martes, 31 de marzo de 2015

Como si no hubiera continuidad

 VALERIA PARISO



Como si no hubiera continuidad en la memoria/ la alegría aparece de a ratos. / De a ratos todavía
tiembla un pájaro dormido en la mitad del miedo/ -Así no se puede soñar- nos dice el árbol/
traigan viento/agua/ dos que se amen como un niño por venir/ dos en un mismo cuerpo que no
pueda ser interrumpido/ que se amen aún sobre el espanto y la esperanza/ que se amen bien y
cuando la memoria/ ya no pueda reconstruir la catástrofe con final feliz/ se paren /sobre sus
huesos/ y dignos/ de sí y de la historia/ sepan juntos olvidarse para siempre.

sábado, 28 de marzo de 2015

Poetas Del Dock

Ciclo de lecturas: Poetas Del Dock

Te invitamos al ciclo de lecturas Poetas Del Dock. Cuatro escritores de nuestro catálogo compartirán sus poemas. ¿Venís a celebrar con nosotros? Te esperamos.

Miércoles 8 de abril
Alberto Silva, Fernando Aíta, Enrique Solinas, Verónica Yattah

Miércoles 6 de mayo
Elisa Salzmann, Diego Muzzio, Sergio Guerrieri, Alejandro Güerri

Miércoles 10 de junio
Jorge Paolantonio, Fredy Yezzed, Consuelo Fraga, Natalia Litvinova

Miércoles 1 de julio
Alejandro Méndez, Paula Irupé Salmoiraghi, Piero De Vicari, Marina Serrano

Coordinación: Griselda García
A las 19 hs. en Casa de la Lectura
Lavalleja 924, Villa Crespo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Entrada gratuita


jueves, 26 de marzo de 2015

No quiero ser mi propio héroe griego

POEMAS CORTANTES


PAULA IRUPÉ SALMOIRAGHI



LA MONSTRUOSA


Hay algo en mí que es como la hidra:

Corto una cabeza,
rebrotan tres.





LA AUTOMUTILADA



Mi espada automutiladora
es la más afilada del reino
pero tengo amigas, amigos,
hijos, hija,
(personajes mágicos que les dicen)
que detienen el golpe y vendan
las heridas
mientras me dicen
que él no vale la pena.





LA INENVASABLE


Intentamos ser una pareja feliz.

Hicimos reuniones familiares,
fuimos al Coto,
nos dormimos
al mismo tiempo.

Lamentablemente
siempre sobra
algo de mí.





LA DESPLEGABLE



Intento ocultar las aristas,
hacer amables los extremos locos.

De repente
todo salta por el aire como un resorte.

No sirvo
para figura de origami.





LA IRRECORTABLE


Una amiga me dice:
él ama tu locura,
te ama porque sos así.
Pero él parece no estar de acuerdo
y yo me someto
a sus mutilaciones.

Por un rato,
después
me canso y detengo
la tijera.






EL HÉROE FALSO



Tampoco él es tan hábil
en esto del corte de cabezas monstruosas.
Ni siquiera ha practicado bien el ocultamiento
de mis desviaciones atroces.

Creo que si utilizara
todo el poder que tiene sobre mí
sería fatal.

A fin de cuentas
agradezco su torpeza.

lunes, 23 de marzo de 2015

Tú encontraste una excusa

VERSIÓN DEFINITIVA



Nuestra historia de amor estaba escrita
y lista para ser ejecutada.
Tú encontraste una excusa
para dejar tu voz
en el interlineado de estos versos,
yo tan sólo busqué el sabor agridulce
de aquellos labios íntimos
que besé hasta olvidar
con que palabra empieza la derrota.


