domingo, 29 de septiembre de 2024

Nació llena de puertas

 POR ALEJANDRAOLSON

Allure Spinoza en Aleteo Poético

Pesadilla II

Un cubo rígido:

envuelto en el blanco eterno del vacío

el hielo del abandono palpita en sus esquinas.

Un cuerpo:

de ojos ausentes y gesto incoloro

su columna doblada sobre una silla

se extiende hasta el suelo opaco que lo ancla.

El tiempo:

detenido en muros de delirios muertos

encierra aspiraciones y expectativas.

Un cráneo que se agacha ante el peso cansado de la rutina:

Hora de trabajar.

Cuando hambre me alcanzó

Hambre: no me alcances por insistir

deja a las frases alimentarme

déjalas darme de beber

déjalas hacerme viajar

y que me otorguen un hogar de techo transparente

en el que quepa una montaña

y se apuren las estrellas a caer en mi colchón.

Andaba buscando a Experiencia:

en la capacitación infinita

en el diseño de cortinillas

en las cotizaciones de siempre

en los carteles fluorescentes de un puesto de reparación.

Experiencia se escondía:

camuflaba sus formas en los renglones del perfil

con Escolaridad Impráctica

con pasatiempos a disgusto

con el escaso talento de tener un silbido constante

y la perenne añoranza de creer en el prójimo.

Al menos creí

había creído

que el movimiento veloz de mis dedos en el móvil la harían aparecer.

Experiencia no se encontró:

ni en el servicio social

ni en las prácticas

ni en los puntos extras de la curricula imputada.

El cobertizo

Nació llena de puertas. Cada una la habitaba uno distinto tan igual a ella. No hablaba. Pensaba en casa: mil espacios decorados con rosa triste y azul masacre; diez mil ventanas que se abrían al tiempo que lo haría la boca. Todos sus seres pronunciaban al unísono letra muerta en cuerdas sollozantes. Sonidos mudos en palabras de ruido blanco: las mismas voces en su garganta: calla.

Prólogo

Cuando conocí a la Señora Lobo:

Sin trabajo

Sin rumbo

Sin destino

Oí de su boca la redención encontrada en un año de deambular con la prisa del ansia, con el impulso de un coraje lleno de otro.

El día que conocí a la Señora Lobo solo me interesó el viaje y sufrir así, a su modo, con sus medios, con su independencia financiera y mi espíritu nómada.

El día que recordé a la señora lobo:

Con trabajo beca

Con camino

Con dolor

Oí de mi mente: avanza, y una barata en el recorrido me regaló saberme la Señora Tigre.

Allure Spinoza

Artista plástica y de la escena, escritora e investigadora social. Ha participado en diversos proyectos de investigación social y cuenta con varias publicaciones académicas y literarias. Colaboradora en más de 25 obras de teatro y seleccionada en el concurso Plástica sobre rieles (2015), y en las residencias a Estudio Abierto (2015) y Creador.ES (2016). Beneficiada del programa Apoyarte 2020, ganadora de la edición 2021 de la Convocatoria de Fondo Editorial de Querétaro y becaria del Fonca en 2020-2021.


sábado, 28 de septiembre de 2024

Pero si te vas compro un cuchillo de campo

 

Dolores Espeja



Pero si te vas compro un
cuchillo de campo. Hago ruido
con tacos y con monedas. Las doy
y me llevo alguna cosa.
Después veo si la uso.
Hay como una lluvia
de julio. Después veo si la pierdo.



***


mi mamá me manda
a través de Enzo
y un chicle de fruta
siempre en el labio
inferior los suficientes
años de la escuela.
sentada neutral en el
Chaco las cinco viejas
esperan que viajemos
las dos los tres
y el dolor de cabeza
que provoca el paisaje
sin vacas la mandíbula
batiente los cuerpos
que se van mojando.


***


Cuando nos encontramos (teníamos calor) dije varias cosas, no sé si habían pasado del todo.
Hace un rato largo que caminamos así. Derechos. Pisándonos la sombra. Vos bostezás bastante.
Por el tajo de mi pollera asoma cada dos tiempos una rodilla raspada.


