domingo, 12 de febrero de 2017

Eres terrorífica y extraña y hermosa algo que no todo el mundo sabe cómo amar

Poemas de Warsan Shire

Fotografía de Amaal Said
Fotografía de Amaal Said
Warsan Shire nació en 1988 en Kenia. De padres somalíes, a la de edad de un año emigró a Gran Bretaña donde sigue viviendo. Su poema For women who are difficult to love se convirtió en un fenómeno viral en 2011, todavía lo podemos encontrar en tableros de citas por todo Pinterest o Instagram. Ese mismo año publicó el poemarioTeaching my mother how to give birth con una acogida asombrosa. Fue recogida en distinta antologías como Salt Book of Younger Poets (Salt, 2011) y traducida a diversos idiomas. En 2013 ganó el African Poetry Prize y en 2014 fue además elegida como primera poeta joven laureada de Londres.
Aunque no ha parado de trabajar: ha seguido impartiendo cursos, haciendo de juez en algunos concursos literarios y dando alguna que otra lectura de poemas; tanto ella como su poesía han sido algo escurridizas. Su blog en el que sólo sube música hace un año que dejó de funcionar, se cerró hace tiempo su cuenta de tumblr y sólo sabemos de ella a través de unos pocos mensajes en twitter. Ella misma admite que las redes sociales le producen ansiedad, así que, en fuerte contraste, con otras poetas de su generación, casi no sabemos nada de su vida privada. El 16 de diciembre publicó un tweet en el que informaba que lleva desde 2012 trabajando en su nuevo libro de poemas que será publicado este año en Gran Bretaña.
Su poesía está escrita desde la vulnerabilidad, desde un desnudo total. Narra la experiencia de aquel que no tiene raíces, del inmigrante, de la barbarie, de qué significa ser mujer, del dolor y la nostalgia. Son poemas sencillos que despacio, despacio, se te meten hasta el tuétano.
Puedes leer un artículo en el The New Yorker sobre su vida y obra aquí.
Hueso 
Encuentro a una chica, la altura de un llanto pequeño
viviendo en nuestro cuarto de invitados. Se parece a mí
cuando tenía quince años
llena de pulpa y pimienta.
Pasa todo el día en el cuarto
midiéndose los muslos.
Su cuerpo es un largo suspiro.
La ves en el vestíbulo.
Más tarde esa noche mientras yacemos uno junto al otro
escuchándola vomitar en nuestro baño,
me dices que quieres salvarla.
Claro que quieres;
eso es lo que sabe hacer mejor:
enfermarte con la necesidad
de ayudar. 
Tenemos los mismos labios,
ella y yo,
el tipo de labios en que los hombres piensan
cuando están con sus mujeres.
Está famélica.
Me miras directamente cuando nos cuenta
que a su padre le gusta golpear chicas
en la cara.
Puedo oírte en nuestro cuarto de invitados con ella.
¿De qué tiene hambre?
¿De qué podrías llenarla tú?
¿Qué puedes hacer, que no harías por mí?
Cuento mis costillas antes de irme a dormir.

Bone 
I find a girl the height of a small wail
living in our spare room. She looks the way I did
when I was fifteen
full of pulp and pepper.
She spends all day up in the room
measuring her thights
Her body is one long sight.
You notice her in the hallway.
Later that night while we lay beside one another
listening to her throw up in our bathroom,
you tell me you want to save her.
Of course you do;
This is what she does best:
makes you sick with the need
to help.
We have the same lips,
she and I,
the kind of men think about
when they are with their wives.
She is starving.
You look straight at me when she tells us
how her father likes to punch girls
in the face.
I can hear you in our spare room with her.
What is she hungry for?
What can you fill her up with?
What can you do, that you would not do for me?
I count my ribs before I go to sleep.

Mi mujer extranjera se muere y no quiere que la toque.
Mi mujer es un barco volviendo a puerto de la guerra.
El médico hace de su cuerpo un mapa con tinta,
sosteniendo sus pechos con dos dedos, explica
lo que debe ser extraído, que quizás podamos mantener
el pezón. Su cuerpo es un hogar inundándose.
Tenemos miedo. Queremos saber
qué se llevará el agua consigo,
qué reclamará la tierra como propio.
Humedezco mis labios y ella mira al suelo.
Más tarde, en casa, llama a su hermana.
Hablan de maldiciones, el mal de ojo, su tía
que se ahogó. Es de mañana cuando viene a la cama
y me deja tocarla. Soy como un niño sediento
contra su pecho, su piel
como pergamino, seca y resquebrajada.
Mi mujer sentada en la cama del hospital.
La bata y el cuerpo juntos: 41 kilos.
Es un barco volviendo a puerto de la guerra,
su cuerpo, un pueblo en llamas, una prisión
con las puertas abiertas. No me deja que la abrace
ahora, cuando más lo necesita.
Miramos la pequeña televisión en la esquina del cuarto,
Pienso en todas las imágenes que debe cargar en su cuerpo,
en cómo la memoria se encarna en un tumor.
La apatía es lo mismo que la guerra,
las dos te matan, dice.
Despacio como un cáncer en el pecho
o rápido como un machete en el cuello.