*


Katy Parra Carrillo (Totana, Murcia, España, 1964)
de Por si los pájaros, Editorial Visor, Madrid, 2008
http://emmagunst.blogspot.com.ar/…/katy-parra-carrillo-3-po…
Fotografía de Frank Petronio

Negra,negra, negra

ME GRITARON NEGRA

VICTORIA SANTA CRUZ


Tenia siete años apenas,
apenas siete años,
¡Que siete años!
¡No llegaba a cinco siquiera!
De pronto unas voces en la calle
me gritaron ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
“¿ Soy acaso negra?”- me dije
¡ SI !
“¿Qué cosa es ser negra?”
¡Negra!
Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía.
¡Negra!
Y me sentí negra,
¡Negra!
Como ellos decían
¡Negra!
Y retrocedí
¡Negra!
Como ellos querían
¡Negra!
Y odie mis cabellos y mis labios gruesos
y mire apenada mi carne tostada
Y retrocedí
¡Negra!
Y retrocedí . . .
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
Y pasaba el tiempo,
y siempre amargada
Seguía llevando a mi espalda
mi pesada carga
—·–·—·– (percusión)
¡ Y como pesaba ¡ . . .
Me alacie el cabello,
me polvee la cara,
y entre mis cabellos siempre resonaba la misma palabra
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
Hasta que un día que retrocedía , retrocedía y que iba a caer
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¿Y qué?
—- (percusión)
¿Y qué?
¡Negra!
Si
¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
¡Negra!
Si
¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
De hoy en adelante no quiero
laciar mi cabello
No quiero
Y voy a reírme de aquellos,
que por evitar – según ellos –
que por evitarnos algún sinsabor
Llaman a los negros gente de color
¡ Y de que color ¡
NEGRO
¡ Y que lindo suena ¡
NEGRO
¡ Y que ritmo tiene ¡
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO
Al fin
Al fin comprendí
AL FIN
Ya no retrocedo
AL FIN
Y avanzo segura
AL FIN
Avanzo y espero
AL FIN
Y bendigo al cielo porque quiso Dios
que negro azabache fuese mi color
Y ya comprendí
AL FIN
Ya tengo la llave
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO
¡ Negra soy ¡

jueves, 19 de marzo de 2015

Me arrodillo en la playa y agradezco

Poemas de agua


Sabina Berman


(Fragmento, Editorial Shanik, 1986)



La excelencia del agua:
que no sabe
TULUM
A solas
a sol y olas
vivo
en este mundo cautivo
de las gaviotas.
A sal y alas
despacio
de espacio
de tanto espacio
muero
aprendiendo
de los veleros
gloria y humildad
de las espumas
de la bruma
olvido
¿A qué un espejo
pudiendo tener por rostro el cielo?
Pastoreo nubes
pensamientos
y cuando el viento llega
y se las lleva
me arrodillo en la playa blanca
y agradezco
el vacío
pleno
¿A qué un amante
teniendo un amar constante
una mar constante?
El mar me responde
poniendo en los riscos
un velo de novia
Vuelvo a preguntar:
¿A qué un templo
bajo este techo repentino de palomas?

miércoles, 18 de marzo de 2015

La suavidad fue mi antídoto

Piedra grande sin labrar



Piedra grande sin labrar
Peña, se llamaba así la calle
donde vivía el amigo de mi hermano.
La primera vez que hice el amor
vi mi ropa manchada.
Fue distinto el color de los autos
que pasaban mientras regresaba a casa.
Fue distinto el color de mi mamá
que ponía la mesa como tantas otras noches
aunque esa fuera para mí
la primera noche de otra era.
El rostro de mi mamá acariciado
mucho antes de que esto pasara
(ella sola en su casa, mi hermano y yo)
por hombres recostados
en pequeñas camas
el humo del cigarrillo marcando en el aire
figuras sin forma.
Uno de esos hombres mi padre
el humo dibujando,en su caso sí,
un ciervo corriendo
perdiéndose en un bosque.
Entonces Peña el nombre de la calle
de la casa del chico
con el que estuve la primera vez.
Después hubo otras:
Aranguren, Tucumán, Aráoz
la calle de un barrio lejano
hasta que llego caminando
a una fiesta en el primer piso
departamento A
de un ambiente en Gurruchaga,
calle empedrada
de árboles viejos
que a las tormentas
les lleva minutos derribar.
Llegué como quien llega a un umbral
y pasando una línea se transforma.
Descorrí la bolsa de nylon
que ocultaba una botella de cerveza.
Y mi deseo de darle un beso
siendo ella como yo, una mujer.
Y mi deseo de escribir
sobre todo lo que pasaba alrededor:
el colchoncito apoyado en la pared
para silenciar la felicidad de la fiesta
el vecino tocando timbre
para quejarse no,para bailar
y mi mejor amigo acariciando los vinilos
jugando a ser el dj
que todavía no era.
Ana también quiso que la noche fuera larga
que todo recién empezando como estaba,
no terminara tan pronto.
De negro a nublado, el cielo
se nos fue metiendo en los ojos.
La suavidad que conocí esa noche
fue un hacha una pica un revólver
que palpé en mi bolsillo meses después
años después.
La suavidad fue mi antídoto cada vez que hizo falta
mi defensa incluso cuando ella me dejó.
Ahora cuando algo termina
me acuerdo de esa noche
lo que se tuvo una noche, si de verdad se tuvo
se tiene otra vez.
Fui alguien conduciendo un auto
en medio de una ruta
hasta cruzarse en mi camino, algo
que me hizo frenar el paso.
Ese algo fue el beso que le di a otra chica,
la noche en que mi cuerpo
fue por primera vez, además de mi cuerpo,
mi casa.