***


La muerte y la soga van juntas en todas las escenas
la vista parcial de la fortaleza desata el frío
plano muy largo de Alemaná-si en Italia
y un gordo que roba una gallinita.
Baja la señora
que tiene sólo tres manos.
Las cabezas de los sinvergüenzas
atan y desatan
la noche.
Y la música cambia a la mosca
de su sitio; y vuela la música,
se detiene la mosca.
¿Quién se murió?
La María encantada
la muerta antes
la casi serpiente
la loca le decían.
El arzobispo borracho la amaba.
Ancha, muy ancha
y pobre la estructura, la cucha.
Profanus Vulgus.
El rebaño despierta con el cura a la cabeza
y en su cabeza.
Teje las palabras de la misa, cierran las puertas, amasan la
pasta, lana cruda en el sur de Italia.
El despojo viene a buscar las riquezas de los muertos.

Nota:Dolores Espeja nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, en 1972.
Egresada de la Universidad del Cine (Buenos Aires), se desempeña como guionista en cine, teatro y televisión. En Barcelona y Milán realizó estudios de perfeccionamiento en cinematografía. Allí se dedicó exhaustivamente a la difusión de la cultura argentina y del diálogo transoceánico, a través de sus espectáculos vinculados a la poética del tango (Tanguera-el musical argentino, Acorralada, Tanghi Chiacchieroni, In bocca al tango, entre otros). Algunos de sus poemas formaron parte de la antología La niña bonita (Ed. Alción, 2000), iniciativa de la Fundación Antorchas, en el marco de una beca de formación coordinada por los poetas Diana Bellessi, Teresa Arijón y Arturo Carrera. Participó de la antología Poesía Joven del Noroeste Argentino, de Santiago Sylvester (Editada por el Fondo Nacional de las Artes, 2008). Integró también la antología Poéticas al encuentro – Poesía Argentina y Libanesa Contemporánea (Ed. Tantalia, 2008). Coordinó durante 2009 y 2010 el ciclo Intervenciones Críticas en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Su libro Paradas estratégicas, chicas y gomerías fue editado en el 2010 por El Suri Porfiado, en versión bilingüe español-italiano.
Ver: http://espinudaybarata.blogspot.com y http://tangoscript.blogspot.com

Te escribí o creo haber visto tu sonrisa melancólica leyendo

 Susana Villalba (Buenos Aires, 1953)


Te escribí

o creo

haber visto tu sonrisa

melancólica

leyendo.

Tu silencio no sería

silencio

si no es en relación con esas cartas.

Te desespera esa distancia,

yo sé,

de milímiteros,

cuando los labios se buscan

me alejo,

espero que me digas.

Te llamé

y no estabas,

te llamé y estabas

en reunión,

en off,

te deje en el contestador,

en minitel,

CD.

Vi tu rostro de ángel desterrado

de toda fiesta,

el cuerpo también miente.

Tus ojos entrecerrados,

la boca a punto de decir

esperá,

no es el momento de alejarte.

Paso los dedos con saliva,

las uñas por la espalda,

como una descarga eléctrica paso

el cuerpo contra tu cuerpo

contra la pared.

Camino hasta la puerta,

giro y te veo

las palmas hacia arriba

entregándote a una ley

más fuerte que el sentido.

Ese vacío de un segundo,

un centímetro,

lo suficiente.

No hay presencia que conjure,

no hay fusión

que colme lo que es

completamente

soledad.

Todo placer es virtual,

objeto por sí mismo

distante

del cuerpo que se vive

como fuera

del cuerpo que desea.

Todo vale

sólo por comprobar

que más

y más adentro

es más el desamparo.

Y aunque digas así,

deforme tu sonrisa la humedad.

No sé qué murmurás,

tu aliento me quema

el oído,

una ráfaga de lucidez

te vuelve indescifrable.

Yo quería un romance

inolvidable,

buscar noticias de tu pueblo

en los diarios,

nevó

se hundió un pesquero

frente al muelle.

Quería escribir cartas.

Y aunque miremos

como si fuéramos nosotros el video

que vimos en un cuarto de hotel,

uno lejos del otro

tocándose

mientras el otro pasa

los dedos por la boca

como quien dice se hace agua,

tragar,

atragantar,

llename.

