CAPÍTULO V
Un buen día, olvidado por cristo, te enfermas.
Las catacumbas abren sus puertas y el
purgatorio se desata en la tierra.
la tormenta y sobre las nubes para traerte
recuerdos lejanos de perfumes extintos.
Toces sangre y el mundo sigue girando.
La crueldad del día trae un nuevo amanecer
y tú... enferma.
Ves las noches pasar, el canto de los búhos, el
llanto de las madres, las promesas de los brujos
y tu aburrimiento se apila.
Tu fe poco a poco, se agrieta, se derrumba
y cae.
El humo inunda tu catedral y las estrellas
siguen en el cielo impiadosas.
Lloras, pero el firmamento no mueve un
átomo por vos. ¿Por qué lo haría?
Maldices.
Insultas.
Cantas del miedo.
Te escondes abajo de la tierra pero arriba del
infierno.
Un buen día, usualmente en alguna fecha
interesante, entiendes todo.
Lo que fue y lo que no.
Lo que se te dio y se te quitó.
Un buen día, la luna y el sol ya no importan.
Un buen día, volviste a ver el universo al
desnudo.
*
(Santiago del Estero, Argentina, 1987)
de Matar a Kant, Gerania Editora, 2020
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