miércoles, 28 de febrero de 2024

Teta

 TETA 


I


Mi hermano era bebé y pedía


teta cada tres horas pero


a mamá y a papá


se los habían llevado en un camión


y cada vez que él lloraba, mi abuela Porota


le cantaba “arrorró changuito,


mamá vuelve en un ratito, mamá vuelve en un ratito”.


Mi hermano Seba se dormía


con canciones inventadas


y agua de mazamorra.


II


Mamá debajo de la capucha no entendía


dónde estaba y tampoco sabía


responder preguntas a golpes


pero pudo contar el tiempo con la leche


que le brotaba del pecho cada tres horas.


Cuando hubo silencio escuchó coyuyos


y no entendía si soñaba o era cierto,


raros coyuyos en otoño que cantaban 


en una noche estrellada y mi hermanito


acunado en ese canto mientras la luna


hermosa y redonda daba la teta.


III


Los tiraron en la ruta,


les sacaron las capuchas


pero la noche cerrada los dejó


igual de ciegos, ni luna ni estrellas


esparaban su regreso.


La oscuridad no terminaba nunca,


caminaron cansados, adivinando


cañaverales cerca o cerros a lo lejos


y por fin vieron lucecitas, dos faros


del primer ómnibus del día aún


sin pasajeros. Mis papás corrieron


esperanzados y el chofer se apuró a arrancar


porque esa zona era sospechosa


pero reconoció a mi mamá y los alzó


sin preguntar nada ni cobrar boleto,


quizá recordó a mi abuela Porota


guiando su mano de niño, enseñándole


sus primeras letras y llevando


la Sabín Oral en sulky hasta su rancho


donde no llegaba ningún médico.





Ohuanta Salazar 

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