Desde lejos acaricio

la ilusión de postergar

la indiferencia

posterior.

Sudor, disolución

de la frontera que es uno.

Rodeame, apretá,

rodamos

y el piso era madera áspera.

Alcohol

que vaya derramando entre las piernas

hasta olvidar para qué entramos

en esa habitación

Esperá

las gotas con la lengua

como un reloj de sal,

un plazo más agónico

por su morosidad.

Esa acritud de las axilas

que marca la escena con su olor

como quien dice se trata de animales

y goza de pensarlo.

Se enreda,

me enredo entre tus piernas

o en tu cuello,

nos desmembramos,

rearmamos en el techo espejado

una medusa,

algo resbala, siempre

algo se escapa.

Te ato

y tu caricia permanece,

ángel mío,

no se te hace justicia.

Te vendo los ojos,

no sabés por dónde

vendrá el ataque,

la caricia,

tenés escalofríos, gemís,

decís que ya no soportás

ni siquiera acabar.

Es poco

lo que queda

en pocas horas, al día siguiente

te vas mientras yo duermo.

Te escribí

a mano incluso,

con la otra mano me tocaba,

impregnaba el papel con ese olor

que ahora es tuyo, digo,

pero no es cierto.

Tengo la propiedad

de imaginarte

en cualquier situación.

Tengo grabados tus gestos,

tu voz,

los puedo insertar,

interactuar.

Pero no sé qué pensás

ahora,

si tomás café en la mañana,

si alguien duerme con vos.

No conozco tu cama,

tu mesa,

si está ante una ventana.

No conozco tu puerta, por ejemplo

abrís

y allí estoy

o el cartero.

No sabés quién soy,

sólo eso,

Unabomber,

un relámpago,

un flash.

Ese instante

en que rugimos o gritamos,

gemimos.

No hay forma de olvidar

la distancia de un cuerpo

a otro,

del otro al universo

prometido,

una luz que se fragmenta

en su espectro

al estallaar el cuarzo.

Tus ojos en blanco

Mientras decís así,

así

matame.

Matame.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

No sabe su limosna

 

_Norah Lange (Buenos Aires, 1905 - 1972)_


Ventana abierta sobre la tarde

con generosidad de mano

que no sabe su limosna.


Ventana, que has ocultado en vano

tanto pudor de niña.


Ventana que se da como un cariño

a las veredas desnudas de niños.


Luego, ventana abierta al alba

con rocío de júbilo riendo en sus cristales.


¡Cuántas veces en el sosiego

de su abrazo amplio

dijo mi pena

su verso cansado!



domingo, 22 de septiembre de 2024

Dicen que no hablan las plantas

 Dicen que no hablan las plantas,

ni las fuentes, ni los pájaros.
Lo dicen, pero no es cierto,
pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando,
con la eterna primavera de la vida
y de los campos.




___________________Rosalía de Castro

viernes, 20 de septiembre de 2024

No el pozo en el fango o la mariposa con alas de lodo

 

5 poemas de «Autoimun» (2013), de Ioana Nicolaie

 

Por Ioana Nicolaie*

Traducción del rumano al español por Ioana Alexandrescu**

Crédito de la foto (izq.) Ed. Cartea Romaneasca /

(der.) ©Mircea Cărtărescu

 

 

5 POEMAS DE AUTOIMUN (2013),

 DE IOANA NICOLAIE

 

 

EN UN PAÍS EXTRANJERO

 

A veces soy pintor

Abro la nube como si fuera una prenda

Y la quito de los árboles

Para pegarla, parche tras parche,

Al otoño de cristal.

He aquí su esqueleto en las ramas

He aquí sus balcones con geranios

Y al hombre de avanzada edad sin camisa

Cuando el viento comienza y hay menos de diez grados.

 

Arriba, un pintor más grande pinta

Un viaje hacia Frankfurt

A mediados de octubre

Cuando vi caer la primera nieve

Sabiendo que era invierno

Y que no cabríamos los tres

En las mismas botas.