Verónica Yattah
De.El rayo verde, Antología 2014 (Viajero Insomne Editora)

martes, 17 de marzo de 2015

Peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos

Elogio de mi hermana


Wislawa Symborska



Mi hermana no escribe versos.
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría versos.
Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.
En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
ni recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe versos,
pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.
Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus viajes
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.

Pasos de baile de Diana Bellessi



CULTURA / ESPECTACULOS › LITERATURA. MAÑANA SE PRESENTA PASOS DE BAILE, DE DIANA BELLESSI


La contempladora solitaria

Publicada este año por Adriana Hidalgo, la nueva obra de la poeta nacida en
Zavalla se articula como un diario íntimo cuyas viñetas captan instantes en
que el yo poético y los demás habitantes del lugar se fusionan en unidad mística.
 Por Beatriz Vignli
Mañana, a las 19.30, en Lúcuma Bar (Zeballos 1165) se presentará en Rosario el nuevo libro de la reconocida poeta Diana Bellessi: Pasos de Baile. Fue publicado este año en la colección de poesía "la lengua" por Adriana Hidalgo, que en 2009 le editó su obra reunida. Esta será la única presentación del libro en el país.
Autora de casi treinta libros de poesía y uno de ensayos, Diana Bellessi nació en una localidad del sur de la provincia de Santa Fe: Zavalla con Z, como tituló su libro de crónica para la Editorial Municipal de Rosario. En esa crónica, ella recuerda su infancia campesina en una chacra que su familia labró durante el peronismo y perdió con las leyes de Onganía. Luego de recorrer medio continente a pie, estudiar filosofía en Rosario y publicar su primer libro en 1972 en Ecuador, la poesía le permitió tener su tierra propia nuevamente.
Ganadora de importantes premios literarios tales como la beca Guggenheim en 2003 y el Premio Nacional en 2011, Diana pudo comprarse un terreno en una isla del delta del Paraná, donde plantó su jardín y tiene una casa. Allí escribe; allí espera la poesía. La belleza del lugar puede apreciarse en el documental El jardín secreto (2013), dirigido por Christián Costantini, Diego Panich y Claudia Prado.
Los musicales poemas reunidos en Pasos de Baile articulan un diario íntimo, cuyas viñetas captan instantes en que el yo poético y los demás habitantes del lugar se fusionan en unidad mística (muchos de los personajes del libro aparecen también en la película). En cada poema, la naturaleza parece organizarse en una composición entre artística y doméstica; lo silvestre propio de cada estación del año y de cada hora del día configura un todo estéticamente cohesivo, como si el mundo mismo fuese su hogar. Ya es bastante significativo el nombre elegido por Bellessi para su mascota: Talita Kumi, la frase en arameo con que Cristo resucita a la hija de Jairo según el evangelio de San Marcos y que significa algo así como "Niña, a ti te digo, levántate".
Pasos de Baile hace serie por un lado con la tradición argentina de poetas terratenientes contemplativos, donde el muy preciado Juan L. Ortiz brilla como un lucero al que todos (Bellesi incluida) imitan pero que espeja a luminarias menos amadas, como José Pedroni o el último Lugones (el del Romance del Río Seco). Por otro lado, el libro hallaría un lugar cómodo en la biblioteca (o mejor, en la mochila) junto a los grandes solitarios de la naturaleza: Emily Dickinson, Henry David Thoreau, y muy especialmente Las ensoñaciones del paseante solitario, de Jean Jacques Rousseau. Hay también aquí un tono que mezcla el lamento ante la soledad con la gratitud por la compañía de los animales, y que evoca los pasajes más luminosos del ginebrino.
Si en sus poemarios de después de la crisis como Mate cocido (2002), La edad dorada (2003) o La rebelión del instante (2005), el paisaje del jardín reenvía a la evocación afectuosa de un pasado familiar que a la vez se entrama con las utopías renacidas en las resistencias de lo social, en este nuevo libro (a leer en tándem con el muy reciente Variaciones de la luz) la poeta está sola. Si hay un otro, este es la divinidad, vivenciada como la unidad subyacente a todos los seres. Nombrada como Shiva, es percibida al comienzo como signo de muerte y destrucción; sólo al final se manifiesta su epifanía como transformación. Lo que comienza como una serie implacable de variaciones sobre el motivo clásico de la vida breve, culmina como celebración de lo vivo y como arte poética de la inspiración.
"Moverme en lo abierto/ como lo hace el cazador/ bailar y silbar como el viento/ en lo abierto/ como la roca en el torrente y la piedra/ en el granizo y el mosquito/ con sus ojos abiertos/ solamente a ello y nada más/ en lo abierto/ de una forma impensada/ sin ver/ ya nada, ya nada", escribe Bellessi en el poema "Ekstasis". El mutismo del comienzo, causado por "el rasguño del miedo" ante la muerte supuestamente cercana, se transforma en un final donde "todo baila".

