Ultimadamente
María Montero Zeledón
Juro que estoy aquí por razones de fuerza mayor
Incluso contra mi voluntad
Pero que me obligan las circunstancias de mi vida
Y la paternidad de estos versos.
Declaro que los recitales de poesía
Deberían ingresar al protocolo del trato inhumano a las personas
En primer lugar a las que leen
En segundo a las que escuchan
En tercero a las que se los pierden
Y en último lugar a las que siempre se equivocan de actividad
Y llegan preguntando a qué hora empieza el concierto.
La poesía misma es tan contaminante
Y a la vez tan poco rentable
Que siempre estoy tratando de olvidarla para no dejarla en paz.
Quisiera decir que fui llevada a esos lugares de lectura
Bajo serias amenazas
Pero lo cierto es que ni siquiera fui por dinero
O necesidad
Sino porque las palabras me intoxicaron
Antes de dar el primer paso
Y creí ciegamente
Que la mala vida me llevaría directo a la buena literatura.
Y cada vez que leí en público
Tuve la odiosa sensación
De que a todos nos sobraba ropa y nos faltaba un tubo
Y de que el exceso de luz en la sala
Se debía únicamente a mi falta de honestidad.
Qué daño puede hacerme ya la poesía
Si fue quien me dejó
Sin dios y sin marido
Sin patria ni carrera
Sin el menor interés por la belleza
Que no sea masculina
Sin el menor talento para la codicia
Que no sea la de estar conmigo adonde quiera que voy.
Juro que tengo muchas ganas pero ya no tanto tiempo,
Si no, encantada.
Humildemente, se los digo:
Ya es hora de tomar el camino más corto
Y volver a casa.
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