EMMA BARRANDEGUY
El apaciguamiento de las cosas
Todo está en calma.
Doy una última mirada al cuarto:
si muriera esta noche
mínimas serían las dificultades que siguieran.
No hay nadie ya despierto
y he concluido la última anotación
de lo que haré mañana.
Todo está encarpetado,
no hay ningún ángulo que sobresalga.
Casi no hay objetos redondos.
Los piolines en su sitio
y los suicidas sonriendo tras los vidrios.
Este poema es lo único que da
la clave de la madeja:
"Los monstruos, bien peinados, por dentro".
Desconozco tu mano
Desconozco tu mano que se agita
hacia una orilla donde no me encuentro.
Veo el asombro con que te interrogas
buscando las señales de la dicha.
Y conozco el sabor de tus palabras:
"Nada hay desesperado ni furioso".
Sólo un dejarse acompañar que acepta
que haya mareas que nos solicitan.
Y saber que ni al filo de la rama
nos ha de desprender la misma brisa.
Verbos y preposiciones
Hasta el hueco del cuello y la clavícula,
hasta sentir las manos por las sienes,
hasta el color de las calcomanías
repatriarse.
Hasta acceder al gesto que nos llama
sin anhelo, fatiga ni malicia,
hacia el minuto que no habita nadie,
encaminarse.
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