 

Alguien, aún más arriba, dibuja

No lo que recuerdo, no a la niña

Tallando arcos y saetas

Con punta de clavo

No el pozo en el fango o la mariposa con alas de lodo

No a mis hermanos trabajando desde que nacieron,

Ansiando el caramelo de leche

que a veces traía mamá…

 

Y arriba de todo

En letras bellamente redondeadas

Otro pintor nos pone

A modo de comida familiar

Cuando saltamos de pie

Gesticulamos de pie

Sabiendo que hace mucho

Que dejamos de tener palabras

Para comprendernos los unos a los otros.

 

 

CALMA

 

Me enfermé justo al mediodía

Cuando las cortinas están tiesas

Y tardas un poquito en dormirte

Y las nubes, una especie de calabazas,

Se rompen al primer soplo.

 

Como un suave gargarismo

Primero me di contra las pocas paredes

Sin perder no obstante el control

 

Como un adolescente que tapa su rostro

Con sus palmas de niño aún heridas

Me llamé al interrogatorio

¿Qué fue aquello que no elegí bien?

¿Cuánta ruina bellamente pulida he coleccionado?

 

No capté el panorama

Siempre divisado entre los pisos

Cuando los ascensores van llenos

Y arriba, en el techo,

Hallas un sótano

O una gran pieza de lego.

 

Un punto del derecho, uno del revés

Así me lancé de repente

A dejarme crecer el pelo

Sabiendo que se llenaría

De moneditas de papel.

 

Así vi mis años de paz

Flacos y completamente deshuesados

Y así, a partir de un momento,

No pude poner nada ya en su lugar.

 

Como un sonámbulo adivinaré

Todo lo que el alba saque de mi mente

Como una doctora me apuntaré

Yo sola en el registro

 

Porque el otoño está cerca

Y nadie se escapa

 

Aunque solo entonces

Al final del final

Podríamos uno tras otro curarnos.

 

 

 

AUTOINMUNE

 

Con esta enfermedad no es cuestión de cuántos años tienes,

Sino tan solo de soldados tesoneros

Que acabarán matando a su comandante.

 

En esta emboscada

Hay cráteres como cabezas de alfileres

Pero perfectamente ordenados

En un terreno de instrucción

De la cruz del pecho

Que primero fue una masa

En la que la señora afanada

Cortó los tallarines finos.

 

En este desorden

Las botas en marcha hacen saltar

Todo en el aire

Y su fango rojizo

Como polvos se me ha corrido

Por el cuerpo y profundamente bajo el rostro.

 

En esta guerra entiendo

Que la verdad no viene grabada

Y que los paquetitos llenos de miedo

Jamás alcanzarán el primer plano,

Aunque uno tras otro

Cuando menos te esperes

Como un cañón de confeti explotarán.

 

La poeta Ioana Nicolaie.
Crédito de la foto ©Andreea Goia

 

RESORTERA

 

Hago el puente

Sobre tres años a la vez.

 

A lo mejor así podré juntarlos

Cual montoncito de hojas

Listo para encenderse en el otoño,

A lo mejor así los llego a vestir

Con una sola bolsa de plástico

Sobre la cual, lo sé muy bien ahora,

Con una plancha pegué mi juventud.

 

Como un gran acróbata apenas respiro

Tengo los músculos bien tensos

Y mis cabellos largos se han convertido

En nieve anaranjada

Porque las vértebras, arriba,

Sin preguntar han empezado a sostener un cielo

Con estrellas teñidas de rojo

Que han brotado como el sudor en la frente

Mientras que una luna como dos almohaditas

Se me entumece más abajo de la barbilla.

 

Tengo dos puentes bajo las palmas

Pero ni tan solo su propia sombra

Se les podría colar

Porque todo ha sido dibujado

Y el pincel, con la yema del dedo,

No traza por sí solo un contorno,

Sino apenas líneas al azar.

 

Hace tres años que estoy vuelta así,

Como un guante llevado al revés

Que no protege de la humedad ni de la lluvia.