My foreign wife is dying and does not want to be touched
My wife is a ship docking from war.
The doctor maps out her body in ink,
holding up her breast with two fingers, explains
what needs to be removed, that maybe we can
keep
the nipple. Her body is a flooding home.
We are afraid. We want to know
what the water will take away from us,
what the earth will claim as its own.
I lick my lips and she looks at the floor.
Later, at home, she calls her sister.
They talk about curses, the evil eye, their aut
who drowned, all the money they need
to send back. It is morning when she comes to bed
and lets me touch her. I am like a thirsty child
against her chest, her kin
is parchment, dry and cracking.
My wife sits on the hospital bed.
Gown and body together: 41 kilos.
She is a boat docking in from war,
her body, a burning village, a prison
with open gates. She won’t let me hold her
now, when she needs it most.
We stare at the small television in the corner of the room.
I think of all the images she must carry in her body,
how the memory hardens into a tumour.
Apathy is the same as war,
it all kills you, she says.
Slow like cancer in the brest
or fast like a machete in the neck

Fea
Tu hija es fea.
Conoce la pérdida íntimamente,
lleva ciudades enteras en su tripa.
Cuando era niña, la familia no quería cogerla.
Era madera astillada y agua de mar.
Les recordaba a la guerra.
En su quince cumpleaños le enseñaste
a recogerse el pelo como una cuerda
y a ahumarlo con ardiente incienso.
Le hiciste hacer gárgaras con agua de rosas
y mientras tosía, dijiste
las chicas macaanto como tú no deberían oler
a soledad o vacío.
Tú eres su madre.
Por qué no la avisaste,
la abrazaste como a un barco podrido,
y le dijiste que los hombres no la amarían
si está cubierta de continentes
si sus dientes son pequeñas colonias,
si su estómago es una isla
si sus muslos son fronteras. 
¿Qué hombre querría tumbarse
y ver el mundo arder
en su dormitorio?
La cara de tu hija es una pequeña revuelta,
sus manos son una guerra civil,
un campo de refugiados detrás de cada oreja,
un cuerpo contaminado por cosas feas.
Pero Dios,
¿acaso el mundo
no le queda bien?

Ugly
Your daughter is ugly.
She knows loss intimately,
carries whole cities in her belly.
As a child, relatives woldn’t hold her.
She was a splintered wood and sea water.
She reminded them of the war.
On her fifteenth birthday you taught her
how to tie her hair like a rope
and smoke it over burning frankincense.
You made her gargle rosewater
and while she coughed, said
macaanto girls like you shouldn’t smell
of lonely or empty. 
You are her mother.
Why did you not warn her,
hold her like a rotting boat
and tell her that men will not love her
is she is covered in continents,
if her teeth are small colonies,
if her stomach is an island
if her thighs are borders?
What man wants to lie down
and watch the world burn
in his bedroom?
Your daughter’s face is a small riot,
her hands are a civil war,
a refugee camp behind each ear,
a body littered with ugly things.
But God,
doesn’t she wear
the world well?

Para mujeres difíciles de amar 
eres un caballo que corre solo
y él trata de domarte
te compara con una autopista imposible
con una casa en llamas
dice que le ciegas
que nunca podría dejarte
olvidarte
querer algo que no seas tú
le mareas, eres insoportable
toda mujer antes o después de ti
se empapa en tu nombre
llenas su boca
sus dientes duelen con la memoria de tu sabor
su cuerpo es sólo una sombra buscando la tuya
pero tú eres siempre demasiado intensa
tu manera de quererle asusta
sin pudor y sacrificial
te dice que ningún hombre puede llegar a ser como
el que vive en tu cabeza
e intentaste cambiar, ¿verdad?
Cerraste más la boca
trataste de ser más suave
más guapa
menos volátil, menos despierta
pero incluso durmiendo podías sentirle
viajando lejos de ti en sueños
así que ¿qué querías hacer, cariño,
abrirle la cabeza?
No puedes construir hogares en seres humanos
alguien debería habértelo dicho ya
y si se quiere marchar
déjale marchar
eres terrorífica
y extraña y hermosa
algo que no todo el mundo sabe cómo amar.

