miércoles, 20 de septiembre de 2023

Poesía calentita en el feis de hoy

 

Somos demasiados en esta casa. La madre
con su tristeza, la perra blanca
fulgiendo, de noche, como una estrella,
de cara a los espíritus. Mi esposo
y sus ángeles tutelares hablándole
todo el día a su cabeza. El niño
que piensa que la realidad es el
cristal de agua en que tropiezan
las aves, de noche, confundidas.
Sillas regadas por toda la casa, restos
de sopa y corazones de pollo, mantas,
sombreros, las flores,
mustias,
en la piscina, las ajorcas de oro,
los autos traslúcidos,
vasos de vino,
cadáveres.
No sé negar tantas criaturas durmiendo aquí y allá.
Las escucho, las escucho:
son tan divinas,
y yo estoy tan
tan sola.



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Y ERAN LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL VERANO
y eran los últimos días del verano
y se arremolinaban luces en tus piernas
como cachorros amarillos y rojos
el amor en la punta de todas las lenguas
cuervos en la punta de todas las ramas
bicicletas acelerando por la ciclovía
descendiendo su preciosa pendiente
tus brazos a las once
tus brazos elegantes y fuertes
separando las sábanas
haciendo crecer sus espigas
el despertar de un fauno
que sin saberse fauno
busca el ala del sol ensombrecido
eran los últimos días del asombro
por el exceso fértil de flores y de avispas
en las provincias de los cuentos de hadas
la constante apertura de botellas
en el Admiralbrücke
mientras pasaban por debajo los cisnes
majestuosos y equinos
y los ermitaños
volvían a la vida de sus amigos
ya que habíanse desvanecido
y existido solamente en recuerdos
en las ventanas gatos
ya se enroscaban tristes
con su visión de lejos
y eran las últimas visitas del año
las que ahora venían y con más avidez
las paseábamos por peldaños de piedra
cenábamos frituras callejeras
espiábamos los muslos de atleta
que caminaban más veloces o los atuendos
delirantes de los cambiaformas
y en los barrios del centro
aturdían sirenas agoreras
en sus embates contra el fuego y la muerte
que se reía a gritos de los paramédicos
siempre segura de sí
y qué pronto se esparce su perfume
hipnótico
eran los últimos conejos
antes de que los tibios huecos
de la tierra los traguen
eran las últimas estrellas fugaces
comprendes? eran las noches
que volvíamos juntos en el tren
enlazados por una sola música
y me apretabas apenas una mano
sin que hubiera gesto
más profundo que darnos
hechos Uno a la hora de los dioses
soñándonos





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