 

Hace tres años que lucho por no caer

Con cuartos de giros hacia la vida,

Pues duele esta espalda encorvada

Como una tienda bajo la que tengo tanto que poner

Para que no se escuche nada

Ni vean nada los demás,

 

Porque lo tuyo a otro le protege

Y lo que estaba escrito en la frente lo llevas

Sobre hombros enclenques lo cargarás todo

Sin esperar más la ayuda

Que nunca se ha de dar.

 

 

 

SOBRE

 

Alguna vez fui una foto en blanco y negro

De una mariposa tropical

Que ostentaba sobre las alas

Fuertes escenas de lucha

 

Luego fui un álbum de sellos

Olvidado en el almacén más grande

De una librería clausurada

Después de que los sellos se quitaran de la venta

 

Fui un registro en el que se apuntaron

La pequeña tristeza y el dolor compacto

Con su casaca abotonada hasta arriba,

Porque la larga guerra es solo una goma

Que rompe y somete antes de borrar

Cuando resulta claro que los combatientes

Se esfuerzan todos en una suerte de pecera

 

A veces fui polvo de mica

Brillando tras la explosión

De una antigua mina a cielo abierto

En donde la serpiente de la casa

Podía agarrarse por descuido

Con la mano

 

Fui la muchacha con un muro alrededor

Cual camiseta bien ceñida al cuerpo

Bajo el maquillaje siempre con amarillo,

Puesto que solo con material abrasivo

He logrado limpiar un poco

El vidrio menudo hecho médula en mis huesos…

 

Y fui el colegial que se tiraba

Por la ventana en medio de la clase

Para aterrizar, seguro y relajado,

Sobre estas suelas como un buen escondite

 

Y ahora, al final, soy una niña

Que justo se escondió bajo la mesa

Y espera deshacerse de algún modo

De este cuerpo difícil de llevar

De la camisa roja entallada

Y de las botas de tacón

 

Porque alrededor ya no hay nada

Que parezca un juego

Y hace rato que dejamos de correr hacia adelante

Y nos fuimos antes bien

Tropezando hacia atrás.

 

 

 

 

 

*(Sângeorz-Băi-Rumanía, 1974). Poeta y narradora. Obtuvo el Premio de la Unión de Escritores de Rumanía, el Premio Radio România Cultural de Prosa, el Premio Nacional de Prosa “Ziarul de Iași” y el Premio Agenția de Carte, Premio Observator Lyceum. Ha publicado en poesía Poză retuşată (2000), Nordul (2002), Credinţa (2003), Cenotaf (2006), Autoimun (2013) y Lomografii (2015); en novela Cerul din burtă (2005), O pasăre pe sârmă (2008), Pelinul negru (2017), Cartea Reghinei (2019,) y Tot înainte (2021), así como de varios libros de literatura infantil.

 

 

 

**(Oradea-Rumanía, 1975). Poeta y narradora. Doctora en Filología por la Universidad Autónoma de Barcelona (España), en donde se desempeña como profesora. Es autora de tres libros de teoría y crítica literaria y de varios artículos sobre temas literarios y lingüísticos. En el campo de la creación, ha publicado los poemarios Calla lilies (2015) y Prados azules (2017), así como microficción.

 

lunes, 16 de septiembre de 2024

Ni abrazarme cuando soy huracán

 "Él no me quiere".

Quiere mis buenos ratos
mis sonrisas, mis dias soleados
mi pelo largo y mis ganas de viajar...
Quiere el orden de mi vida,
y el desorden de mi cama,
los abrazos que terminan en orgasmo
y los besos que despiertan
las ansías a mitad de la noche.
Quiere mis manos en las suyas
pero no quiere que caminemos juntos.
No quiere lágrimas
ni cielos nublados
no le gusta mi cabello corto
ni la pesadez que a veces
me obliga a quedarme en casa.
No busca salvar tormentas
ni abrazarme cuando soy huracán.
Sólo quiere que le escriba sobre el amor,
pero no se aventura a amarme...
Y..aunque lo que yo sentía
por él me llenaba
y me hacia florecer..
No... él no me quiso.