miércoles, 11 de marzo de 2015

Ya estaba bien de andar comiendo manzanas

LILITH RECUPERADA


Nuestro amor fue al revés
Yo venía de vuelta y tú empezabas.
Yo me había cansado ya y tú, aún no sabías.
Cuando ya no creía nada fue cuando tú, -increíble-, apareciste.
Con las cenizas de mi última eternidad solitaria un demiurgo amable volvió a
fabricarme.
Entonces decidimos que ya estaba bien de andar comiendo manzanas.
Y nos desnudamos
y esa serpiente que era yo,
se deslizó por tu cuerpo
y se reconcilió con Dios.


*
Marjiatta Gottopo (Caracas, Venezuela, 1972)
http://emmagunst.blogspot.com.ar/…/marjiatta-gottopo-3-poem…
Obra de Redmer Hoekstra

lunes, 9 de marzo de 2015

Porque también le perteneces a la lluvia

Mariela Tulián

Publicado por Festival Internacional de Poesía de Córdoba 0 Comentario
Mariela Tulián
(San Marcos Sierras, Córdoba, 1976) Es miembro y autoridad ancestral de la comunidad indígena Tulián. Los últimos años se ha dedicado a la investigación histórica y al rescate de la memoria oral del pueblo comechingón. Integra la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina (CCAIA). Escribe prosa y poesía, que publicó en forma colectiva. Está pronta a publicarZoncoipacha, el legado de Francisco Tulián, donde sintetiza el juicio a través del cual su comunidad recuperó la propiedad legal de su territorio ancestral. Dicho juicio se entabla ante la Corona Española entre los años 1804 y 1809 y refleja los fundamentos legales y espirituales del reclamo de dicho territorio.
* * *

Cuando el diablo
calza zapatos y medias de vestir
la noche se vuelve tímida
y habita entre los árboles;
los suicidas valientes
salen al claro entonces.
Déjame que bese tu frente.

Se de un hombre
que entiende todos los lenguajes
y aunque su propio idioma
es casi incomprensible,
cuando a mí se acerca,
a veces también lo entiendo.
Déjame que te sea fiel.

Desatino. Una hoguera
muerta a golpes.
Las raíces de una casa sin aberturas,
sin flores y sin fruto.
Entre nosotros,
un portal sin picaportes,
ahogado de cerraduras inacabables.

Para nosotros el amor
y la fuerza más poderosa
de este universo.

* * *

Porque no se puede encarcelar el corazón de un guerrero

Un día de agosto te acurrucaste
en el corazón de nuestra Madre.
Te entregué con todo el amor de mi alma,
porque nunca fuiste sólo mío.

