sábado, 11 de octubre de 2014

Nosotras desarrollamos extremidades invisibles

SER EL BICHO

CARMEN JUAN
I
Fuimos niñas que no sabían ser niñas.
Tal vez por eso luego.
II
Fuimos niñas que no sabían no podían no querían.
Jugábamos a deformarnos.
A ser el bicho. Arrastrábamos
el uniforme por las paredes recién encaladas,
las palmas, las mejillas por las paredes recién
encaladas, como lagartos, para volver a la fila
ropas blancas, manos blancas, caras blancas, para
escucharlas escupir mira, es el bicho, mira.
Las niñas niñas nos miraban de reojo.
Que no te roce, que no te toque.
Que no
te contagie.
III
Las niñas eran hermosas.
Aunque no lo fueran.
Nosotras nos mordíamos la boca para provocar la llaga,
nos abríamos las rodillas y después
arrancábamos la costra, mostrábamos
el hueso a las niñas.
Las obligábamos a mirar.
Nunca quisimos la cura.
IV
Las niñas eran niña
pudor
mujer
silencio.
Nosotras olfateábamos el proceso de descomposición
de las sangres nuevas, limpias.
Por qué el cambio, por qué
los labios cerrados. Nos frotábamos la adolescencia contra
los dedos, buscando.
Incluso entonces olíamos distinto.
V
Las niñas crecieron ordenadamente.
Nosotras desarrollamos extremidades invisibles,
alcanzábamos con ellas el fondo de cuevas oscuras.
La oruga decía
                       quién
                       eres
                       tú
y nosotras nos mirábamos las uñas pintadas con carboncillo.
                       No sabíamos. Poco importaba.
                       No éramos eso.

VI
A las niñas hermosas se les abulta el vientre.
Paren niñas hermosas. Otra vez.
De nuestro centro nacen criaturas grises, viscosas. Mil
anfibios de golpe que se resbalan sobre el
asfalto del patio, que se arrastrarán
por las paredes y enfrentarán a la oruga
                       yo
                       no soy
                       eso
y darán a luz a más niñas que no sabrán
ser niñas. Lucirán sus uniformes
blancos de cal.
Seguirán jugando a ser el bicho.

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