Clavada en mi silla, clavada en mi puerta
VIOLETTE LEDUC
Tomada de |
(Arras, Pas de Calais, Francia, 1907 -Faucon, id., 1972) |
Me ayudaba a subir, a bajar las aceras
pellizcando mi vestido a la altura del hombro,
allí donde las costuras de la manga es fácil de
asir.”
De La asfixia
Es barroco, el sexo de un hombre en la mano
**
Es barroco, el sexo de un hombre en la mano
de una mujer. Es la raíz de la vida.
**
¿Y la literatura? Me abruma... Estoy cercada; escribo lo que he
**
¿Y la literatura? Me abruma... Estoy cercada; escribo lo que he
vivido.
Doy relieve a dramas convertidos en naderías con los años...
Doy relieve a dramas convertidos en naderías con los años...
Escribir es dar nuestro calor. He dado mis manos tibias a
una sierra de metales en una quincallería...
Escribir es prostituirse. Es coquetear, es venderse. Es tal
Escribir es prostituirse. Es coquetear, es venderse. Es tal
vez algo peor: la prostituta no siente nada...
Escribir es empapar la pluma en agua de mar el primer día
Escribir es empapar la pluma en agua de mar el primer día
de vacaciones.
Todo el mundo ve el cielo, todo el mundo es escritor.
Lo demás son juegos de espejos...
¿Escribir o callarse?
Escribir la palabra imposible en la curva de un arco iris.
Todo el mundo ve el cielo, todo el mundo es escritor.
Lo demás son juegos de espejos...
¿Escribir o callarse?
Escribir la palabra imposible en la curva de un arco iris.
Todo estaría dicho.
***
Imperioso, perentorio como una ráfaga de granizo. Colosal como una nube de Holanda.
Irresistible. Me fulmina cuando divago, me quema cuando monologo. El silencio después
de la partida de mis cuarenta amigas. El silencio en el cual me diluyo, me expando.
Es mi jardín, polvo y flores grises. Siempre se callan en casa. Silencio de tres libros
junto al lecho, silencio de las fotografías, silencio de mis medias sobre la silla, silencio
de mi hacha, silencio del hielo. El silencio; adorna mis cosas, mis objetos, la lámpara,
el florero, el pimpollo de rosa. Leo en mi cama; una tiara; es el silencio sobre mi cabeza.
Cosas, objetos, nuestra comunidad en el silencio. Un latido, mi corazón, la muerte golpea
***
Imperioso, perentorio como una ráfaga de granizo. Colosal como una nube de Holanda.
Irresistible. Me fulmina cuando divago, me quema cuando monologo. El silencio después
de la partida de mis cuarenta amigas. El silencio en el cual me diluyo, me expando.
Es mi jardín, polvo y flores grises. Siempre se callan en casa. Silencio de tres libros
junto al lecho, silencio de las fotografías, silencio de mis medias sobre la silla, silencio
de mi hacha, silencio del hielo. El silencio; adorna mis cosas, mis objetos, la lámpara,
el florero, el pimpollo de rosa. Leo en mi cama; una tiara; es el silencio sobre mi cabeza.
Cosas, objetos, nuestra comunidad en el silencio. Un latido, mi corazón, la muerte golpea
en el fondo de los mares. Una colmena en invierno, parece una cabaña sin vida,
es mi cabeza; escucho el silencio de mi brasero apagado, soy la guardiana del silencio.
Clavada en mi silla, clavada en mi puerta. Demasiado silencio. ¿Sangra en la pared?
Es el silencio, está en mis venas. La silla se callaba, el silencio la adormece,
letanía del silencio, esa silla. El espejo a lo lejos me vigila, el cielo por encima de la ropa
tendida se asombra: es el silencio ante el vidrio. Las olas descansan, son más
blandas que mi seno, es el silencio de mi noche blanca (...) Miles de otros muertos, miles
es mi cabeza; escucho el silencio de mi brasero apagado, soy la guardiana del silencio.
Clavada en mi silla, clavada en mi puerta. Demasiado silencio. ¿Sangra en la pared?
Es el silencio, está en mis venas. La silla se callaba, el silencio la adormece,
letanía del silencio, esa silla. El espejo a lo lejos me vigila, el cielo por encima de la ropa
tendida se asombra: es el silencio ante el vidrio. Las olas descansan, son más
blandas que mi seno, es el silencio de mi noche blanca (...) Miles de otros muertos, miles
de estrellas nuevas, me miran, me ven muerta. Silencio, silencio. Yo marchaba junto al
maíz y los girasoles, la luz me hería. El silencio, el sol, un escarabajo huía. Silencio de
un botón de nácar en el sendero. (...) No hay más que palabras definitivas. No hay otras
palabras. Tengo una fiebre de buscador de oro para encontrar esa palabra: el diamante
de una obrera. Si no la encuentro voy a arrastrarme a lo largo de los cafés cerrados a las
once de la noche. Las sillas, una sobre otra, son elocuentes, y yo estoy muda. ¿En qué te
has convertido, tú, que querías escribir? Un pedazo de diario pisoteado con el que se divierte
el viento en una calle pisoteada. (...) Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El
alma es friolenta, el corazón no está tranquilo, las manos están vacías, el pie que movemos
dentro del zapato no demuestra que estemos vivas, estamos lívidas hasta la punta de los
dedos, nos apretamos las unas contra las otras, esperamos el día. La vieja reinita
maíz y los girasoles, la luz me hería. El silencio, el sol, un escarabajo huía. Silencio de
un botón de nácar en el sendero. (...) No hay más que palabras definitivas. No hay otras
palabras. Tengo una fiebre de buscador de oro para encontrar esa palabra: el diamante
de una obrera. Si no la encuentro voy a arrastrarme a lo largo de los cafés cerrados a las
once de la noche. Las sillas, una sobre otra, son elocuentes, y yo estoy muda. ¿En qué te
has convertido, tú, que querías escribir? Un pedazo de diario pisoteado con el que se divierte
el viento en una calle pisoteada. (...) Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El
alma es friolenta, el corazón no está tranquilo, las manos están vacías, el pie que movemos
dentro del zapato no demuestra que estemos vivas, estamos lívidas hasta la punta de los
dedos, nos apretamos las unas contra las otras, esperamos el día. La vieja reinita
desteje su bufanda, destruir la embellece.
**
Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El alma es friolenta, el corazón no
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Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El alma es friolenta, el corazón no
está tranquilo, las manos están vacías, el pie que movemos dentro del zapato no
demuestra que estemos vivas, estamos lívidas hasta la punta de los dedos, nos
apretamos las unas contra las otras, esperamos el día. La vieja reinita desteje su
bufanda, destruir la embellece.
(de La locura ante todo, Editorial Sudamericana 1973, Buenos Aires.
Traducción de Estela Canto)
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Me iré como llegué. Intacta, cargada con los defectos que me torturaron. Habría
(de La locura ante todo, Editorial Sudamericana 1973, Buenos Aires.
Traducción de Estela Canto)
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Me iré como llegué. Intacta, cargada con los defectos que me torturaron. Habría
querido nacer estatua. Soy una babosa bajo mi estiércol. Virtudes, cualidades, valor,
meditación, cultura. Me crucé de brazos y me astillé contra esas palabras.
De La bastarda.
De La bastarda.
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