Siempre fuiste del viento.
Mi pícaro colibrí que se detuvo un momento,
vuelve a volar por los cielos
y entre los ancestros.

Porque también le perteneces a la lluvia,
al trueno, al río,
ahora en su vientre sigues empapando tus pies
en los charcos del tiempo.

Porque le perteneces al fuego
a pesar de ser niño, abuelo niño,
le diste su justo valor a lo sagrado
y te fuiste en agosto.

Porque nunca fuiste sólo mío,
mi pequeño puma que vuelve a su monte.
Forjaste tu última travesura
y te marchaste con la Pacha.

El día que entra por tus axilas

        
        Eunice Odio (Costa Rica, 1922 - México, 1974)


Poeta, ensayista y narradora. Por su obra Los elementos terrestres (1948) ganó el Premio Centroamericano de Poesía. Entre sus poemarios destacan:Zona en territorio del alba (1953), El tránsito de fuego (1957), El rastro de la mariposa (1970) y Eunice Odio. Antología (1975). En 1962 adquiere la nacionalidad mexicana. Sus poemas integran diversas antologías y han sido traducidos a varios idiomas. 







APRISIONADA POR LA ESPUMA

I

Aprisionada en cárceles de espuma,
en la medida de tu cuerpo,
no veo pasar la noche,
sólo veo el día
que entra por tus axilas transparentes
y te desnuda.

Veo, amor mío,
el lecho donde estamos
y compartimos
las dádivas,
los cielos...
Todo lo que nos negó y afirmó como lo que somos:
mil años de alegría corporal
y materia sin sombra
y palabras
que se dicen diurnamente porque vienen del aire
y hay que oírlas y decirlas
a través de los árboles
y en lo que no se escribe porque aún no se inventa su
nombre;
porque su júbilo
todavía no ha sido descubierto
y las flores de su alrededor
aún no son cosas del viento
(aún no han ido a un invierno ni regresado a la primavera).


II

Voy a tu cuerpo igual que ir a los ríos,
igual que van los ríos a los pájaros
y ellos al espacio desatado y florido.

Vengo de ti a la era
donde todo es de todos:
los que llegan, los que se han ido,
los que aún no han venido,
los que no volverán...

Porque eso es tu cuerpo:
un adentro, un afuera compartido
por mí y por el viento,
por el mar y los seres que lo guardan;
por el color y las embestidas del otoño,
y las andanzas del verano
¡que viste cosas silvestres
y es custodio de las abejas
y funde las hierbas en un crisol matutino,
en una prolongación de azucenas.


  
DECLINACIONES DEL MÓNOLOGO

I

Estoy sola,
muy sola,
entre mi cintura y mi vestido,
sola entre mi voz entera,
con una carga de ángeles menudos
como esas caricias
que se desploman solas en los dedos.
Entre mi pelo, a la deriva,
un remero azul,
confundido,
busca un niño de arena.
Sosteniendo sus tribus de olores
con un hilo pálido,
contra un perfil de rosa,
en el rincón más quieto de mis párpados
trece peregrinos se agolpan.


II

Arqueándome ligeramente
sobre mi corazón de piedra en flor
para verlo,
para calzarme sus arterias y mi voz
en un momento dado
en que alguien venga,
y me llame...
pero ahora que no me llame nadie,
que no quepo en la voz de nadie,
que no me llamen,
porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez,
a la raíz complacida de mi sombra,
porque ahora estoy bajando al agónico
tacto de un minero, con su media flor al hombro,
y una gran letra de te quiero al cinto.
Y bajo más,
a las inmediaciones del aire
que aligerado espera las letras de su nombre
para nacer perfecto y habitable.
Bajo,
desciendo mucho más,
¿quién me encontrará?
Me calzo mis arterias
(qué gran prisa tengo),
me calzo mis arterias y mi voz,
me pongo mi corazón de piedra en flor,
para que en un momento dado
alguien venga,
y me llame,
y no esté yo
ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo.
y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz,
y mi alto corazón
de piedra en flor.

sábado, 7 de marzo de 2015

Humo de fuego, humo de azucena

M. Eugenia Romero

Publicado por Festival Internacional de Poesía de Córdoba 0 Comentario
María Eugenia Romero
Es editora y licenciada en Letras. Estudió filosofía en la UBA y actualmente estudia griego clásico y filosofía antigua bajo la dirección del Lic. Leandro Pinkler. Fue colaboradora de la revista El hilo de Ariadna. Desde 2008 dirige la editorial independiente de literatura Letranómada. Vive en Cruz Chica, La Cumbre, provincia de Córdoba.