-Frida Kahlo.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Caminábamos entre hojas marchitas, nadie nos comprendía, éramos demasiado sensibles, demasiado distintos

 

Poesía esencial de Mircea Cărtărescu

Poesía esencial de Mircea Cărtărescu

Mircea Cărtărescu, antes que el magistral narrador que conocemos ahora, fue un joven poeta. Miembro del selecto grupo de escritores rebeldes conocido como «la generación de los blue jeans», la poesía significaba para él una forma especial de ver las cosas. Un insecto, un puente o una ecuación matemática; una frase de Platón o un principio de biología; una sonrisa o un kōan del budismo zen: todo era poesía. Cărtărescu escribió cientos de poemas durante su juventud. «Devorábamos pan con poesía. Nuestro mundo era el dolor, pero también era la belleza. Y todo aquello que es bello e ideal es poesía.» Pero llegó un día, cuando tenía alrededor de treinta años, en el que decidió que no volvería a escribir ni un verso más en su vida. Sin embargo, Cărtărescu nunca dejó de ser poeta, y su legado permanece.

Se reúnen en este volumen, por primera vez en castellano, elegidos personalmente por el autor, los poemas selectos de Mircea Cărtărescu, en edición y traducción de Marian Ochoa de Eribe y Eta Htrubaru.

Zenda reproduce a continuación una selección de estos poemas incluidos en Poesía esencial de Mircea Cărtărescu.

******

ELEGÍA. SEGÚN CATULO

vendrá la muerte. los tallos ennegrecerán.
las fotografías conservarán una respiración negra.
las aguas se extenderán sobre los cuerpos de los insectos.
el segundero del reloj se retorcerá como una uña
sobre el pezón.
ojo de cristal, qué harás sin un lugar
para hacer el amor, porque solo las piedras
dejarán que las nubes se hinchen y estallen
en sudor negro sobre un rostro callado.
nos dispersaremos, amor, en la oscuridad del manómetro
y de la ballesta de aluminio, en un estrato donde los peces
abren su boca sedienta hacia el agua remachada
con pernos y viento.
reiremos en negro entre los dedos llenos de labios
cuando nos arranquen la aguja y la piel de las mejillas
y amarnos no podremos, separados
por la manta de barrotes. ¿qué haremos
allí en el aliento de los carburadores de acetileno
bajo una sangre oscurecida
por los reflectores negros de los fósiles?
las fotografías abrirán con lentitud los pétalos
al viento que esparce en los raíles del tranvía
nieve y órganos desperdigados

SE ACABÓ EL AMOR…

80-81, un invierno miserable
un engrudo de cafés, mecheros, «dire straits», cenáculos, vasos
y por la noche una ciénaga de gelatina dolorosa: rostros, muslos y

cháchara

y a veces un vistazo por la ventana, al tráfico que avanza despacio por

la nieve.

¡pero ya está aquí el sol! ¿será que la primavera nos ha comprendido?
brillan los cristales del mercado de bucur obor, y la calle colentina es

amarilla

el asfalto apesta más seductor que nunca a renacuajos, hay arcoíris en

la gasolina,

hay sardinas albanesas en aceite, y mujeres y estudiantes
contemplan con desprecio el escaparate de la ferretería.
más arriba los árboles han brotado en los patios
las señales de tráfico parecen ahora periódicos doblados
como palomas de óxido. y el poderoso sol que ilumina
tantas fábricas, torres de agua, escuelas, el cementerio…

—¿yo? participo yo también de la alegría general.
mira cómo: me he bajado del 109 una parada antes
y he echado a andar por la hierba del arcén.
los autobasculantes, los tráileres, los camiones rugían con sus cartolas
para arriba y para abajo, acarreando tubos, sacos y mortero
los tranvías se deslizaban como en un sueño…
así que me he sentado en la cuneta y he contemplado la hierba

deslumbrante.

mira, una abeja revolcándose en el polvo.
el envoltorio de un caramelo de café con leche
un escarabajo con un ala rota huye cojeando. cuántas cosas suceden
en la raíz de una brizna de hierba, estremecida

por la brisa de aire cálido que sopla desde las ventanas de la fábrica de

alambre.

un cielo azul, sol, sombras enredadas, ruido de tubos de escape
dorados raíles de tranvía, hierba verde, lombrices, escarabajos…
¿habrían deseado más Tao y Boddhisattva?

