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Yo también le escribía versos blancos
de lirios y arandelas, yo también
le dedicaba ninfas extraídas
de los libros y lamias de los libros
y volutas robadas de los libros,
con mucha Berenice y navego
en el lago dorado de tus ojos,
de lirios y arandelas, yo también
le dedicaba ninfas extraídas
de los libros y lamias de los libros
y volutas robadas de los libros,
con mucha Berenice y navego
en el lago dorado de tus ojos,
y ella los leía con las gafas
para leer poemas,
y me regalaba una sonrisa exacta
de dos por siete centímetros,
y me decía
“Son muy bonitos”,
para leer poemas,
y me regalaba una sonrisa exacta
de dos por siete centímetros,
y me decía
“Son muy bonitos”,
y los dejaba en el montón
de los poemas bonitos,
con los poemas que le había dedicado
Pache
y los que le había dedicado Aitor
y los que le había dedicado Harkaitz
y los que le había dedicado Javi
y Manu
y Víctor
y Unai
y Gabriel
y Juanra,
de los poemas bonitos,
con los poemas que le había dedicado
Pache
y los que le había dedicado Aitor
y los que le había dedicado Harkaitz
y los que le había dedicado Javi
y Manu
y Víctor
y Unai
y Gabriel
y Juanra,
por eso empecé a darle versos negros
de rosas con plutonio, le empecé
a dedicar arañas recortadas
y mañanas rientes y espinosas
con mucho de Iratxe y qué te crees,
a ver qué pasa, quién juega a otoños
y quién vive un sueño,
de rosas con plutonio, le empecé
a dedicar arañas recortadas
y mañanas rientes y espinosas
con mucho de Iratxe y qué te crees,
a ver qué pasa, quién juega a otoños
y quién vive un sueño,
y ella comenzó a quitarse las gafas
para leerlos,
y le salía una risa millonaria
de dientes y calambres,
y me decía orgullosa
“Esta soy yo”,
para leerlos,
y le salía una risa millonaria
de dientes y calambres,
y me decía orgullosa
“Esta soy yo”,
y los dejaba en la mesilla
de los poemas aparte,
en el montón nuevo de poemas
que solo sabía escribirle
yo.
de los poemas aparte,
en el montón nuevo de poemas
que solo sabía escribirle
yo.
BATANIA / NEORRABIOSO, El montón de los poemas aparte, La poesía ha vuelto y yo no tengo la culpa, Madrid, 2014, pág. 112 y 113
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