* * *
Ciego, yo

viene del agua
viene de la piedra
viene de la montaña
vienen
las almas
vienen disueltas
en el confuso blanco
viene del viento
la penitencia
avanzando en el polvo
desgranando
uno a uno
obstinados
pecados blancos

como piedras de sal

pálida, pálida. Leve los pétalos. Leves. Pálidos todos. Llevan vestidos blancos y flores blancas. Son los procesantes.

quémate piedra quédate piedra quémame piedra quédate quémate quémame
devuelve el polvo al polvo
o disuélvete en el mar.

viene de la tierra
viene de la arcilla
viene de la grieta
vienen
como aspas girando
espinas blancas de cardón blando
aspaviento
piedras almas sólidas en sal

Un hombre baja por la montaña.
Es un hombre joven, robusto y fuerte.
Parece conocer bien los caminos que el viento súbitamente borra.
Sin embargo, de improviso, se muestra inseguro.
Pierde la dirección.
Viste pantalón negro, camisa blanca, sombrero y chaleco de lana.
Lleva una alforja pesada que arroja al suelo.
Cavila, cavila. Mira.
El camino de la montaña es por momentos incierto. Muchas veces esconde el rastro.

yo penitente
yo confuso
yo roto
señor de Quillacas
asísteme
la ceguera que llevo quiebra mi espalda
asísteme
esta carga de piedra te ofende
señor de Quillacas
hágase tu voluntad

quémate piedra quédate piedra disuélvete piedra. En el viento piedra disuélvete.

almas extenuadas
almas atormentadas
almas condenadas
almas de boca seca
almas desamparadas
almas sin lápidas
almas vacilantes
almas aladas
girando
humeantes
aspaviento
almas
señor de Quillacas
socórrenos
y haz del polvo mar

El hombre del pantalón negro es tal vez un forastero. Sus botas son botas de yungas.
No encuentra la senda.
Está desesperado.

madre de la belleza
madre del lamento
madre de la tierra
madre de la espina
madre del viento
madre de la madre
madre blanca de las almas blancas
madre del agua
madre

en las aspas de sal

quiere afrontar la muerte el tiempo
en el viento madre
en el viento avanza
espectros
señora de los vientos viento
se va borrando el recuerdo
pasa la procesión en blanco
como hojas plateadas
como hojas
cayendo
apenas
recuerdos
cayendo
Y hubo hueco silbido hubo un hueco nuevo entre labios hueco
de viento
hubo silbido
amparando
señora de los vientos
se borra se va borrando
blanca dispersión blanca
me voy desorientando
todo es vacío de blanco
blanco todo alrededor
no veo
deshace el frío mi cuerpo
entumecido
ahoga el viento
caigo

surge sonido epifanía entre el blanco desesperante
de la ahuecada juntura labios
guían
centinelas
brizna
como hueco viento
brizna entre las piedras
como hueco
surge
desprevenido
silbido
la belleza

rearma
renazco
ese sonido devela
madreperla
en el blanco.
Se levanta. Se pone en marcha.
El viento lo lastima. Le lagrimean los ojos.
El hombre divisa una casa.
humo de sándalo humo de azufre humo de azucena
huelo blanco sahúmo blanco no veo
atravieso blanco
la pureza
del sonido
como coro de nácar
el hueco
silbido
amplificando
silbido
del pozo
la resonancia
de improviso
plumas
despliega
suri
fascinante
vacila
blanco
canal
ave
finalmente
ave
así
al fin del paraíso
renazco