La colina ascendía suavemente con postes, casas, limusinas, carretera y
todo, ya no amaba a nadie…
al final me he levantado porque unos querían aparcar un camión
me he quedado a mirar:
—¡arrímate más!
dale, dale, dale, dale…
un poco más… más, más, más, más, más, más, más…
¡para! un poco más a la izquierda… ¡así!
dale un poco… un poco, un poco, un poco más…
¡baaasta!
¡stop!
ya está.

el sol flotaba en las alturas

UNA MOTOCICLETA APARCADA
BAJO LAS ESTRELLAS

soy una motocicleta aparcada bajo las estrellas, junto al escaparate del

taller de reparación de televisores.

sopla el aire del callejón. estoy pálida, agotada.
en la tienda han dejado una bombilla encendida, así que un par de

tubos catódicos

tiestos con esparragueras y cactus, esquineras atestadas de carcasas de

televisores, casetes AGFA y cables

brillan turbios, pueblan mi soledad.
porque me siento sola.
en mi espejo retrovisor revolotean las galaxias,
se empañan las estrellas en enjambres globulares, transmiten su

resuello todas las emisoras

y se alejan corriendo, como los criminales del lugar del delito
dejando a su paso una línea de sangre.

qué silencio. a veces me pregunto
qué significará hacer el amor. pues ellos no hablan de otra cosa. cada

sábado se montan sobre mí

y me arrastran por las carreteras. veo las colinas, las nubes, el sol
las gotas de lluvia, los árboles enredándose en el arcoíris…
ay, mis cilindros palpitan enloquecidos. entonces sí que siento que

estoy viva.

ellos entran en el motel y hacen el amor.
ellos son los Dueños y se sienten libres.
pero ¿cómo puede ser libre alguien que está hecho de células?
… y vuelta al callejón, junto a algún dacia polvoriento.
tengo sed de amor. si pudiera amar al menos a algún enchufe con

alargador de este escaparate.

deslizaría mis dedos por su piel de plástico blanco, si él quisiera

y si yo tuviera dedos. si pudiera vivir
al menos en el campo bioeléctrico del cactus…
enseguida, enseguida moriré, y no he hecho nada en este mundo, me

arrojarán a un montón de chatarra

o me romperán el faro y la bombilla fundida colgará de dos hilillos de

cobre.

he ayudado a los demás a hacer el amor toda mi vida
y yo moriré entre bobinas, imanes y cardos.

soy una motocicleta aparcada bajo las estrellas.
por la mañana volverán a montarme, harán girar mi manillar, me

embragarán

y otra vez al asfalto multicolor, entre colinas rojizas, entre montañas

azules

entre hondonadas atravesadas por ríos
sobre pasos a nivel, por cristalinas ciudades de provincia
circulando contra el viento entre las gotas de lluvia y el humo de los

tubos de escape

devorando kilómetros.
¿significará eso hacer el amor?
en cualquier caso, ese es mi consuelo, es mi oficio, es mi amor.
por ello merece la pena estar solo.

OTOÑO CON LUNA AÑOS 60

Otoño con luna
cuando llevas sobre el jersey un jamás forrado con siempre
cuando sabes que ya has amado y que volverás a amar
entre taxis irreales

Otoño con luna
cuando las cabinas telefónicas centellean
cuando sabes que nada perdura
cuando incluso los escaparates ganguean
y su voz tiembla y los juegos de porcelana se hacen añicos.

Otoño de cristal
cuando los magnetófonos se hacen añicos
cuando las batidoras de plástico palidecen
cuando la aspiradora tiene un sudor frío
cuando la caja de los destornilladores se carcajea
cuando la lavadora de ojo redondo
y el coñac de cuatro estrellas
amarillean y caen de la rama de mi mente
y el otoño de vermú se cree joven a veces…

Nosotros ya no nos querremos.
No nos alegrará ya vernos las caras, la risa.
Nosotros no nos casaremos,
no tendremos hijos
y no envejeceremos juntos.
Lo veo todo tan claro ahora.
Y nuestras vidas no serán largas
sino breves, caóticas.
Día, noche, día, noche, día, noche
agosto, diciembre, abril…

Otoño con luna
me gustaría tanto que estuviéramos ahora juntos
y mirar escaparates juntos
contar los taxis juntos
y que nos nevaran hojas amarillentas

OH, NATALIE…

Cuando era mucho más joven me enamoré de Natalie Wood
(todavía hoy pienso que de todas las actrices
ella es la que más merece mi amor)
Me pongo buena nota
por no haberme encaprichado de B.B. o, válgame Dios, de Marilyn,
no me sucedió algo tan vergonzoso.

