lunes, 10 de enero de 2022

La fábula de la acumuladora que canta

  Encender el fuego



No es una tarea puntual. Requiere

acumulación de materiales, limpieza

del espacio, aire, soplo, llama.

Descubrirlo me llevó

50 inviernos. Una salamandra

llegó a mi comedor para decirme

la necesidad de rejuntar palitos, hojitas

durante todo el año.


Odio el invierno, decía

yo cuando era chica.

Sólo me gustan

las bufandas y el chocolate,

decía yo cuando era joven.

Ahora

voy por la vereda en pleno noviembre

levantando, embolsando

cascaritas de jacarandá, ramitas

de fresco, pelitos

de palmera.

Tengo un leñero especial (debajo de la biblioteca)

para los troncos de pino y de quebracho,

un canasto para los cartones, otro

para las hojas de níspero

tan ardidoras. Los papeles

viejos, los envoltorios de colores

se acumulan contra la pared, colecciones

de próximas chispas.


Pienso en una de mis vocaciones iniciales:

Ser la vieja de los cuentos

que camina por el bosque

con un atado de leña sobre

las espaldas encorvadas.

Pienso

en la fábula estúpida y dicotómica de la cigarra y la hormiga

mientras acumulo cantando.





Paula Irupé Salmoiraghi

Para Vasalissa Encuadernación

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