LO QUE CANTAN LAS SIRENAS
JUAN JOSÉ SAER
El país natal
es como el pozo púrpura entre muslos de oro
del que la barba vuelve humedecida. Y ese otro
vicio, el de los viajes, cabalgar
un animal de madera que se sacude
siempre en el mismo punto. Somos
la oscuridad esmeralda, fría y sin ruido,
y cantamos la derrota: no hay vendas
tan hondas que protejan los ojos
de este nuestro tumulto de luz. El coro
llameante boya y recuerda
el desierto de las ciudades, la agonía
de estar sentado y esperar, agregando horas a la noche,
la mañana imposible,
las manos que no aferran nada,
la discordia perpetua del llano y la geometría,
los pájaros que vienen como piedras a morir.
Al trayecto que ya pasó se lo come la niebla
y el pozo del deseo está seco para regar lo que falta.
No están aquí porque llegaron
ni porque busquen ningún lugar
y hay un lugar más grande
en el que están y no saben.
Somos la espuma que murmura, dorada, del abismo mudo.
Nuestra canción canta lo mismo en los oídos que no nos oyen,
nuestros rayos relumbran en los ojos que no nos ven:
años enteros de furia lenta
trabajando contra el momento del amor
y esta no es todavía ni la mitad
del camino.
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