sábado, 7 de noviembre de 2020

Debajo de este cactus escondo la memoria del verano

  SONIA MANZANO (Guayaquil)

 

1

Antes de que me interne en tus dominios

deja que aspire

una bocanada más de aire selvático

así soplaré sobre tu nuca

manojos prohibidos de floresta

y dejaré en tu espalda

gránulos de fuego verde

para que de ellos coman

las ávidas alondras de mis manos

 

Deja que me provea

del vestuario adecuado

para poder remontar siglos de arena

en un solo segundo de ventisca

como para poder decir

debajo de este cactus

escondo la memoria del verano

y debajo del verano

resguardo mi ternura sobreactuada

Deja que unte tus músculos funéreos

con aceites provenientes de mi origen oscuro

soberbiamente oscuro

como las vetas que jaspean

mi piel de duro jade

 

Con este paladar yo paladeo

los bordes azucarados de un incendio

que se ahogó en medio vaso de cenizas

Con este bisturí mojado en niebla

secciono lo mejor de tu cadáver

el que a diario yo invento

para cantar a dúo

romanzas sin palabras

embebidas en brebajes de silencios

Con este azadón que abre sus zanjas

en las áridas hectáreas de mi sangre

roturo mi lomo depredado

por los dientes omnívoros del humo

y esparzo mis semillas nocturnales

sobre un lecho con forma de sepulcro

 

Con este pico torvo

de ave agorera

escarbo en tu hígado de espectro

los restos del licor que no libé

por estar extrayendo

el néctar sosegado de los tedios

 

No constas en mis sagradas escritura

no eres el ángel prometido

que bajará a la tierra

para limpiar con ácido

el menos original de mis pecados

Eres apenas

el leiv motiv de una poesía tranochada

la ficción concebida en un encuentro

de torsos irreales

el salmo que ahora salmodia

mi soledad beduina

mientras quema sus naves demenciales

en el último espejismo del desierto.

 

 

 

 

 

 

2

 

Mi espalda termina

donde comienza el vacio

 

Mi espalda huele

a poesía prostituida

y a perfume barato

por eso se apoya en un farol de esquina

y canta melodías de arrabal

en el más puro lunfardo

 

Mi espalda se estira y se contrae

como bandoneón en las rodillas

de un traficante de tangos

 

Mi espalda concita a mis espaldas

los más antojadizos comentarios

Mi espalda termina precisamente ahí

donde el vacío cambia de nombre

 

 

 

 

 

3

 

Por mí un hombre perdió su oreja

y hubo otro que perdió

 

su prestigio de santo

 

Por mí alguien redactó

un nuevo testamento

en el que me legaba

setenta veces siete

una canción que hablaba

del perdón y otras falacias

 

Ahora un juez ordena que mi espalda

sea azotada hasta el cansancio

por un pobre remedo de justicia

 

De mí no arrancarán

la confesión que esperan

Miradme

pero miradme bien

yo soy la culpa

completamente embebida de inocencia

 

 

 

 

 

4

 

No he podido sobornar a mi poesía

le he ofrecido mi reino

a cambio de un solo verso preñado de ternura

y no acepta ese canje

no está entre sus competencias discursivas

la de hacerle concesiones al amor

en sus más cándidas formas

 

Cómo exigirle a mi cactus que dé peras

si en el solo se posan

los silbos de los pájaros castrados

 

 

 

 

5

 

He vuelto a traicionarme

he vuelto a venderme

por una irrisoria cantidad de palabras

 

Cuando oraba

en el jardín de los cerezos

me he señalado

con este índice que hurga en mis neuronas

los últimos resabios del lenguaje

y le he dicho a mis persecutores

ahí está

prendedla

esa es la mujer que ayuna en el desierto

mientras come

de lo más incorruptible de su carne

 

Ahí está la que se atribuye el rol

de sanadora de males

cuando no es capaz ni de sanar

la llaga que supura en su costado

 

No dejéis que escape a su destino

prendedla

qué os detiene para llevarla a rastras

hacia el monte que la espera

con una enorme cruz esvástica

 

Prendedla

antes de que haga uso de sus viejas artimañas

antes de que se ponga

a caminar sobre las aguas

antes de que multiplique los panes

y convierta su sangre

en vino coagulado

No os equivoquéis

es aquella a quien voy a besar en la mejilla

porque eso fue lo que acordamos

cuando me pidió que la entregara

con el menor escándalo posible

 

 

 

Prendedla

pero en este mismo instante

ahora que rueda por su rostro

el sudor que antecede a su calvario

 

Prendedla

mientras yo busco el árbol adecuado

del cual colgar estas monedas

que arden en mis manos

como hostias de traición

sobre mi lengua

 

 

 

 

 

Datos vitales

Sonia Manzano (Guayaquil, 1947). Poeta, narradora y ensayista. Su obra poética está conformada por los siguientes títulos: El nudo y el trino (1972), Casi siempre las tardes (1974), La gota en el cráneo (1976), La semana que no tiene jueves (1978), El ave que todo lo atropella (1980), Caja musical con bailarina incluida (1984), Carcoma con forma de paloma (1986), Full de reinas (1991), Patente de corza (1997) y Último regreso a Edén (2005). Su poesía fue recogida en el tomo Poesía junta (2008). Sus novelas Y no abras la ventana todavía (Premio III Bienal de Novela ecuatoriana, 1993),  Que se quede el infinito sin estrellas (2002) y Heces fatales (2005). Con su libro de cuentos Flujo escarlata (1999) fue galardonada con el Premio “Joaquín Gallegos Lara”, al mejor libro de narrativa del año. Su obra figura en las más importantes antologías, entre ellas: Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979), Between the Silence of Voices: An Anthology of Contemporary Ecuadorean Women Poets (Quito, 1997), Antología de narradoras ecuatorianas (Quito, 1997), Poesía erótica de mujeres: Antología del Ecuador (Quito, 2001), Cuento ecuatoriano contemporáneo (México, 2001), Casa de luciérnagas, Poetas Hispanoamericanas de Hoy (España, 2007) y Poesía ecuatoriana contemporánea (México, 2010).

 

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