palpita pulso
silbido
blanco
pulso blanco
la justa nota

pulso
el blanco don
calor en mis piernas
calor en mis brazos
crepitan mis oídos
camino
hacia allí camino
camino camino
voy
La que silba silba tensa la cuerda de plata que liga
te traigo, desconocido, te atraigo
es el viento en su boca viento
en su cuerpo viento el vestido
viento viento labios viento
me ve surgir
hacia sus labios viento hacia su beso
abrasa
blanca
la ilusión
este sonido es alegría
señor de Quillacas
humo de fuego, humo de azucena
alas, hálito, arena, amaranto
señora de los vientos
me ve surgir
por el sonido el viento del silbido
diapasón
blanco
me ve surgir
me atrae por un hilo
silbido
blanco
arrebato
señor de Quillacas
cada penitente una silueta blanca
señor de Quillacas
fúndenos
cada penitente una piedra blanca
señor de Quillacas
cada penitente ata una lanita blanca en ramitas blancas
señor de Quillacas
dejan
pecados blancos
ofrendas
piedritas de sal
quémate piedra quédate piedra quémame piedra quédate quémate quémame
devuelve el polvo al polvo
o disuélvete en el mar
señor de Quillacas
desasgo
viento
traspasa
desasgo
tiempo
viento
ancla
brújula
astrolabio
silbido
sonido
plata
tengo los ojos abiertos
Cada año, el catorce del mes de septiembre, se celebra aquí la santa procesión en honor al patrón de Quillacas.
Llega una multitud desbordante.
El hombre camina solo, entra a la casa.
duermo
temperanza
despierto
temperanza
nuevo
alguien al costado
alguien me aliviana
humo de fuego, humo de azucena
señor de Quillacas
alguien al costado de la cama
alguien vela por mí

quémate piedra quédate piedra disuélvete piedra. En el viento piedra disuélvete piedra. Devuelve el polvo al polvo
o quémate en el mar

señor de Quillacas
me contaron que no todos pueden verlas
señor de Quillacas
me contó que no todos se atreven

La muchacha dice que no todos son capaces de ver las almas regresando. Se lo aseguró esa tarde en la casa. Se lo advierte. Se lo implora. Lo despide.

tiempo desandando tiempo
remolinos
vuelven
almas
viento
vienen
remolinos
de la muerte
¡que así sea!
descarnadas
¡que así sea!
vienen
blancas
ellas
girando
¡que así sea!
si ahueco los labios
almas
ocupan viento
el espacio en ese espacio
silbido
almas
tiempo
huyendo
en el sonido

es tiempo el tiempo
un cierto espacio breve
¡muertos que regresan
como viento
que regresan!
mientras vivamos
señor de Quillacas
tiempo
mientras vivamos
cada alma un remolino en el compacto viento
señor de Quillacas
almas
aspaviento
regresando
piedritas de sal

Silbido, claro silbido sibilino.

parto
estoy curado
retomo
lo inconcluso
distraído
del viaje
del camino
fui
señor de Quillacas
con ellos
voy
peregrino
con mi piedra, por mi piedra, con mi gran piedra
caminante
me despejo
y voy blanco y voy y callo
y sigo los pasos de los otros que caminan conmigo
sigo
la penitencia la marca de la espina
la estría
la huella
el viento
más blanco
viento
este viento
una sólida pantalla blanca lisa
Rueda la alforja por la montaña.

viento
señor de Quillacas
con mi piedra, por mi piedra, con mi gran piedra
dejo mi carga

señor de Quillacas
entrego

yo que ato con ellos una lanita blanca en un arbusto blanco
muelo
la piedra en el viento
expío camino
señor de Quillacas
expío
pálida, pálida. Leve los pétalos leves. Pálidos todos.
somos caminantes
Tres o cuatro perros a lo lejos destrozan flores de lana arrancándolas de la alforja, hilachas coloridas.
sigo y mi cuerpo blanco
es un bulto blanco entre el viento
persisto viento

en el blanco voy blanco
despojándome
al encuentro
almas
remolinos
colapsan
todos colapsamos
almas
a contramarcha
yo colapso
nos fundimos
mínimas
indistinguibles
partículas
blancas
unívoco
corpúsculo
grano
piedra
materia
amalgama
puro viento
aspas
apenas sal

tiempo ambiguo que ocupa

como recuerdo de un mar extenso y blanco
cubre todo de improviso
viento implacable viento
vacío
Cuando se arroja un bastón de cerezo en una salina, el que busca
lo vuelve a encontrar adornado de cristales móviles y centelleantes.
El hombre ahora lo sabe.

(De Bar La Esperanza.)