miércoles, 31 de agosto de 2022

He decepcionado muchas veces a mi madre

 

Equilibrio

Daiana Henderson nació en Paraná, en 1988. Actualmente reside en la ciudad de Rosario. En 2013 su libro: “Un foquito en el medio del campo”, sacó el primer premio compartido en el concurso Felipe Aldana y fue editado por la Editorial Municipal de Rosario.

Papá aflojó los tornillos
para que aprendiera
a andar sin las rueditas.
Ella me llevó a la vereda de tierra
que rodea al hipódromo,
justo enfrente de casa.
Y cuál es la necesidad
de aprender a sostener
mi cuerpo todo de nuevo.
Le hice prometer que no
me soltaría por nada del mundo;
giraba apenas mi cuello
para ver que ella siguiera ahí,
corriendo justo detrás mío,
agarrándome de la parte baja del asiento.
“Yo no te suelto -me decía-,
yo no te suelto”,
pero para ese entonces
ya estaba pedaleando sola
y no me daba cuenta
de cómo ella se alejaba de mí,
aun quedándose quieta
entre los troncos viejos y gruesos.
Me enojé tanto cuando me di vuelta
que rechacé ese objeto
a un costado de la vereda
y quise volver a casa.
Ahora voy esquivando colectivos,
haciendo finitos, calculo
el tiempo exacto para pasar en rojo
y no morir en el asfalto,
pero así y todo no voy a reconocerlo.
He decepcionado muchas veces a mi madre
y sé que seguiré haciéndolo.
No hay lugar en el mundo
para dos personas iguales,
ni siquiera lo hay en una casa,
y por eso me fui apenas terminada la escuela.
Pero es necesario para que mamá aprenda.
El equilibrio se fabrica con la distancia,
si nos quedamos quietas
seguramente nos vamos a caer.
Ahora rebobino el cassette
y resulta que soy yo la que se aleja
mientras ella se queda parada,
palideciendo bajo el sol de un domingo.
Pero yo no te suelto, mamá,
yo no te suelto.

Audio: Extraído del programa “El Vagabundo de las Estrellas”


lunes, 29 de agosto de 2022

Y el amor fue una infección

 Anne Sexton – Deseando morir


Versión: Isaías Garde



Ahora que lo preguntas, no puedo recordar la mayoría de los días.
Ando en mi ropa, sin que el viaje me marque.
Hasta que ese deseo casi innombrable regresa.
Aun así no tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
Los muebles que instalaste bajo el sol.
Pero los suicidas manejan un lenguaje especial.
Como los carpinteros, tratan de conocer sus herramientas.
Nunca se preguntan por qué construyen.
Dos veces me he develado con total simplicidad,
He poseído al enemigo, he comido al enemigo,
He asumido su oficio, su magia.
De esa manera, pesada y reflexiva,
Más caliente que el aceite o el agua,
He descansado, babeando por el agujero de la boca.
Nunca creí que mi cuerpo estaba sobre la punta de la aguja.
Incluso cuando la córnea y los restos de orina se fueron.
Los suicidas ya han traicionado al cuerpo.
Nacidos muertos, no siempre mueren,
Pero, deslumbrados, nunca olvidan esa droga tan dulce
Que hasta un niño al mirarla sonreiría.
¡Enterrar toda esa vida bajo tu lengua!–
Eso, por sí mismo se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste; amoratado, se diría,
Y sin embargo me espera, año tras año,
Para deshacer, con toda delicadeza, la vieja herida,
Para liberar mi aliento de su mala prisión.
En equilibrio allí, los suicidas a veces se encuentran,
Rabiosos con el fruto, con una luna hinchada,
Abandonando el pan que confundieron con un beso,
Abandonando la página del libro abierto al descuido,
Con algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, que sea lo que haya sido, fue una infección.



Wanting to Die



Since you ask, most days I cannot remember.
I walk in my clothing, unmarked by that voyage.
Then the almost unnameable lust returns.
Even then I have nothing against life.
I know well the grass blades you mention,
the furniture you have placed under the sun.
But suicides have a special language.
Like carpenters they want to know which tools.
They never ask why build.
Twice I have so simply declared myself,
have possessed the enemy, eaten the enemy,
have taken on his craft, his magic.
In this way, heavy and thoughtful,
warmer than oil or water,
I have rested, drooling at the mouth-hole.
I did not think of my body at needle point.
Even the cornea and the leftover urine were gone.
Suicides have already betrayed the body.
Still-born, they don’t always die,
but dazzled, they can’t forget a drug so sweet
that even children would look on and smile.
To thrust all that life under your tongue!–
that, all by itself, becomes a passion.
Death’s a sad Bone; bruised, you’d say,
and yet she waits for me, year after year,
to so delicately undo an old wound,
to empty my breath from its bad prison.
Balanced there, suicides sometimes meet,
raging at the fruit, a pumped-up moon,
leaving the bread they mistook for a kiss,
leaving the page of the book carelessly open,
something unsaid, the phone off the hook
and the love, whatever it was, an infection.