For women who are difficult to love
you are a horse running alone
and he tries to tame you
compares you to an impossible highway
to a burning house
says you are blinding him
that he could never leave you
forget you
want anything but you
you dizzy him, you are unbearable
every woman before or after you
is doused in your name
you fill his mouth
his teeth ache with the memory of your taste
his body just a long shadow seeking yours
but you are always too intense
frightening in the way that you want him
unashamed and sacrificial
he tells you that no man can live up to the one who
lives in your head
and you tried to change didn’t you?
Closed your mouth more
tried to be softer
prettier
less volatile, less awake
but even when sleeping you could feel
him travelling away from you in his dreams
so what did you want to do love
split his head open?
You can’t make homes out of human beings
someone should have already told you that
and if he wants to leave
then let him leave
you are terrifying
and strange and beautiful
something not everyone knows how to love.
Traducido por: Lidia Hurtado
Bio: Lidia Hurtado Llauradó nació en Madrid en 1990. Se dedicó a estudiar cosas que no sirven para trabajar como Historia del Arte, Ballet clásico o Creación literaria. Ha trabajado adiestrando perros y cuidando diversos animales, de librera, como comisaria de exposiciones y fue profesora en la Escuela Contemporánea de Humanidades de relato breve, arte y técnicas de la imaginación. Sin embargo, lo que realmente quiere es que le dejen mucho tiempo para poder leer y, finalmente, escribir. Sus textos han sido publicados en la revista TresEnSuma y en el blog literario de El Mundo “El Escorpión”.
Fuente: http://latribudefrida.com/poesia/poemas-de-warsan-shire/


Darle carne cruda a las fieras de la nada

Decir que llueve,
cuando llueve,
es el fin de la metáfora.
Entonces,
por qué decir "te amo"
no ama ni dice?
Por qué debería tallar
los huesos de nuestro espíritu esquelético
y darle carne cruda a las fieras de la nada?
Por qué debería convocar a las sílfides y los duendes,
a los elementos que cocinan el mundo?
Por qué debería alquilar el vientre
de algún planeta
para gestar nuestra existencia?
Decir que llueve, cuando llueve,
resulta tan absoluto
decir que amo
cuando amo
resulta tan insuficiente...

sábado, 11 de febrero de 2017

Para que algo tocado por tu mano se incorpore al mundo

El eclipse


Julia Magistrati



Con un carbón te pintaste la cara
y tomaste el camino al espejo.
Alguien gritó “vengan a ver el eclipse”
y te quedaste alzada en tus propios brazos. Inmensa de tan triste.
Primitiva de la naturaleza.

Una madre apuró un pañuelo por si alguien decidía llorar.

-Lo que le sucede al planeta, nos sucede.
Lo has sentido cuando remontaste un barrilete
o bebiste con sed de un canal en el Perú-

Ya puedes volver a todos los espejos,
dejar piedras en los caminos
para que algo tocado por tu mano se incorpore al mundo,

o criar a tu conejo de la suerte
afinar los pastos
encontrar tu trébol.

Siempre llega el eclipse cuando están las madres cerca. Y su secuela
en la costura recién abandonada, seguirá en los años, comiéndote los ojos.

El agua que chifla sola hirviendo en la cocina;
el gusano del durazno sumergido en su placenta;
el huevo que siempre cae cuando hay un eclipse.

Mi madre es la que gritó, con la blusa a medio prender, y el cuello
extendido al cielo.
Alguien había dejado un libro sin señalar, otro la taza por la mitad
y una sábana mojada.
Y yo no caía en cuenta.

A la hora del eclipse, mi madre
era una niña olvidadiza, tremenda de sol,
que yo taparía con tierra.

domingo, 5 de febrero de 2017

Una oración que empieza en mi garganta frotada con arena, quiere decir señor, y pronuncia enfeudar

Poemas de Ana Arzumanian:



Cuando todo acabe todo acabará

Acá nadie dejaba a nadie. El barco cruzaba el Mar Negro, llevaba exceso de carga. El capitán nos alertó del peligro y yo tiré algo de mis valijas. Fotos de pequeña. Fotos mías en Ucrania hechas espuma blanca, oleaje de mar, eyaculadas. Tiré rápido las fotos para no darles la espalda. Para volver al camarote donde el vértigo me golpeaba los oídos. Entonces me decía, puedo aguantar más. Puedo aguantar ciento veinte voltios. Sacaba el relleno de los colchones, los usaba como toallitas debajo de la pollera. Los pasajeros no se daban cuenta porque no les daba la espalda. Y el barco seguía su viaje, y la carga no se aligeraba, y el barco era más pesado que el mar. Así, como valijas, o fotos dentro de las valijas yo, que no era ni de Ucrania ni de Moldavia, caía. Algo era seguro. Con tanta agua en la boca, no podía hablar. Pero algo era más seguro todavía; yo aguantaba. Yo puedo aguantar ciento veinte voltios. Olvido la información que no debo entregar y cumplo mi función de operaria. 

