jueves, 3 de junio de 2021

Soy un alcaraván que ahogó su canto en otro idioma

 NATALIA TOLEDO PAZ

ORIGEN

Fuimos escama de Dios,
flor, venado y mono.
Fuimos la tea que partió el rayo
y el sueño que contaron nuestros abuelos.
Caímos en el monte
y el sol nos atravesó con su flecha,
fuimos cántaro ¡au!
fuimos agua ¡au!
Ahora somos ceniza
bajo la olla del mundo.

CASA PRIMERA

De niña dormí en los brazos de mi abuela
como la luna en el corazón del cielo.
La cama: algodón que salió de la fruta del pochote.
Hice de los árboles aceite, y a mis amigos les vendí
como guachinango la flor del flamboyán.
Como secan los camarones al sol, así nos tendíamos sobre un petate.
Encima de nuestros párpados dormía la cruz de estrellas.
Tortillas de comiscal, hilos teñidos para las hamacas,
la comida se hacía con la felicidad de la llovizna sobre la tierra,
batíamos el chocolate,
y en una jícara enorme nos servían la madrugada.

LO QUE SOY, LO QUE RECUERDO

Una libertad que retoza y no se ha hecho fea.
La sensibilidad de un loro que habla,
soy la niña que se le caen las cocadas y no las levanta,
un huevo de gallina negra me recorre y despierta.
Soy una nariz que huele el adobe de la casa de enfrente
un patio y todas sus casas.
Una fotografía regañada,
un trazo delgado en medio de la selva.
Una flor para el agua, para otras flores y no de las personas.
Soy una resina que lloró San Vicente.
Soy un alcaraván que ahogó su canto en otro idioma.

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