Aventurarse quizás sea

 Ida Vitale – De un fulgor a otro

Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta
entre paredes áridas.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilia
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.

Aferrado a mi corazón, un cangrejo enorme

 ANNE SEXTON


Hay un animal dentro de mí,

aferrado a mi corazón,
un cangrejo enorme.
Los doctores de Boston
se han dado por vencidos.
Han probado bisturíes,
agujas, gases venenosos y otras cosas similares.
Pero el cangrejo permanece.
Es un gran peso.
Intento olvidarlo, seguir con mis asuntos,
cocinar el brócoli, abrir y cerrar libros,
cepillarme los dientes y atarme los zapatos.
He intentado la oración
pero mientras rezo el cangrejo se aferra más fuerte
y el dolor aumenta.
Una vez tuve un sueño,
tal vez haya sido un sueño,
que el cangrejo era mi ignorancia de Dios.
Pero, ¿quién soy yo para creer en los sueños?

lunes, 22 de agosto de 2022

Tropiezo con mis dientes

 "La Cros del Sur "una nota de Guillermo Saccomanno para Pág12., 2010.

La Cros del Sur
por Guillermo Saccomanno


"Escribe sobre la mesa de la cocina/en un cuaderno de tapas duras/forrado de rojo. /Anota la fecha sobre el margen izquierdo/ y después cosas como: / Llevar 2 bolsas Cemento Obra Castelar: /Pagué 200$ Varela Adelanto revoque fino/ Vecino anoche estuve a punto de matarlo."/ Es mi padre. / Escribe pero no hace literatura. /Su estilo remite al registro del caos. / Es mi padre. /Narra sus transacciones con el mundo." Así es uno de los momentos hondos de la poesía de Graciela Cros, una poesía preocupada por contar y contarse, que, alterna distintas vertientes. Por un lado, el ámbito de lo doméstico, y entiéndase doméstico no tanto como lo hogareño como el registro de la intimidad, el asumirse testigo de sí misma, auscultando entusiasmos y amarguras: un encuentro amoroso, una imagen del padre, una isquemia. Es en lo recóndito del ser donde puede surgir un poema desgarrador como "Primera comunión": una nena, en primera persona, refiere como un tío la abusa en el marco del ritual de pureza metiéndole la mano bajo la falda de su vestidito blanco. No menos sin anestesia es "Quirófano", donde se describe el calvario de mujeres que se someterán al bisturí. En consecuencia, frente al sufrimiento Cros, con ironía, escribe: "Algunas personas/ no producen lágrimas suficientes/ para conservar el ojo húmedo/y confortable". Sobreponiéndose al dolor, exorcizándolo, convirtiéndolo en experiencia artística, Cros puede definirse: "Soy una dama menguante". Y anota también: "una dama con pasado", "una dama fuera de foco", "una dama que canta las cuarenta". Y el ser "dama" adquiere, a través de distintos poemas que funcionan como variaciones, diferentes maneras de verse, pero todas con una constante, ser "dama", es decir una categoría, una forma de asumir el género. Por otro lado, en su escritura hay una zona donde se privilegia la fascinación por el nomadismo, contrapartida de lo doméstico entendida como la asunción del horror domiciliario, viajes, itinerarios de búsqueda, exilios temporales donde un encuentro puede provocar un insight. Los lugares del extravío y el hallazgo pueden ser tanto Paraguay como Chile o Brasil, sitios donde la sensualidad se descubre en lo material. Estas dos vetas, a un tiempo, devienen una reivindicación fuerte de la poesía, ya no como expresión, oficio, posibilidad de escritura, sino como un absoluto en el cual la poesía se vuelve el tema de la poesía, donde entran las individualidades prestigiosas, trátese de Idea Vilariño o Marianne Moore, y operan, aunque Cros no lo necesite, como soporte explícito de la propia voz. En este nivel, puesta a citar influencias, la enumeración no es gratuita. Y es desde esta convocatoria que Cros pide ser leída.