Mamá y papá fabrican hijos. A mí me tiraron en alta mar que no era el Mar Negro. Aprendí el libreto sin salirme de la raya. Mamá está tranquila porque no se me escapa nada de la boca. Hasta sentir el gustito. El interruptor que queda suspendido del cable en vez de fijado a la pared, un pulsador. Obreros, operarios, cabecitas, no deben alargar sus brazos hasta la llave, detener el paso de la corriente. Se para a la hora del almuerzo, de la salida. Soy la cabecita que no mira la hora, no escucha el timbre. Te pide, no te me quites de la boca hasta que sienta el gustito, hasta que el mar más pesado que el barco se derrame en la boca y yo diga, aguanto, aguanto más. Ciento veinte voltios y esta vez sí, esta vez voy con el cuento, y soplo.


Cuando todo acabe todo acabará

Se trata del cuerpo. Cierto ritmo. Cierta longitud del paso. Cierto juego de las rodillas, un contoneo. Se trata del cuerpo en una calle sin asfaltar. Cuando digo la palabra casa, en mi boca se forma una casa entera y me resulta difícil pronunciarla. No una casa entera; la puerta entreabierta de una casa por donde se ven niños respirando pegamento de zapatos. Cuando digo casa, se me enredan los pies en el muelle de Recife, ahí en el pozo que funciona como hogar, al ras del piso. Cuando digo la palabra casa me sale chicas de la calle. Y no sé por qué me sale calle, si hay alambres y puertas y paredes, y perros y rejas. Se trata de comer el desierto para frotarme por dentro. Mamá me arroja al tren, se pregunta, cuánto dura el efecto. Hace la seña de la cruz trazada con los dedos para signar. Para hacer señas como un faro, para estampar en el troquel dando forma a chapas metálicas. Signarse un efecto que dura cuatro horas, y a la hora sexta rezar la oración que empieza con señor mío jesucristo. Porque a ella le dicen mi señora. Nuestro señor jesucristo y nuestra señora la virgen. Una oración que empieza en mi garganta frotada con arena, quiere decir señor, y pronuncia enfeudar.


El ahogadero

Dónde se pierde. 
Hasta dónde olvida su cuerpo
el paterno flujo de sangre. 
Sólo eso que es su ausencia me demora 
metiéndose en mi cama de costado. 
Entonces duele 
cuando en ninguna parte, 
mudo, lo acaricia.


El ahogadero

Tienda de carne
y dedos pegoteados
en sangre seca, 
moscas que zumban sobre tripas, 
y el agotado semen magro 
que se le zampa y le apesta. 
En lo preñado de sus vísceras 
el maternal inventario íntimo 
del desamor.



La granada

No creas en la postal que escriba, te diga, me duele el corazón. Corazón es la costura que aprieta en el centro de la boca, lo brusco de la herida. Es papel secante, el golpe esponjoso de la película muda de mi piel rodando, cada hora. 

Las marcas que deja el percutor en la base de las vainas. La única marca que dejan los surcos del cañón en la bala al ser disparada. Pésame. Padre de huérfanos y viudas. Lo hará en nombre del desairado, en nombre de aquél a quien miran de arriba abajo, a quien se le saca la lengua. El mundo hablará de nosotros, se dice. Sólo queda una mesa con manteles largos para los que no están. Pésame. Un silencio cerebral, el coma vigilante de todas las suspensiones mientras se piensa liberando la anilla, desplazando la palanca hacia fuera. Un espacio de treinta o cuarenta metros, cinco segundos. Abandona la mano del lanzador. 

Los pájaros podrían estar dormidos, no tendrían nada de qué preocuparse. El movimiento acelerado del aire, su ímpetu, lleva consigo pájaros y nubes. Se alzan, se sostienen. Son de tierra los pájaros que desaparecen en un aire movido. 

Pedime algo.

Háztela lamer por una perra en celo

no laves tu herida


Laura García del Castaño



mejor háztela lamer por una perra en celo
háztela calcar y luego arroja el dibujo
el agua es conductor de lo que vuelve
tiene memoria de elefante
jamás se irá con ella, no se irá
tendrá la apariencia de lo que sigue brillando
un hamster hospedando al lobo
atacando a quién lo domestica
porque el agua parece doméstica
tiene la paz del raro que no auxilia
el espejo donde todo animal
se enfrenta y reconcilia
por eso háztela lamer por una perra en celo
háztela calcar y luego arroja el dibujo
no conviertas tu herida en un tatuaje
no le escribas ni la rayes
no taches en ella los días del ausente
no la laves, no la interrogues
no te conviertas en tu herida
cántale, bien fuerte, como una zahorí
ponle una lámpara
la luz de la escritura
caliéntala para que abrace al silencio
lo que se va con el agua regresa en otra sed
y es como un insecto cuando ruge
y no miente
que viene por tu sangre