camina por todos los precipicios de nuestro hogar
cruzando levemente las patas;
suplica en cada ventana,
va a la puerta y suplica,
me suplica en los pies,
por favor,
me mira verdísima
la pupila una luna flaca flaca.
Se caya apenas y me mira fijo
porque las dos sabemos de urgencias.
Qué violencia perfecta la del mundo viejo, Pamela Terlizi Prina
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