Asumiendo en términos de ideología poética su producción anclada en lo patagónico, Cros titula ahora su último libro "Mansilla" refiriéndose a Raúl Mansilla (1959), poeta nacido en Comodoro Rivadavia y residente en Neuquén, una voz influyente entre los jóvenes del sur, quien manifiesta una tendencia vitalista a la errabundia y el rechazo radical a la carrera de consagración porteña mientras escribe versos que aluden tanto a lo autobiográfico como a una inquietud por la identidad de lo patagónico como diferencia geopolítica. Cros lo convierte a Mansilla en magíster ludi y referente basal. Sus poemas son crónica de una espera, la de Cros, y celebración del viaje, el itinerario de Mansilla. La poeta se ubica en el espacio de la quietud aguardando un mail que le pueda enviar Mansilla: "Recién comí/dos empanadas de roquefort/y dos de pollo/ que me alegraron/ el cerebro/ cuenta Mansilla en un mail. // Dice que va/a inaugurar una biblioteca/En Las lajas/acompañado de motoqueros/y paracaidistas/cosa de la Patagonia, agrega"//. "Yo me acuerdo de Osvaldo Soriano/ y le digo eso, que parece una escena/ de alguna/ de sus novelas." Además de Las Lajas, Mansilla anda desde Buta Ranquil a Chos Malal. Por Picún Leufú y Piedra del Águila. Suele parar allí donde lo encuentra la necesidad y, al hacer un alto en la madrugada, encuentra paisanos haciendo un pernil. Su comportamiento es el del vagabundo iconoclasta: "Lo acusan de permitir que la blasfemia/inunde las escuelas.//Los funcionarios no leen poesía/y lo que es peor, al contrario de los poetas, no ignoran su poder, lo ejercen, y a quemarropa. // (...) "Después agrega que está escribiendo/ unos textos en base a expedientes policiales/ y que pronto manda uno". Conversación a larga distancia que la poesía estrecha, "Mansilla" puede leerse como homenaje pero también como crítica literaria versificada adoptando un prisma: lo dicho, el nomadismo, pero ahora contemplado desde la atmósfera de quien aguarda noticias del exterior, como si ese afuera otorgara, en la aventura a la intemperie, un sentido mayor a la palabra poética.
La segunda sección del volumen, "Henderson y las oscuras", alude a la memoria de infancia: una estancia en un campo en Henderson donde, según la mitología personal, reside el origen de su escritura. En esta sección los paisajes son también Cabo Frío o Ilheus. Pero el viaje de la memoria se alterna con la caída y el reflejo de lo que puede ser una fiesta solitaria pero también un bajón, la crónica impiadosa de la pérdida y la soledad: "Hay una pésima racha en el frente doméstico/ y aquello que hasta ayer funcionaba, / ha dejado de hacerlo", observa. "Se me cae la boca y no hago nada, /ni siquiera un gesto de la mano, un enarcar de cejas o arrugar la nariz. // Tropiezo con mis dientes, los pateo/ como canto rodado. //El deseo se ausenta una mañana y después da lo mismo, / hablar, callar, tapar el hueco del silencio, / recordar cómo era la vida cuando era".
Nacida en Carlos Casares, Provincia de Buenos Aires, Cros vive en Bariloche desde 1975. Desde entonces se ha apoderado del sur como territorio para su escritura. Una serie importante de libros de poesía (acá se citaron apenas fragmentos de algunos incluidos en "Urca", "El libro de Newton" y "Libro de Boock") la paran como una presencia apartada de los fuegos fatuos del centro en función de una coherencia con la periferia y la creación personal de una obra en el margen que está pidiendo la reunión de su poesía completa en un gran volumen. Mientras tanto, Cros sigue en la suya: "Sola/ en casa/mirando el jardín/ escribo/ ¿Para entender?/ ¿Escribo/para/ entender?"
"Mansilla", Graciela Cros,
Ediciones en danza, 79 páginas, Buenos Aires, 2010.
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viernes, 19 de agosto de 2022

Como un animal perseguido que se percibe otro

 11 · 2015

SELECCIÓN DE POEMAS

Denise León

Un panorama de la obra de la poeta argentina Denise León, a través de una selección de poemas de cuatro de sus libros: Poemas de Middlebury (2014), Sala de espera (2013); El trayecto de la herida (2011); y El saco de Douglas (2011).

Somos más lentos
que tu muerte
y hay que acostumbrarse:

entre mis brazos
se desliza
un largo tren
de carga
y el aire
vuelve a llenar
los espacios
donde
tu cuerpo estuvo.

Todo lo que queda
del grito
es el aliento.
Vacío mis bolsilos,
vacíos mis zapatos
y los dejo
al lado del camino.

Digo mi nombre
Digo adiós.
Una tras otra
las palabras
siguen viniendo.