Pero Natalie Wood es muy respetable.
Yo amaba a Natalie Wood,
por las tardes paseábamos por Tunari-Dorobanţi-Dionisie Lupu,
la abrazaba por el hombro y ella se abrazaba a mi cintura
sobre todo en otoño era realmente bonito.
No le importaba que yo llevara el uniforme del liceo.
«Mircea, me decía, Mircea,
eres maravilloso,
eres todo lo que una intelectual podría desear.»
«También tú, gatita, eres maravillosa.»
Caminábamos entre hojas marchitas, nadie nos comprendía,
éramos demasiado sensibles, demasiado distintos…
«Natalie, le decía,
oh, Natalie, Natalie, Natalie,
qué nombre tan bonito… sabes, Natalie,
todavía no soy nada,
tú ya eres famosa, tienes una filmografía detrás,
pero trabajaré, Natalie, ya verás,
ganaré dinero…»

Y las tardes de otoño eran tan tristes
y los ojos de mi amada tan profundos…

Luego comenzó a neviscar
y los tranvías lanzaban chispazos verdes al tocar los cables húmedos

pasaron los años,

conocí la gloria, tenía dinero y mujeres
había publicado en París y en Chicago
iba al «Cantemir» solo por costumbre, por razones sentimentales.
Por las tardes me esperaba Natalie
a la puerta del liceo, en su minúsculo Porsche,
en él paseábamos lentamente por la calle del Profeta, por cabo Troncea
y de nuevo por la de Futuro.
Recuerdo que una noche
detuvo el coche junto a la acera
encendió un cigarrillo en la oscuridad y con su voz sensual
(aunque ronca y apenada entonces)
me confesó que me había engañado con un hombre. «Mircea, tenía,
tenía que decírtelo,
no habríamos podido continuar así. Sabes,
no deseé ni por un instante acostarme con Robert
pero es tan pesado… los rubios estos son tremendos…
pero créeme, Mircea, créeme, tú sigues siendo el mejor…»
La perdoné.
Lo que no perdonas a una depravada
se lo perdonas a una mujer superior.
«Engáñame con tus actos, no con tu pensamiento» le dije tan solo.

Luego me fui a la mili.
A Cristi Teodorescu lo visitaba casi todas las semanas Daniela.
A Mera lo visitaba su actual esposa.
Incluso a Romulus lo visitó una vez alguien.
Natalie no me visitó nunca.
Los domingos me quedaba como un tonto en la garita de guardias
y contemplaba cómo los demás besaban a sus novias,
cómo entrelazaban sus manitas sobre la mesa…

Cuando limpiábamos las armas yo leía «Cinema» a escondidas,
recortaba todo lo que hablara de ella, de Ella.

Durante diez años no supe nada de ella. La vida nos separó.
Hasta que, hace una semana, buscando cintas de magnetófono
¿a quién veo en «El disco de cristal», junto a Lipscani?
¡Natalie, Natalie estaba de nuevo en Rumanía!
Pero qué envejecida… No quise decirle nada
y me fui antes de que me viera (fuera la esperaba
el insulso de Redford con el Cadillac)
No, las sopas recalentadas son sosas.
No, Natalie,
has elegido, ahora sigue tu camino.

Y, sin embargo, ¿por qué, cuando volví a casa,
las diecisiete habitaciones me parecieron vacías?
A través de la ventana helada contemplé largo rato la piscina
en la que flotaba una hoja muerta…

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Autor: Mircea Cărtărescu. TítuloPoesía esencialEditorial: Impedimenta.