Cómo se hacen las cosas

1

Las mujeres deben cubrirse el pelo cuando los hombres piadosos rezan.
Los hombres piadosos se tapan los ojos
o se cubren la cabeza con el talit cuando rezan.
Se sabe: hay gestos que se conservan y se repiten.
A los hombres piadosos los distrae el pelo de las mujeres.

2

Así se hace un ojal;
así se pega un botón;
así se hace coincidir botón con el ojal que acabas de hacer;
no se dejan cosas sucias en la pileta de la cocina (ni siquiera un rato);
así se barre un rincón y así, toda una casa;
así se sonríe a alguien que no te gusta mucho;
así se sonríe a alguien que no te gusta nada;
así se toca la fruta para saber que no está podrida o rancia.
Los verduleros son todos tramposos.

3

Necesito dormir pero el sol me despierta.
Me hice grande pero mi madre es más grande
y será siempre así.

4

Tu rostro oscuro y verde se asoma como un hacha
como un barranco
como un precipicio.

Ruega por mí.

No quiero que me toquen las mujeres que usan mi nombre en diminutivo
ni el ojo de los médicos
ni el poder de la ciencia.
Los timbres de mi voz están húmedos
y mis ojos se abren de una manera que no les conocía.
No quiero ser tocada por los sueños.

5

Abren la canilla para limpiarme el mal.
Todas las lágrimas de mi vida
vuelven a mis ojos.
Tengo que ser fiel a algo
pero no necesariamente a los hechos.
A la siesta, el aire era espeso y dulce
y entre las sillas caídas,
el río crecido
y los juncos
comienzan a reventarse los vasos de sangre más pequeños de mi nariz.

6

La vi encender las velas y cubrirse los ojos.
Vi sus manos inclinarse levemente
encantando el humo.
Vi arder las velas durante algún tiempo.
Una de las velas titiló hasta agotar su espesor
y mis ojos buscaron los restos de luz.

Vi tantas cosas y ahora no las recuerdo.

7

Fue enseñado que antes de la festividad se sacrifica ritualmente
un animal salvaje o un ave.
Las escuelas de sabios discuten aún
cómo se debe cubrir su sangre.
Todavía recuerdo la gente alrededor,
las paredes blancas de la casa
y la mirada del gallo ahogándose
lentamente
en el esfuerzo de una desesperación sin objeto.
Conozco bien su mirada de asfixia
conozco bien su mirada de sangre
conozco bien su mirada de gallo.

8

Voy de la mano de mi madre a tomar el tranvía.
Nos subimos y me quedo así,
quieta,
como un cuerpo tendido sobre un colchón,
latiendo
El tranvía hace mucho ruido y se mueve hacia los costados.
Pero este tranvía no se mueve.

9

Como un animal perseguido
que se percibe otro
en su sombra
y salta el cerco
-no por saltar
sino para estar del otro lado-
así salto las palabras
sólo para apurarlas
sólo para estar del otro lado.

Los chicos no saben.

Y no tienen por qué saber.

Esto han hecho conmigo.
Quiero gritar:
esto han hecho
con mi cuerpo.
Esto han hecho
con mis venas
que bajan flotando
-sosegadamente-
como un pájaro,
como una red
de pesca
lanzada
al mediodía.

Y la sombras
crecen
-de prisa-
en el agua:
podemos rasgarlas
pero no desaparecen.

Esto han hecho conmigo.
Quiero gritar
pero los chicos
no saben.

Luisa, 1914

yo kumplo las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Miro al muro i las solombras se ajigantan komo dedos. Era enverano. Lavoro sin parar. Era enverano i mi madre me disho no te kites los chapines. Hasta las alfilercikas son biudas en esta sombrerería i kumplen las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Kada una de las partes iguales en las que se divide el día el korazón me se apreta mientras las tijeras marmullan komo si estuvieran meldando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al filo. El filo sigue los dedos. Los dedos siguen los oyos. Los oyos kumplen las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a toparlo. Dende ke el gayo a kantado mi karne i mi gueso son piedra: la hora de la partensia se eskuende en mis labios – mansos – como perras.

yo acato las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Miro hacia la pared y las sombras se agigantan como dedos. Era verano. Trabajo sin parar. Era verano y mi madre me dijo no te quites los zapatos. Hasta las alfilercitas son viudas en esta sombrerería y acatan las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Cada una de las partes iguales en las que se divide el día se me aprieta el corazón mientras las tijeras murmuran como si estuvieran rezando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al hilo. El hilo sigue los dedos. Los dedos siguen los ojos. Los ojos acatan las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a encontrarlo. Desde que el gallo ha cantado mi carne y mis huesos son piedra: la hora de la partida se esconde en mis labios – mansos – como perras.